El mantero que denunció en el Vaticano el racismo policial - Alfa y Omega

El mantero que denunció en el Vaticano el racismo policial

Cristina Sánchez Aguilar
El mantero Ndao Moustapha. Foto: Encuentro EMMP (Encuentro Mundial de Movimientos Populares)

Ndao Moustapha vende bolsos, cinturones, colonias, DVDs o lo que se tercie para poder sacar algo de dinero, ya que «no hay forma de conseguir un trabajo y el alquiler, la luz o el agua no son gratis», afirma a Alfa y Omega en un español todavía incipiente. Pero, advierte, «la policía y los jueces no nos ponen fácil la supervivencia». Este senegalés, de 37 años, vive desde hace diez en Barcelona y lidera el sindicato de manteros de la Ciudad Condal, puesto en marcha hace dos años para reivindicar los derechos de los cerca de 200 vendedores subsaharianos que ejercen la venta ambulante. «En Barcelona hay mucho racismo policial y judicial», señala.

Moustapha fue uno de los invitados al panel Desplazados y refugiados, que tuvo lugar el tercer día del Encuentro de Movimientos Populares. Compartiendo mesa con monseñor Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, y con otros miembros de proyectos de ayuda a migrantes y refugiados, el senegalés explicó a los presentes cómo tras poner en juego su vida para venir a Europa y mejorar su vida se encontró con todo lo contrario. Los detalles los dio después a este semanario. «Hace unos meses me detuvieron cinco policías en la calle y alegaron ante el juez que un amigo y yo les habíamos agredido. Es mentira, y además imposible que dos personas se enfrenten a cinco representantes de la ley. Estaríamos locos», explica.

Foto: Encuentro EMMP

El resultado fue «una multa de 990 euros a cada uno y la pena de cárcel si no pagamos». 990 euros que Moustapha no conseguiría juntar en años. «He pedido que me dejen pagar 50 euros al mes y me lo han concedido. Pero si un mes no puedo pagar, voy a prisión. Y no quiero ir, no me vine hasta aquí arriesgando la vida para ir a la cárcel». Al miedo a ser encerrado se suma que «tengo que viajar a mi país en pocos meses y me da pavor que cuando vuelva a España no me dejen entrar porque aparezca que tengo un delito penal que, además, es mentira. Pero los jueces siempre favorecen a la policía, y la policía nos trata mal».

El senegalés, que profesa la religión musulmana, se muestra agradecido por la acogida en Roma. «El Papa sabe todo lo que nos pasa, él se preocupa por todo el mundo. Luchamos por lo mismo», asegura. Eso sí, no recomienda a nadie la experiencia de venir a nuestro país. «Desde Roma hice un llamamiento a los africanos para que se queden en su país y que traten de mejorar allí sus vidas. En España se sufre mucho. Nos persiguen, nos pegan y nos encarcelan».