«Una nueva época está naciendo» - Alfa y Omega

«Una nueva época está naciendo»

«Una nueva época está naciendo», y la familia cristiana tiene una responsabilidad especial, ya que debe contribuir a edificar los cimientos de este nuevo tiempo, decía el arzobispo de Madrid, monseñor Osoro, al clausurar las más de 24 horas de celebración de la Jornada de la Sagrada Familia en Madrid

Ricardo Benjumea

«No podemos retirarnos los cristianos de algo que nace», dijo monseñor Osoro, reiterando una idea que expuso en todas sus intervenciones. «Habrá que darle lo que el Señor daba. Los ciegos no veían; Él daba la vista. Los leprosos los tiraban aparte; él los recuperaba y les devolvía otra vez a la comunidad. Los pecadores les entregaba la cercanía suya, y les decía: No peques más».

Monseñor Osoro habla así, al término del rezo de Vísperas en la catedral de la Almudena, con las que se ponía fin a más de 24 horas de celebración de la Jornada de la Sagrada Familia en la diócesis. Tras pasarse el día entero bendiciendo a familias, don Carlos bendijo a las familias del futuro, ya que los novios tuvieron un protagonismo especial durante el rezo de Vísperas.

El arzobispo incidió en tres ideas. La primera, que la familia cristiana, Iglesia doméstica, está fundada en Cristo «como ciudad bien compacta», al igual que dice el salmo sobre Jerusalén.

Cada miembro de la familia –añadió– ha sido elegido en Cristo. «Él nos ha elegido para que seamos santos, pero no con nuestra fuerza, sino con la fuerza y la santidad de Nuero Señor Jesucristo. Él es el Santo, y nosotros, en la medida en que nos acercamos a Él, nos hacemos también santos. Él nos ha destinado para darle gloria en esta tierra ya. Él nos perdona, Él nos da su gracia, Él nos regala su sabiduría; Él nos proyecta a realizar en esta tierra lo mismo que el Señor. Somos su rostro, somos su presencia, salgamos a este mundo, a todos los lugares donde vivimos. No tengamos miedo de dar este rostro, porque a pesar de que nosotros nos veamos pequeños, quizá sin fuerzas, pero la fuerza la pone el Señor».

Cuando tiene esto claro, «la familia cristiana está siempre alegre en el Señor». «¿Qué miedo puede tener un cristiano, si tiene la vida del Señor por el bautismo en su propia vida?», preguntó monseñor Osoro. Con este espíritu alegre, «tenemos que salir por este mundo, por todos los lugares donde están los hombres. Y mirar, también tenemos que saber aprender. Porque como nos decía el apóstol, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable…, tenedlo en cuenta. Y si lo encontráis por ahí, y veis que lo tienen otros, recogedlo. ¡Es de Dios!».

«¿Veis, queridos hermanos y hermanas, como el Señor siempre nos ayuda?», añadió el arzobispo. La familia cristiana, fundada en Cristo, sus miembros, elegidos por Nuestro señor Jesucristo. El Señor nos lanza a este mundo y nos dice: estad alegres, familias; estad alegres en el Señor. No tengáis miedo».

Palabras de monseñor Osoro tras el rezo de Vísperas

Estamos finalizando con este rezo de las Vísperas la Jornada de la Familia, que hemos querido vivir intensamente en nuestra Archidiócesis de Madrid. Quisiera deciros algo que juntos acabamos de rezar y acabamos de escuchar, deciros algo que nos llena de alegría: la familia cristiana ha sido fundada en Cristo. Quienes forman la familia cristiana saben que han sido elegidos en la persona de Cristo. Y en tercer lugar, la familia cristiana está siempre alegre en el Señor.

