La rampante perspectiva de género - Alfa y Omega

La ideología de género es políticamente ambiciosa y trepa sin descaso en el imaginario social. Vea si no estos casos situados en el centro de la actualidad política.

Es público y notorio que una parte mayoritaria del Parlamento de Cataluña tiene abierto un contencioso con el Tribunal Constitucional de inciertas consecuencias, que comenzó el 9 de noviembre del año pasado, agravado con las tareas de la llamada Comisión de Estudio del Proceso Constituyente, que es donde ahora estamos. Pero no es sobre esta cuestión sobre la que deseo reflexionar, sino sobre otra a ella ligada. En una de sus conclusiones dicha Comisión establece que el proceso constituyente debe incorporar desde el principio la perspectiva de género, y más adelante establece que la Asamblea Constituyente tutelará el proceso de elaboración de la Constitución, de manera que sus decisiones no podrán ser alteradas por ningún poder y serán de cumplimiento obligatorio. La combinación de estas dos medidas que atentan –como escribía Jordi Amat en «Onanismo en la Comisión» en La Vanguardia (21 agosto)– contra el Estado de derecho, introducen una ideología muy específica como obligatoria para todos los catalanes, quieras que no. Es una muestra de su fortaleza, aunque sea en un caso que no llegará a consumarse.

A partir de esta exposición, se pueden alzar las voces asociando independentismo e ideología de género, porque esto es exactamente lo que describen los hechos. Pero sería un error perfecto dejarlo ahí, porque lo sucedido no es nada más que el ascenso rampante de una ideología que pretende –y en buena medida lo ha conseguido– la hegemonía en todos los ámbitos. Porque en realidad, el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006 establece la perspectiva de género en su artículo 38. Pero no se trata solo de una manía catalana, porque el Estatuto de Andalucía aún está más relleno de esta obligación ideológica, que se formula y desarrolla en los artículos 35, 73, 105, 114, y 208, estableciendo distintas y amplias obligaciones. Pero todavía podemos retrotraernos más y así llegar al meollo, al corazón de las leyes de este Estado, algunas únicas en Europa, que contienen una presencia avasalladora de la doctrina gender. A pesar de constituir una ruptura universal, histórica, y antropológica, muy poco se ha alzado en este país como respuesta. Pésimo signo, porque significa que mucha gente piensa que las ideas no tienen consecuencias.