800 años de pobreza y verdad
Con el lema Enviados a predicar el Evangelio, da comienzo este sábado el Jubileo por los 800 años de la confirmación de la Orden de Predicadores por el Papa Honorio III en 1216
«Especialmente instituida desde el principio para la predicación y la salvación de las almas»: así rezan las constituciones primitivas de la Orden de Predicadores, los dominicos, que se disponen a celebrar los 800 años de su fundación por santo Domingo de Guzmán. Para la evangelización viven hoy los 6.000 frailes, las 2.200 contemplativas de clausura, las 23.000 hermanas de vida apostólica y los 160.000 laicos miembros de las fraternidades seglares que siguen las huellas del santo español por todo el mundo. Para todos ellos, este Jubileo es una ocasión «para volver a encontrarnos con la familia, con nuestras raíces, con el carisma y el espíritu de santo Domingo de Guzmán y con una tradición, con sus luces y sus sombras, que ha vivido la pasión por comunicar la joya del Evangelio. Y es también ocasión para un nuevo envío: nos reunimos no solo para encontrarnos, sino para un nuevo envío a una predicación renovada en nuestro tiempo», afirma fray Javier Carballo, prior de la Provincia de España y presidente de familia dominicana de nuestro país.
A lo largo de estos 800 años, la familia de santo Domingo de Guzmán ha dado a la Iglesia numerosos hijos ilustres: Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria, fray Angélico, el Maestro Eckhart, san Alberto Magno, santo Tomás de Aquino, san Martín de Porres, san Vicente Ferrer, santa Catalina de Siena, santa Rosa de Lima…, y todos los frailes y monjas que han dado su vida por el Evangelio y por los demás en estos ocho siglos a lo largo de todo el mundo.
Todos ellos conforman «una familia espiritual con un estilo de predicación que nace de la familiaridad con Dios. De hecho, se dice de santo Domingo que “hablaba con Dios o de Dios”», señala el prior en España, testigo de una oración que mueve a la acción, ya que «la Iglesia no puede vivir cerrada, sino que está para la predicación. La Iglesia se hace como tal y realiza su identidad cuando predica». Lo que en el caso de los dominicos se hace «desde la comunidad fraterna en pobreza y estudio, en permanente aprendizaje y búsqueda de la verdad».
En la actualidad, el carisma de predicación que caracteriza a los hijos de santo Domingo se vive «desde una forma de vida que es el resultado de la integración y equilibrio de varios elementos: la vida comunitaria fraterna que asume los votos religiosos, la oración y liturgia comunitaria, el estudio continuo al servicio de la compasión y la dignidad humana, desde una predicación en diálogo». Para fray Javier Carballo, «el quehacer teológico es un apostolado prioritario», así como el apostolado en la educación; de hecho, en España la familia dominicana es titular de unos 100 colegios. También están presentes en parroquias, iglesias conventuales y santuarios, siempre «tratando de subrayar las dimensiones formativas y culturales de la fe». Esta presencia se completa con numerosos apostolados sociales y presencias misioneras en muchos países del tercer mundo.
Laicos en misión compartida
En estos últimos años, la incorporación de laicos a la espiritualidad de la Orden se ha hecho muy habitual. «Un rasgo del estilo dominicano de la predicación es que se lleva a cabo desde una familia espiritual: monjas dominicas contemplativas, frailes, hermanas de vida apostólica y también laicos —explica el padre Carballo—. Los laicos, varones y mujeres, están incorporados desde el inicio, y ya a finales del siglo XIII están organizadas las fraternidades seglares. Nuestro desafío hoy es pasar de ser una familia de predicadores a ser predicadores en familia, es decir, a desarrollar proyectos de misión compartida en los que los laicos se integren plena y responsablemente: en la misión educativa, en los nuevos medios de comunicación, en la enseñanza de la teología, en la pastoral parroquial y en las misiones».
El panorama de la evangelización hoy en día ha cambiado mucho desde la época de santo Domingo, pero «el carisma dominicano está como especialmente diseñado para las épocas de grandes cambios», explica el prior de los dominicos en España. «Los cambios nos enriquecen y nos permiten conectar mejor con el lenguaje y las preocupaciones de la gente. Así que lo primero para realizar nuestra misión hoy es aplicar bien nuestro estilo de gobierno comunitario y democrático, con la participación de todos en el discernimiento y en la toma de decisiones. También intentamos que sea una predicación en familia dominicana tanto como nos sea posible», para lo que «es esencial el testimonio de la vida fraterna de comunidad, así como una predicación en diálogo, encuentro y conversación en tres ámbitos principales: lo cultural y lo artístico, las generaciones más jóvenes y los empobrecidos».
El sábado 7 de noviembre, fiesta de todos los santos y santas dominicos, comienza el Jubileo con una Eucaristía que presidirá en Roma el maestro general de la Orden, el padre Bruno Cadoré. En Madrid, monseñor Osoro presidirá unas Vísperas. El Año Jubilar se extenderá hasta el 22 de enero de 2017, cuando el Santo Padre presida la clausura en Roma. Durante el mismo, se ha organizado una peregrinación internacional del Rosario, un simposio sobre la constitución Dei Verbum, una peregrinación por el Camino de Santo Domingo y varios congresos —por ejemplo, sobre la misión o la universidad— y exposiciones. Por otro lado, el 3 de enero los dominicos unificarán en la nueva Provincia de Hispania las tres históricas provincias de España, Bética y Aragón.
Una noche del año 1203, en Tolouse (Francia), Domingo, entonces un sacerdote de Burgo de Osma en misión diplomática en Dinamarca, hace noche en una posada y descubre que su dueño es hereje. Pasó toda la noche charlando con él hasta convertirlo. La Providencia había decidido para él su misión: fue el inicio de los diez años que iba a pasar combatiendo la herejía.
En 1206 se dirige a Roma para pedir el permiso para dedicarse a la predicación de los infieles. Inspirado por el Espíritu Santo creó la Orden iniciándola desde la raíz, implantando en primer lugar la vida contemplativa en un lugar situado entre Montreal y Fanjeux denominado Prulla: un monasterio femenino destinado a albergar mujeres convertidas de la herejía.
En 1216, Honorio III confirma la predicación de Domingo. Con algunos compañeros, Domingo constituye la primera fraternidad conventual en Tolosa, asumiendo para sí y para su Orden el oficio de la predicación que entonces era misión solo de los obispos. El 15 de agosto de 1217, el día de la Asunción de la Virgen, Domingo envía a sus frailes por todo el mundo, una fecha conocida por nosotros como el «Pentecostés dominicano».
Las monjas de la Orden de Predicadores nacieron cuando nuestro padre Domingo asoció a su santa predicación, por la oración y la penitencia, a las mujeres convertidas a la fe católica, reunidas en monasterios y consagradas solamente a Dios.