Cartas a la redacción

El mundo necesita de todos. España es un todo, que se hace con todos. Es lo que los políticos no pueden olvidar, hacer algo constructivo a la hora de hilvanar sus planes, que no son para cada uno de ellos sino para el conjunto nacional.

En esta hora de formar Gobierno los que nos sentimos católicos no podemos pasar de largo. Colaborar, incluso aportando ideas, es obligación de todos. Su omisión sería un deleznable crimen contra el país, nuestras propias convicciones y –no lo olvidemos– contra Dios, que está ansioso de ayudar; pero para ello roguemos, sí, pero con el mazo dando.

Ginés Alcaraz Garrido
Madrid

Mi madre era una maría de los sagrarios calvarios, una congregación fundada por don Manuel González García, al que pronto veremos en los altares, el 16 de octubre. Fue en Palomares del Río (Sevilla) a donde fue a predicar una misión, y al ver la iglesia vacía, pensó en la cantidad de sagrarios abandonados que habría en el mundo. Mi madre admiraba a don Manuel y su obra; y me inculcó la devoción, de no olvidar al entrar en el templo, saludar a Jesús Sacramentado en el sagrario. Su pronta canonización me empuja a hacer una visita diaria. Esperemos que ahora, con la canonización de don Manuel, se vuelva a dar a los sagrarios la importancia que él le dio. Jesús nos espera en ellos, aunque sea un ratito al día.

Charo Zarazaga del Castillo
Sevilla

El Ayuntamiento de Madrid ha retirado la Medalla de Oro de Madrid que en su día concedió a don Leopoldo Eijo y Garay, obispo de Madrid-Alcalá durante un periodo de tiempo muy prolongado (1922-1966), y que aún se le recuerda con cariño. Don Leopoldo era miembro de la Real Academia Española (1927), también fue nombrado durante la II República Española (1932) miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y fue consejero nacional de las FET y de las JONS nombrado por Francisco Franco. Personalidad de una gran cultura y escritor de relevancia, se distinguió en su diócesis por la realización de numerosas y reconocidas labores y obras sociales de todo tipo.

La decisión del Pleno del Ayuntamiento no tiene ningún fundamento jurídico y es arbitraria, al tratarse de una distinción personal de carácter vitalicio. Únicamente se pueden revocar aquellas condecoraciones o distinciones pero de personas que aún viven, nunca de personas ya fallecidas.

Juan Felipe Higuera Guimerá
Zaragoza