13 de noviembre: san Leandro, conversor de los arrianos - Alfa y Omega

13 de noviembre: san Leandro, conversor de los arrianos

San Leandro es un gran santo español, doctor de la Iglesia y conversor de los arrianos. Logró evangelizar al hijo del rey visigodo, lo que propició que fuera desterrado. Pese al exilio, la actitud de Leandro hizo reflexionar, y posteriormente, entrar en razón al rey Leovigildo, que perdonó su destierro y le encomendó la educación de su hijo Recaredo, rey de España. Se convirtió el rey y todos sus vasallos. Leandro también se dedicó a sus feligreses, a los que animaba a trabajar por la santidad

José Calderero de Aldecoa
San Leandro de Sevilla, de Esteban Murillo. Sacristia mayor de la catedral de Sevilla

San Leandro era nieto de Teodorico, rey de los ostrogodos. Tuvo tres hermanos santos: san Fulgencio, obispo de Écija; san Isidoro, sucesor de san Leandro en el obispado de Sevilla; y santa Florencia.

Siendo niño, Leandro era un chico alegre y simpático, con grandes dotes para hablar en público. Pronto decidió entrar en un convento, en el que se dedicó a la oración y al estudio.

Pasó varios años en el convento, hasta la muerte del obispo de Sevilla. Fue entonces cuando el pueblo y el clero lo nombraron como nuevo prelado de la ciudad andaluza. Desde el primer día de su pontificado, Leandro se dedicó a la conversión de los arrianos.

Leandro consiguió enormes frutos en la conversión de los herejes, pues en un primer momento no pudo convertir a Leovigildo, rey de los visigodos, pero sí pudo hacerlo con el hijo del rey, Hermenegildo. Leovigildo, al enterarse de la conversión de su hijo, mandó matarlo, lo que Hermenegildo aceptó gustoso al morir sin renegar de la verdadera fe.

El rey culpó a Leandro de haber convertido a su hijo y lo desterró. El santo tuvo que marcharse de España. Aprovechó el viaje para escribir dos libros contra el arrianismo demostrando que Jesucristo sí es verdaderamente Dios. Durante el exilio, también conoció al Santo Padre san Gregorio Magno, y se hicieron grandes amigos.

El rey Leovigildo se arrepintió de las injusticias cometidas con san Leandro y lo mandó llamar de nuevo a España. El monarca encargó la educación de su hijo Recaredo, futuro rey de España, al santo. Este acto propició la conversión de Recaredo y, posteriormente, la conversión del resto de jefes arrianos y la conversión de toda España. El Santo Padre nombró a san Leandro arzobispo.

Pero la labor de san Leandro como obispo no solo se centró en la conversión de los arrianos. El santo condujo su rebaño por cañadas seguras, instigando la santificación de los sacerdotes y de los fieles católicos. Fue él quien comenzó con la costumbre de rezar el Credo en la Misa, tradición que se conserva actualmente en la Misa dominical.

Leandro sufría de gota, padecimiento que soportó con heroicidad. El Papa san Gregorio, que también tenía la misma enfermedad, le escribió diciéndole: «Dichosa enfermedad que nos hace ganar méritos para el cielo y al obligarnos a estar quietos nos brinda la ocasión de dedicarnos más al estudio y a la oración».

San Leandro murió en el año 596. Fue canonizado y declarado doctor de la Iglesia.