El Vaticano condena a 18 meses de cárcel a Vallejo Balda y 10 a Francesca Chaouqui - Alfa y Omega

El Vaticano condena a 18 meses de cárcel a Vallejo Balda y 10 a Francesca Chaouqui

Ninguno de los dos irá a la cárcel, mientras que los periodistas implicados en el caso Vatileaks II han sido absueltos

Juan Vicente Boo

Aunque los delitos cometidos eran graves y han sido probados, el Tribunal del Estado de Vaticano ha dictado el jueves sentencias benévolas contra los dos responsables de la filtración de documentos de las auditoras que revisaron en 2014 la organización económica y administrativa del pequeño Estado.

El sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda, antiguo secretario de la extinta Prefectura de Asuntos Económicos, fue condenado a dieciocho meses de cárcel pero, como lleva ya ocho en prisión preventiva desde el pasado uno de noviembre, podrá quedar en libertad a menos que recurra contra la sentencia en los próximos tres días.

A su vez, la publicista italiana Francesca Chaouqui, la intrigante colaboradora que ejercía un extraño control mental sobre el sacerdote español, ha sido condenada a once meses de prisión pero «suspendida», de modo que no se ejecuta a menos que cometa algún delito contra el Vaticano en los próximos cinco años.

Las sentencias son extraordinariamente benévolas por haber aplicado todos los atenuantes en un caso que, formalmente, hubiese podido terminar en condenas de cuatro a ocho años de cárcel ya que en julio del 2013, el Papa Francisco endureció las penas por la divulgación de «documentos sobre intereses fundamentales o relaciones diplomáticas».

Lo hizo para disuadir comportamientos como el del «mayordomo infiel» de Benedicto XVI, que filtró a un periodista italiano centenares de documentos, amargando por completo los dos últimos años de pontificado del Papa alemán.

Aun así, Vallejo Balda y Chaouqui, resentidos por no haber obtenido cargos en la nueva secretaría de Economía y en la nueva secretaría de Comunicación, crearon una «oficina secreta» que preparaba «dossiers» contra altos cargos del Vaticano.

Cuando Vallejo se los hizo llegar al Papa, quizá pensando en que rodarían las cabezas de los acusados, la respuesta de Francisco fue que pasase todo al nuevo secretario de Economía, el cardenal australiano George Pell.

El segundo error fue filtrarlos para ver si conseguía mejores resultados. Francisco reaccionó inmediatamente en el ángelus del 8 de noviembre de 2015 afirmando que «robar documentos es un delito. Es un acto deplorable que no ayuda. Yo mismo había pedido esas auditorías. Tanto mis colaboradores como yo las conocemos bien, y se han tomado medidas que comienzan a dar frutos, algunos ya visibles».

La filtración no sirvió para nada. El Papa llevó a cabo la creación de la secretaria de Economía, encomendada al cardenal Pell, y la secretaria de Comunicación, encomendada al sacerdote italiano Dario Edoardo Viganò, que llevan tiempo dirigiéndolas con normalidad.

En defensa de su cliente, la abogada de Vallejo Balda invocó una y otra vez la manipulación mental y el chantaje al que lo sometía Francesca Chaouqui, leyendo incluso en el tribunal mensajes de Whatsapp crueles e insultantes que comenzaban con «Escúchame gusano…».

A su vez, la abogada defensora de Francesca Chaouqui presentó a la publicista como una víctima reconociendo tan solo que «habla cuando debería estar callada. Pero el hecho de que sea antipática, arrogante, presuntuosa e indisciplinada no debe llevar a una condena».

En realidad, tanto la publicista como su abogada, han utilizado el proceso para hacerse publicidad. Francesca Chaouqui, asidua de entrevistas y tertulias, novelaba continuamente el caso en su cuenta de Facebook e introdujo como parte del espectáculo tanto su embarazo como el nacimiento de su hijo hace un par de semanas.

Incluso había comentado a varias personas que su deseo era ir a prisión, con su hijo, y escribir desde las mazmorras un libro que la llevase a la fama.

Quizá por eso atacaba de modo intolerable al Tribunal y al «número tres» del Vaticano, Angelo Becciu, después de haber intentado en vano que se interrogase al «número dos», el secretario de Estado Pietro Parolin, ajeno a un asunto menor como la comisión de la que habían formado parte los dos imputados.

Los dos periodistas italianos que publicaron documentos no fueron absueltos sino que el Tribunal se declaró «falto de competencias», al tiempo que reafirmada el principio de «libertad de prensa». El quinto imputado, un italiano secretario administrativo de Vallejo Balda, fue el único absuelto.

Las sentencias benévolas permiten pasar página y dejar atrás un caso menor que habían protagonizado, desmesuradamente, dos personas marginales en el funcionamiento del Vaticano.

Juan Vicente Boo / ABC