El Rey: «Los españoles debemos reconocer la intensa labor asistencial de la Iglesia» - Alfa y Omega

El Rey: «Los españoles debemos reconocer la intensa labor asistencial de la Iglesia»

Don Felipe y doña Letizia visitaron la Conferencia Episcopal con motivo del 50 aniversario de su creación

ABC
Los Reyes durante su visita a la Conferencia Episcopal

El Rey ha afirmado en la mañana de este martes ante un centenar de obispos y arzobispos que «los españoles debemos reconocer y agradecer a la Iglesia la intensa labor asistencial que desarrolla». «Hemos de reconocer el gran impacto que en nuestra sociedad tiene su actividad caritativa y asistencial», añadió. Se trata de un ejercicio de solidaridad que, según don Felipe, contribuye «a la cohesión de una sociedad que, más allá de las creencias de individuos o grupos, ha de tender a vivir en paz procurando eliminar aquellas desigualdades que generan exclusión».

Los Reyes han visitado hoy por primera vez la sede de la Conferencia Episcopal Española con motivo del 50 aniversario de su creación, en marzo de 1966. «Un tiempo en el que España pasó de ser un Estado confesionalmente católico a declarar constitucionalmente su aconfesionalidad», afirmó don Felipe.

Tras elogiar la labor asistencial constante de la Iglesia, más visible «en los momentos de crisis», a través de Cáritas o Manos Unidas, el Jefe del Estado destacó que la Conferencia Episcopal ha defendido «su independencia del poder civil y el derecho a la libertad religiosa de todos los individuos» y que, desde el diálogo con los poderes públicos, «ha cumplido con el principio de cooperación reconocido constitucionalmente».

Agregó que también ha demostrado en todo este proceso «su pleno reconocimiento de la independencia de la Iglesia de la comunidad política, así como la necesaria cooperación entre ambas».

Al terminar sus palabras, Don Felipe improvisó un deseo ante los miembros del órgano rector de la Iglesia y agregó: «Ante la proximidad del primer domingo de Adviento, permítanme que nos deseemos una buena preparación espiritual para la llegada de la Navidad».

Durante la visita, el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal, dirigió un saludo a los Reyes en el que recordó «la colaboración relevante» que prestó la Iglesia al pueblo español durante la Transición y afirmó que la Constitución española está en sintonía con la Declaración del Vaticano II sobre la Libertad Religiosa. En este sentido, recordó que, según la mencionada declaración, «todos los hombres deben estar libres de coacción, tanto por parte de personas particulares como de los grupos sociales y de cualquier poder humano, de modo que en materia religiosa, ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella».

Además, el cardenal Blázquez manifestó que los obispos y arzobispos se sienten reconocidos en el marco de la Constitución, que «se inspira en palabras también conciliares: mutua independencia y sana colaboración».

Durante la visita a la Conferencia Episcopal, doña Letizia se mostró mucho más sonriente que el pasado jueves, en la apertura de las Cortes, y se la vio conversando con algunos obispos y arzobispos. Los Reyes estuvieron acompañados por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que ejerció de ministra de jornada y acudió a la Conferencia Episcopal rigurosamente vestida de negro. Doña Letizia también vistió un pantalón negro con un jersey en tonos morados y negro. Al finalizar el acto, los Reyes compartieron un vino español, a puerta cerrada, con los cardenales, obispos y arzobispos en la segunda planta de la Conferencia Episcopal.

Almudena Martínez-Fornés / ABC

Palabras de su Majestad el Rey

A la Reina y a mí nos alegra poder visitar la sede de la Conferencia Episcopal Española y celebrar hoy con todos vosotros el 50º aniversario de esta institución canónica de carácter permanente. Se constituyó así en 1966 pero, ya desde tiempo antes, empezó a ser alumbrada por los obispos españoles bajo el impulso del Cardenal Plá y Deniel. Ha transcurrido, por tanto, más de medio siglo desde que, como consecuencia del Concilio Vaticano II, se estableció la necesidad de creación de esta institución y de que nuestra Conferencia Episcopal comenzase su andadura.

El transcurso de todo este tiempo nos ha mostrado que la Conferencia Episcopal, además de organizar y dirigir la vida interna de la Iglesia española, ha acompañado la vida de nuestro país. Un tiempo en el que España pasó de ser un Estado confesionalmente católico a declarar constitucionalmente su a confesionalidad.