Fundados en Jesucristo

Sí, fundados en Jesucristo, habéis rezado el salmo 121 en que nosotros mismos decíamos: Jerusalén ha sido fundada como ciudad bien compacta. La nueva Jerusalén es la Iglesia; la Iglesia doméstica es nueva Jerusalén, está fundada en Cristo nuestro Señor, tiene cimientos firmes, seguros, los que están y los que pertenecen a esta ciudad. Porque el cimiento es Nuestro Señor Jesucristo. Es el Señor quien la construye. Por eso, hemos estado estas 24 horas, permanentemente han estado familias cristianas adorando al Señor, porque saben que la familia está fundada en Cristo, y que el Señor es quien la construye; el Señor la guarda. Nos hace heredar. Y la herencia nos la da siempre el Señor, por eso, con una confianza absoluta en Nuestro Señor, hemos estado estas 24 horas adorándolo, pidiéndole por todas las familias cristianas.

La familia sabe que está fundada como ciudad bien compacta en Cristo.

Elegidos en Cristo

En segundo lugar, la familia, todos los miembros que la componen saben que son elegidos y han sido elegidos en la persona de Jesucristo. Yo os decía hace un instante: elegidos en la persona de Cristo. El Señor quiere que entreguemos un regalo a este mundo, un perfume especial a esta tierra y a todos los hombres. Él nos ha elegido para que seamos santos, pero no con nuestra fuerza, sino con la fuerza y la santidad de Nuestro Señor Jesucristo. Él es el Santo, y nosotros, en la medida en que nos acercamos a Él, nos hacemos también santos. Él nos ha destinado para darle gloria en esta tierra ya.

Él nos perdona, Él nos da su gracia, Él nos regala su sabiduría; Él nos proyecta a realizar en esta tierra lo mismo que el Señor. Somos su rostro, somos su presencia, salgamos a este mundo, a todos los lugares donde vivimos. No tengamos miedo de dar este rostro, porque a pesar de que nosotros nos veamos pequeños, quizá sin fuerzas, pero la fuerza la pone el Señor

Alegres en el Señor

En tercer lugar, la familia cristiana está siempre alegre en el Señor. Ha sido preciosa esta imagen que nos da, ese texto que hemos proclamado de la carta a los filipenses: estad siempre alegres en el Señor. No tengáis miedo, queridos hermanos. ¿Qué miedo puede tener un cristiano, si tiene la vida del Señor por el bautismo en su propia vida? El apóstol Pablo a los filipenses les decía: nada os preocupe, no estéis viendo todavía por ahí cosas negras. No, ¡pero si tenéis la gracia y tenéis la gracia de Dios! ¿Pero es que los hombres tienen más fuerza que Dios? Si fuese así, sobrábamos todos nosotros.

Creemos que la fuerza y el poder la tiene Dios y se ha manifestado en Jesucristo, Nuestro Señor, quien escucha todas las peticiones que le presentamos, como nos decía la carta a los filipenses. Y él nos regala su paz.

Es más, queridos hermanos, tenemos que salir por este mundo, por todos los lugares donde están los hombres. Y mirar, también tenemos que saber aprender. Porque como nos decía el apóstol, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable…, tenedlo en cuenta. Y si lo encontráis por ahí, y veis que lo tienen otros, recogedlo. ¡Es de Dios!

¿Veis, queridos hermanos y hermanas, como el Señor siempre nos ayuda? La familia cristiana, fundada en Cristo, sus miembros, elegidos por Nuestro señor Jesucristo. El Señor nos  lanza a este mundo y nos dice: estad alegres, familias; estad alegres en el Señor. No tengáis miedo.

Una nueva época

Esta mañana os decía que una nueva época está naciendo. No podemos retirarnos los cristianos de algo que nace. Habrá que darle lo que el Señor daba. Los ciegos no veían; Él daba la vista. Los leprosos los tiraban aparte; él los recuperaba y les devolvía otra vez a la comunidad. Los pecadores les entregaba la cercanía suya, y les decía: No peques más. Y el Señor todo lo bueno que encontraba lo iba incorporando y haciendo dar cuenta a todos de la gran bondad que tenía.

Que el Señor os aliente y os anime. Es un momento extraordinario para ser familia cristiana, discípulos de Cristo, para llevar la alegría del Evangelio. Vamos a ponernos juntos para llevar esta alegría por todas partes, con la convicción de que el que va primero, es el Señor. Él nos abre los caminos. Creamos en esto. Que el Señor bendiga y guarde a todas las familias. Amén.