Martin Baani: «Podría irme de Irak, pero quiero estar con mi gente» - Alfa y Omega

Martin Baani: «Podría irme de Irak, pero quiero estar con mi gente»

Me llamo Martin Baani. Tengo 25 años y este año me ordenaré sacerdote. Todos los días acudo a los campos de refugiados cristianos para acompañar a las familias. Somos cristianos refugiados. El Daesh quiere eliminar el cristianismo de Irak pero yo he decidido quedarme. Amo a Jesús y no quiero que desaparezca nuestra historia

Raquel Martín
Seminaristas en San Pedro, en Erbil (Kurdistán iraquí). Foto: AIN

Todos los jóvenes del mundo están convocados esta semana en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia por el Papa Francisco. También los de Irak. Algunos privilegiados podrán ir, pero la mayoría no. La juventud cristiana de este país lleva dos años en estado de shock. De la noche a la mañana se quedaron sin futuro.

En verano de 2014, los terroristas del Daesh tomaron todas las ciudades cristianas de la llanura de Nínive y, por primera vez en la historia, el cristianismo desapareció de esta tierra. Desde entonces, ya no hay un solo sacerdote, no suenan las campanas de las iglesias y no se celebra la Eucaristía.

Más de 120.000 cristianos de Mosul, Qaraqosh, Telfiev… se convirtieron en refugiados en el Kudistán. Dejaron trabajos, ahorros, casas y estudios. Perdieron todo menos la fe.

Así nos lo recuerda Martin Baani, un seminarista que este año será ordenado sacerdote. Cada vez que tiene que hacer memoria de lo que pasó aquel agosto en su pueblo tiene que respirar hondo para evitar emocionarse y no llorar. Y les aseguro que este joven es fuerte, maduro y tiene los pies muy bien asentados en el suelo.

No vas a la JMJ de Cracovia, ¿verdad?
No. Yo podría estar con todos los jóvenes del mundo en Polonia pero he decidido quedarme. Quiero quedarme con mi gente, los jóvenes refugiados en mi país, Irak, pero estaremos unidos a vosotros en nuestra oración.

¿Puedes salir del país y no quieres?
Yo tengo a mi familia en California y tengo visado para poder salir a EE. UU. Sin embargo, he decidido quedarme. No quiero huir del problema y amo a mi país. Creo que Jesús nos anima a quedarnos. Si Jesús no estuviera con nosotros, los cristianos de Irak, no podríamos permanecer aquí ni un minuto.

¿Cómo sufriste el zarpazo del terrorismo del Estado Islámico?
Yo soy de un pueblo de la llanura de Nínive que se llama Karamlesh. El 6 de agosto de 2014 estaba en la iglesia junto con mi párroco, Paul. Recibí un mensaje en mi móvil de un amigo que me decía que el Daesh estaba en las puertas de la ciudad y que teníamos que huir de inmediato. Preguntamos al obispo qué debíamos hacer. Había mucho desconcierto. Todas las familias estaban aterrorizadas, preparando los coches para irse al Kurdistán. Ayudamos a todos a organizarse para la huida. Ni el Ejército ni los Peshmerga nos protegían ya. Se oía el ruido de explosiones y disparos.

¿Y qué pasó?
Salí corriendo hacia la iglesia. Temí por mi vida. Tomé conmigo al Santísimo y un manojo de documentos de valor. Atravesé el pueblo y me reuní con mi párroco en su coche para salir. Patrullamos por última vez las calles de Karamlesh. Queríamos asegurarnos de que no quedara nadie en el pueblo. Fuimos los últimos en salir.

¿Por qué quieres ser sacerdote en Irak?
No queremos que desaparezca nuestra historia. Me quiero quedar aquí, no irme a otros países. Esto es lo que necesitamos los cristianos de Irak y por lo que rezamos. Pero para permanecer aquí necesitamos de vuestra ayuda y oraciones.

Como Martin, hay otros 27 jóvenes en el seminario de San Pedro en Erbil, la capital del Kurdistán. Se están formando para ser los futuros sacerdotes de un Irak que necesitará la presencia cristiana para cerrar las profundas heridas y favorecer la convivencia. Ellos están disponibles y, a pesar de lo vivido, no tienen miedo.