En todo este proceso la Conferencia Episcopal demostró su pleno reconocimiento de la independencia de la Iglesia de la comunidad política, así como de la necesaria cooperación entre ambas para lograr la mayor eficacia en la consecución de sus fines comunes al servicio de la vocación social y personal del ser humano.

Las relaciones de cooperación entre el Estado y la Iglesia católica durante este tiempo, recogidos en los Acuerdos con la Santa Sede, permitieron dibujar un modelo de relaciones entre el Estado y las confesiones religiosas en las que el principio de cooperación se convirtió en piedra angular sobre la que descansa el ejercicio al derecho fundamental de libertad religiosa; un modelo sancionado constitucionalmente en el artículo 16.

El trabajo realizado por la Conferencia Episcopal durante todos estos años no se circunscribe al ámbito de las relaciones institucionales con el Estado.

Aunque su función primordial ha estado dedicada a responder a las necesidades internas de la propia Iglesia en nuestro país, su actividad ha trascendido la pastoral, educativa o cultural y hoy hemos de reconocer el gran impacto que en nuestra sociedad tiene su actividad caritativa y asistencial.

Desde sus inicios, la vocación de servicio y ayuda a la sociedad española ha sido una constante a lo largo del tiempo, pero es en los momentos de crisis cuando dicha presencia se ha hecho más visible. Estos últimos años, nuestro país, dentro de un contexto de crisis económica mundial, ha sufrido grandes dificultades y la Iglesia católica, mediante el trabajo de coordinación y dirección de la Conferencia Episcopal y sus Comisiones Episcopales, ha aumentado en más de un 70 % los centros sociales o asistenciales donde se hace presente una actividad asistencial que también ha aumentado en más de un 15 %. De esta forma, la Iglesia sigue estando al lado de los enfermos, los excluidos, los inmigrantes y todos aquellos otros colectivos más vulnerables.

La labor de instituciones como Cáritas o Manos Unidas, los centros sanitarios; o los dedicados a la formación y cultura; los centros para promover el trabajo o para mitigar la pobreza; los de atención a inmigrantes o de rehabilitación de drogodependientes; los de tutela de la infancia o los de promoción de la mujer y las víctimas de la violencia… En definitiva, todas las organizaciones eclesiales de acción social y caritativa han conseguido que más de cuatro millones de personas que residen en nuestro país y fuera de nuestras fronteras hayan podido beneficiarse de su labor y de los proyectos que desarrollan.

Y ha sido posible gracias a la labor de sus trabajadores y de los miles de voluntarios que desinteresadamente han querido ser solidarios y acompañar a los más desfavorecidos en la lucha por superar esa difícil situación en la que se encuentran.

Los españoles debemos reconocer y agradecer a la Iglesia la intensa labor asistencial que desarrolla, el ejercicio de solidaridad que realiza y proyecta y que contribuye también la cohesión de una sociedad que, más allá de las creencias de individuos o grupos, ha de tender a vivir en paz procurando eliminar aquellas desigualdades que generan exclusión.

La Conferencia Episcopal, instrumento del espíritu colegial de los obispos españoles, ha defendido su independencia del poder civil y el derecho a la libertad religiosa de todos los individuos.

Y desde el diálogo con los poderes públicos ha cumplido con el principio de cooperación reconocido constitucionalmente y que se ha convertido en herramienta imprescindible para hacer real y efectivo el derecho fundamental de libertad religiosa. Un derecho que entronca directamente con el concepto de dignidad humana, piedra angular sobre la que descansan los derechos fundamentales.

Todo ello nos invita a mirar al futuro con esperanza pues nos muestra una institución que nunca ha renunciado al diálogo con una sociedad y unos poderes públicos que reconocen la riqueza del pluralismo y el papel que la Iglesia católica ha tenido en la consolidación y el reconocimiento del mismo.

Muchas gracias.

Madrid, 22 de noviembre de 2016

Saludo del presidente de la CEE

Majestades:

En nombre de la Conferencia Episcopal Española y de sus colaboradores les saludo con respeto y afecto.

Su presencia entre nosotros nos ofrece la oportunidad de manifestar nuestra condición de leales ciudadanos y la convicción de que nuestra misión pastoral como obispos, si es adecuadamente cumplida, significa también un auténtico servicio a nuestra sociedad. Las actividades de la predicación, del culto y de la catequesis; la exposición de la doctrina cristiana; los diversos servicios de carácter cultural y educativo, caritativo y social de la Iglesia constituyen una aportación importante a los ciudadanos.

