Por primera vez, un Papa negro latinoamericano - Alfa y Omega

Por primera vez, un Papa negro latinoamericano

Redacción
El padre Arturo Sosa, durante la rueda de prensa junto a Lombardi. Foto: CNS

Analista político. Hijo de un ministro. Venezolano y crítico con el Gobierno del presidente Nicolás Maduro. Un hombre de oración, pero también un hombre de gobierno. Trazos del nuevo prepósito general de la Compañía de Jesús, el Papa negro. Por primera vez en la historia, la orden a la cual pertenece el Papa Francisco decidió elegir a un latinoamericano como su superior general. Arturo Sosa Abascal, 68 años.

«El viento de América sopla sobre la Iglesia», resumieron algunos periodistas. Afirmación para nada banal. No es casualidad que los 212 delegados jesuitas del mundo que se reunieron en Roma desde el 2 de octubre pasado en la 36 Congregación General de la Compañía hayan decidido dar un viraje hasta aquel continente, otrora de la esperanza, hoy de la realidad.

Este martes, Sosa habló por primera vez ante la prensa. Un encuentro distendido, con varias bromas de por medio. Reconoció que no le gusta mucho el apelativo (histórico) de Papa negro, que prefiere ver a los jesuitas como una extensión del papado y no como su contracara, y que no tiene «ni idea» de por qué lo eligieron ni tampoco tiene establecido un plan sobre cómo gobernar la obra fundada por san Ignacio. Eso tocará, aclaró, a la propia Congregación General, que seguirá deliberando en las próximas semanas.

Arturo Sosa habló también sobre la situación en Venezuela, y advirtió que el modelo chavista vive de la renta petrolera, y por eso está agotado, tanto económica como ideológicamente. Al mismo tiempo, añadió que la oposición tampoco tiene un proyecto renovador y aseguró que todos están de acuerdo en construir puentes de diálogo porque «nadie quiere más violencia de la que ya existe en el país».

«Buscar lo imposible es, me parece, una misión de los cristianos y esto es una manera de vivir la fe. Es posible tener un mundo distinto, donde las personas sean consideradas como tales, tener una economía solidaria, donde todos tengan que comer cada día, que tengan una casa. Para la Compañía de Jesús esto es una grandísimo desafío. Pero sin la fe no se puede nada», dijo.