El comedor de Martínez Campos cumple 100 años - Alfa y Omega

El comedor de Martínez Campos cumple 100 años

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El comedor de las Hijas de la Caridad en 1994. Foto: Programa Integral Vicente de Paúl

«La Asociación Matritense de Caridad ha montado, en colaboración con el Ayuntamiento madrileño, un nuevo comedor para necesitados y madres lactantes». Así saludaba la prensa madrileña, hace ahora exactamente cien años, el nacimiento del comedor que las Hijas de la Caridad regentan en el número 18 de la calle General Martínez Campos, en lo que entonces eran los arrabales de Madrid.

El comedor en 1919. Foto: Programa Integral Vicente de Paúl

Entonces, las religiosas daban a cada indigente un plato de cocido y un vale para comer al día siguiente. Un siglo después lo siguen haciendo, pero el abanico de servicios que ofrecen las religiosas ha aumentado considerablemente.

El comedor de las Hijas de la Caridad, uno de los 13 que la congregación dirige en toda España, ofrece hoy, cada uno de los 365 días del año, más de 500 comidas, en tres turnos distintos, lo que supone 170.000 comidas anuales. El primero de los turnos es para familias en situación precaria que se llevan la comida a casa en tápers: son 144 las familias que se benefician de este servicio, en total 277 adultos y 328 menores. Los dos turnos siguientes se llenan de personas de 86 países diferentes, mayoritariamente de Marruecos, Rumanía, Centroamérica, África subsahariana y los países del Este de Europa, aunque en los últimos años ha aumentado el número de españoles. En general se trata de una mayoría de hombres, de entre 18 y 65 años, que están viviendo una situación de desempleo de larga duración.

Mercedes, la hermana más veterana

«Llevo 16 años aquí y soy la más antigua. Yo quiero mucho a los pobres y ellos a mí. En estos últimos años he visto que la gente nos está ayudando un poco menos; hay gente muy buena que nos ayuda mucho, pero ha bajado, no sé por qué. También he visto más españoles en estos últimos años en el comedor. Lo que a mí me gustaría es jubilarme con los pobres, porque me gusta estar con ellos».

Más que un comedor

Pero el centro de Martínez Campos es más que un comedor. La mirada atenta de las hijas de la Caridad hacia las necesidades que iban apareciendo suscitó nuevas iniciativas para los necesitados. Con el tiempo, han ido naciendo nuevos servicios: lavandería, duchas, podología, peluquería…, hasta que en 1997 nace el Programa Integral Vicente de Paúl, con diferentes recursos: un centro de día –al que las hermanas llaman Centro de Vida–, para que todos aquellos que acudan al comedor dispongan por unas horas de televisión, sala de descanso, biblioteca, nueve ordenadores con wifi, salidas de ocio y culturales, bolsa de trabajo, y talleres de alfabetización, inglés, búsqueda de empleo, cocina y habilidades domésticas.

Jesús, un voluntario

«Llevo viniendo aquí tres años, después de tener que dejar de trabajar por una incapacidad. Mi madre estudió con las hermanas y me decidí a colaborar aquí. Vengo tres días a la semana, a ayudar en el almacén y a dar comida a las familias. Me hace ser consciente de las necesidades de la gente, y me reconforta ser un granito de arena para poder ayudarlos. Doy gracias a Dios por poder ayudar».

Además, existe un centro de acogida, con capacidad para 15 personas, sobre todo inmigrantes, para que puedan pasar allí la noche. El programa se completa con seis pisos de inserción, para 35 personas solas o con menores a su cargo, y 16 pisos de apoyo social para 70 personas, de ellas 45 adultos y 25 menores. Los usuarios de estos recursos van pasando de uno a otro según van creciendo en autonomía y reduciendo su nivel de dependencia económica.

En total, las hermanas y los cerca de 200 voluntarios que participan en el programa atienden cada día a más de 800 personas. Todos ellos participan también en este aniversario, como los de forma anónima han escrito a las hermanas estos días: «Gracias al centro estoy muy agradecido de no estar mal. Les agradezco de corazón lo que hacen por nosotros»; «Estoy muy agradecido a todas las personas que nos atienden en el comedor. Es una bendición y nos ayuda a salir adelante moralmente».

El arzobispo de Madrid y el vicario para la Vida Consagrada, Elías Royón, en la Misa celebrada por el centenario el 2 de octubre. Foto: Hijas de la Caridad

Ojalá no hubiera comedores

Para sor Josefa Villar, consejera de Obras Sociales de las Hijas de la Caridad y coordinadora de los actos del centenario, «estos han sido cien años de servicio ininterrumpido, ofreciendo ayuda y acompañamiento a personas muy necesitadas, no solo proporcionando comida sino ayudando a que estas personas puedan, por sí mismas, salir adelante sin necesidad de tener que depender de instituciones. O como diría San Vicente de Paúl, nuestro fundador, “haciéndoles participes de su propio desarrollo personal y social”». Por eso, sor Josefa «sería feliz si no fuese necesario este tipo de programas y comedores debido a que la sociedad se hubiese concienciado de tal forma que posibilitase un cambio de estructuras y un mejor reparto de las riquezas».

Eduardo, un usuario

«Dejé a mi familia en Argentina y me vine aquí para trabajar en el taxi, pero me he examinado seis veces y no he podido sacarme la licencia. En marzo me quedé sin un duro y empecé a vivir en albergues y a comer aquí en el comedor. No me sale trabajo. Mi familia sabe que estoy en esta situación pero no puedo hacer otra cosa. A mí las hermanas me han ayudado mucho».

Mientras tanto «tendremos que seguir trabajando en ello tratando de implicar al mayor número posible de personas (laicos, religiosos, políticos, empresarios, amas de casa, etc.) para seguir denunciando situaciones injustas y para continuar trabajando con las personas en situación de vulnerabilidad proporcionándoles las herramientas necesarias para que sean ellas las artífices de su propio progreso».

Corto de Francisco Campos