Cáritas, presente capilarmente en todo el tejido parroquial de la Iglesia, cuya ayuda es motivo de esperanza para personas y familias en situaciones de indigencia y particularmente en tiempo de crisis; Manos Unidas, organización creada por las mujeres de Acción Católica hace bastantes decenios, que anima la conciencia social entre nosotros y contribuye eficazmente al servicio de los necesitados y a la promoción de la mujer en innumerables lugares del mundo; las Misiones, con más de trece mil misioneros, que cumpliendo su vocación de transmitir el Evangelio con palabras y obras desarrollan una colaboración extraordinaria en muchos países… estas instituciones de la Iglesia canalizan al servicio de los demás los recursos económicos puestos a su disposición por la generosidad de nuestro pueblo. Estas organizaciones y otras muchas muestran cómo la fe cristiana repercute en beneficio de muchas personas de cerca y de lejos. En cuanto Conferencia Episcopal nos sentimos satisfechos de esta múltiple irradiación de la fe cristiana y de la generosidad de los fieles. La memoria de lo que venimos haciendo nos estimula a proseguir en el cumplimiento de nuestro quehacer.

Celebramos este año los cincuenta de la creación de la Conferencia Episcopal Española, que tuvo lugar a finales de febrero y comienzos de marzo de 1966, inmediatamente después de la clausura del Concilio Vaticano II. La creación de las Conferencias Episcopales fue una decisión conciliar de largo alcance. Nuestra experiencia como Obispos avala el acierto de aquella determinación. Las intervenciones de la Conferencia Episcopal, publicadas íntegramente con ocasión de estas efemérides, muestran la atención constante de los Obispos a las necesidades de la Iglesia; en nuestra consideración entra también la vida de la sociedad desde el punto de vista de nuestro ministerio pastoral. Nuestros escritos van dirigidos inmediatamente a los fieles católicos, y también son destinatarios cuantos deseen escucharnos.

Los diez primeros años de la Conferencia Episcopal coincidieron con los últimos del Régimen anterior. Las orientaciones del Concilio ayudaron eficazmente a los obispos de entonces a adoptar las actitudes y a tomar las decisiones en coherencia con el espíritu y los documentos del Concilio. En aquella situación histórica con los cambios de envergadura que comportaba, estamos persuadidos de que la Iglesia prestó una colaboración relevante a nuestro pueblo. La Constitución Española, además de tener en cuenta la Declaración Universal de los Derechos Humanos, está en sintonía con la Declaración del Vaticano II sobre la Libertad Religiosa.

Las siguientes palabras de la mencionada Declaración conciliar son pauta de nuestra conducta en la sociedad: “Este Sínodo Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres deben estar libres de coacción, tanto por parte de personas particulares como de los grupos sociales y de cualquier poder humano, de modo que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella, pública o privadamente, solo o asociado con otros, dentro de los debidos límites” (Dignitatis humanae, 2). Nos sentimos reconocidos en el marco de nuestra Constitución, que se inspira en las palabras también conciliares “mutua independencia y sana colaboración”. El respeto de las legítimas libertades propicia nuestro servicio a la sociedad, según la identidad de la Iglesia.

La Conferencia Episcopal nos ofrece el ámbito para dialogar y «conferir» los obispos sobre la complejidad de lo que acontece en nuestro mundo en continuo cambio y sobre la respuesta que debemos adoptar, teniendo en cuenta el debido respeto a cada obispo en su diócesis y la unidad de todos los obispos con el Papa. En los diálogos en nuestra Conferencia cada uno de nosotros interviene con libertad y escucha con respeto en orden a comprender lo que acontece, discernir las cuestiones implicadas y tomar las decisiones oportunas en el cumplimiento de nuestra responsabilidad pastoral.

Majestades, son bienvenidos a la Conferencia Episcopal Española. Ante Uds. en esta situación excepcional, (en otra semejante el día 21 de noviembre de 2001 tuvimos la oportunidad de recibir a los Reyes D. Juan Carlos y Dña. Sofía), deseamos, al hacer memoria de nuestra historia, manifestar nuestro compromiso de cumplir con fidelidad nuestra misión que incluye también el servicio a nuestro pueblo. Pedimos a Dios que bendiga a la Familia Real. ¡Muchas gracias!