Es posible conmemorar la Reforma juntos - Alfa y Omega

El 31 de octubre, en Lund (Suecia), una celebración ecuménica conmemorará los orígenes de la Reforma protestante. Esta celebración (en la que va a participar el mismo Papa Francisco) abrirá los diversos actos que, hasta el 31 de octubre de 2017, tendrán lugar por el 500 aniversario de la Reforma.

Fue el 31 de octubre de 1517 cuando, en Wittenberg, se exhibieron las famosas tesis de Lutero sobre las indulgencias; esta fecha marca simbólicamente el comienzo de la Reforma. Es cierto que en los siglos anteriores ya hubo conmemoraciones del año 1517, pero solamente daban lugar a vivas controversias entre protestantes y católicos. Por el contrario, a diferencia de los siglos precedentes, en los próximos meses el 500 aniversario de la Reforma se va a celebrar en una época marcada por varias décadas de diálogo ecuménico.

Este diálogo comenzó hace cerca de un siglo, pero se intensificó desde la II Guerra Mundial. Se puede aludir a varias fechas importantes: la creación del Consejo Ecuménico de las Iglesias en 1948; el acontecimiento del Concilio Vaticano II, marcado por un resuelto compromiso de la Iglesia católica con el ecumenismo; y, desde entonces, el establecimiento de varias comisiones de diálogo a nivel mundial.

Consenso sobre la justificación

Entre los frutos de este movimiento ecuménico, es necesario mencionar en particular la declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación por la fe, promulgada por la Iglesia católica romana y la Federación Luterana Mundial el 31 de octubre de 1999 en Augsburgo. Esta declaración formula una comprensión común de la salvación; es cierto que reconoce que siguen existiendo diferencias entre católicos y luteranos sobre la forma de exponer la doctrina de la justificación, pero afirma que estas diferencias no afectan al consenso fundamental.

Más recientemente, la Comisión Internacional de Diálogo entre Católicos y Luteranos publicó un documento titulado Del conflicto a la comunión (2013). Este documento explica por qué en adelante es posible conmemorar juntos los orígenes de la Reforma, cuenta la historia de estos orígenes, muestra los logros del diálogo ecuménico entre católicos y luteranos, e indica también el camino que queda por recorrer; esto con el fin de preparar los espíritus y los corazones para encontrar en la celebración del 500 aniversario un nuevo impulso para progresar hacia la unidad eclesial.

El centro de gravedad se desplaza

La novedad de la próxima conmemoración se debe también a que el centro de gravedad del cristianismo se desplaza, en gran medida, hacia los países del hemisferio sur (notablemente de África y América Latina). Hace falta además tener en cuenta un fenómeno que se desarrolla cada vez más: el crecimiento de las iglesias llamadas evangélicas (pentecostales, etc.). Aquí se podría formular una dificultad: en la medida en que la división entre católicos y protestantes nació en Occidente, en la Europa del siglo XVI, ¿en qué medida los debates y conflictos heredados de este pasado pueden afectar a las Iglesias de otros continentes?

Sin embargo, aunque la división entre católicos y protestantes ha sido por así decir exportada fuera de Europa, se debe reconocer que a menudo existen, hoy mismo, tensiones reales entre las comunidades católicas y las comunidades protestantes en ciertos países del hemisferio sur. Por esta razón, los mismos cristianos de estos países deben tener el deseo de avanzar hacia una mayor comunión. Por otra parte, todas las Iglesias protestantes de los continentes no europeos están relacionadas (aunque de forma indirecta y remota) con lo que ocurrió a comienzos del siglo XVI; por tanto también a ellas les concierne la conmemoración de los orígenes de la Reforma.

No celebramos la división

¡Esta conmemoración, evidentemente, no significa que debamos celebrar la división! Por el contrario, debería inspirar una doble actitud: por una parte, arrepentimiento por aquello en lo que las relaciones entre cristianos han estado marcadas por la incomprensión o la violencia; por otra, acción de gracias por lo que los cristianos hemos recibido unos de otros, y por el progreso logrado gracias al diálogo ecuménico.

De la conmemoración que se acerca debemos esperar que nos ayude a dar nuevos pasos hacia la plena comunión, no solamente porque vaya a llevar a la unidad de la Iglesia como Cristo la quiso, sino también porque va a ser el testimonio que los cristianos están llamados a dar en el mundo actual.

Michel Fédou, SJ
Miembro de la Comisión Internacional de Diálogo entre Católicos y Luteranos