La peor de las pobrezas: sufrir y ser abandonado - Alfa y Omega

La peor de las pobrezas: sufrir y ser abandonado

Las Misioneras de la Caridad, Congregación fundada en 1950 por la madre Teresa de Calcuta, trabajan desde hace diecisiete años atendiendo, en una residencia del Paseo de la Ermita del Santo, de Madrid, a los más pobres de entre los pobres. Siete Misioneras de la Caridad atienden mensualmente a unas doscientas familias

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Con los más pobres de Madrid

Las Misioneras de la Caridad, hijas de la madre Teresa de Calcuta, atienden por todo el mundo a los más pobres de entre los pobres. También en Madrid. Después de predicar con el ejemplo en Leganés y en Vallecas, las Misioneras se instalaron en una residencia del Paseo de la Ermita del Santo, que en la actualidad alberga gratuitamente a una treintena de ancianos y a varios enfermos terminales de Sida que no pueden subsistir por sí solos.

Siete hijas de la Madre Teresa los atienden y prestan su ayuda económica mensualmente a unas doscientas familias; una de ellas, la Hermana Paulina, natural de Kerala (India), nos comenta que el pabellón de enfermos terminales de Sidda aloja a aquellas personas a las que «no las quieren en sus casas ni tienen medios para vivir». La pobreza, según ella, no es igual en Europa que en África o Asia, pero «en cada ciudad hay pobres, sea en Nueva York, sea en Calcuta» y, en cualquiera de los casos, «la soledad de sufrir y ser abandonado es la peor de las pobrezas».

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La Hermana Paulina, cuando se siente impotente ante el dolor humano, recuerda las palabras de su fundadora: «Nuestro trabajo, sin sufrimiento, no tiene valor». Asimismo, piensa que el verdadero cristiano no ha de cerrarse en sí mismo, sino salir afuera; y cita la parábola de los obreros de la viña, «que hace mucho me hizo pensar», por las palabras del dueño a sus trabajadores: ¿Cómo estáis aquí ociosos todo el día?

En Madrid, como en la India, las Misioneras de la Caridad son el testimonio de una fe sin barreras y la prueba más palpable de que, como piensa sor Paulina, «la Palabra de Cristo se está cumpliendo y llega a todo el mundo».

Álvaro de Diego