«El Calvario, solo por ti» - Alfa y Omega

«El Calvario, solo por ti»

Colaborador
La nueva basílica de Cracovia: al frente, san Juan Pablo II dirige la nave de la Iglesia sobre el océano de la misericordia. Foto: María Martínez López

Soy devoto de la Divina Misericordia desde el año 1990, en que el Señor me dio a conocer dicha devoción en una estampa que vi en blanco y negro en una iglesia de Barcelona. Me llamó la atención la imagen de Nuestro Señor con la mano levantada como bendiciendo, y la leyenda: Jesús, en Ti confío. A partir de este momento me dejé llevar por el Señor y con confianza me ha ido llevando a descubrir nuevos caminos. He difundido la devoción de la Divina Misericordia por todas partes, haciendo campañas para ser conocida la fiesta del Domingo de la Misericordia cada año. Desde el año 2007 me encuentro ayudando en la organización de los Congresos Mundiales de la Misericordia: Roma 2008, Cracovia 2011, Bogotá 2014, y el próximo, que se celebrará en Filipinas en enero de 2017.

He ido un sinfín de veces al santuario de la Divina Misericordia en Cracovia. Cuando entro en la iglesia original del santuario, donde actualmente está la tumba de santa Faustina Kowalska, la emoción se apodera de mí y el corazón me empieza a latir con fuerza. A las tres de la tarde, la Hora de la Misericordia, cuando Nuestro Señor falleció y por su llaga del costado brotó sangre y agua dando la Misericordia al mundo, las hermanas entran todas dentro de la iglesia ocupando el lado izquierdo. Con los brazos en cruz, sosteniendo con la mano derecha el rosario, rezan la coronilla de la Divina Misericordia con voz angelical. A uno se le pone la piel de gallina, de verdad. Siento en estos momentos el amor, la misericordia, la ternura de un Padre que te ama sin límites y que Jesús habría aceptado el Calvario solo por ti. Sí, solo por ti.

La nueva basílica, desde la distancia, tiene forma de barco. En la parte delantera está san Juan Pablo II con la cruz de peregrino abriendo y surcando el océano infinito de la Misericordia, donde todas las culpas y pecados de la humanidad son borrados, porque cuando una persona tiene pecados graves y su alma está negra, si estos pecados se los damos al Señor con plena confianza, entonces Él los sumerge dentro del océano de su Misericordia, y nos perdona.

Santiago. Barcelona