«Mi familia fue mi escuela» - Alfa y Omega

«Mi familia fue mi escuela»

Redacción
Monseñor Osoro saluda a una familia. Foto: Ignacio Arregui/Infomadrid

Monseñor Osoro concedió al programa Hay mucha gente buena, de Radio María, una entrevista tras la vigilia de oración celebrada el viernes 1 de julio con los jóvenes. El prelado compartió varios recuerdos personales, como su vida familiar en el municipio cántabro de Castañeda, su localidad natal. «Dios ha marcado mi vida. Con mis padres y mis hermanos yo aprendí a pronunciar por primera vez el nombre de Jesús y me enseñaron a ponerme en sus manos», dijo. Su familia fue «la gran escuela en la que yo aprendí las mejores cosas: a perdonar, a vivir la alegría, a sentirme querido por Dios, a servir a los demás… Todo esto lo aprendí junto con mis padres».

El arzobispo de Madrid recordó que su madre siempre le decía: «A ver niño, ¿has rezado el rosario?». «Fue mi madre —añadió— la que me enseñó a querer a la Virgen, la que me remitía permanentemente a nuestra Madre». A monseñor Osoro le marcó también «el ver cuando ya mi padre era muy mayor, se iba a acostar y a veces yo iba a despedirle; él tenía en su mesilla una imagen de la Virgen, y lo encontraba rezando y le daba un beso. Yo siempre he tenido la tentación de escribir la teología del beso de mi padre. Por eso yo creo que ahí hay algo que ha hecho que para mí la Virgen sea algo tan especial y tan esencial en mi vida». Hasta el punto de que la noche anterior a la toma de posesión como arzobispo de Oviedo la pasó «ante la Santina en la cueva de Covadonga, tapado con una manta y rezando a la Virgen»; o de la hondura con la que le ha calado la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid: «He descubierto en ella algo precioso: su imagen aparece en un muro, el muro se abre y aparece ella, porque ella es la mujer que rompe muros, que crea puentes, que nos une».

L. U. Z. / J. L. V. D.-M.

Entrevista en Radio María a don Carlos Osoro

Presentadora: Me acompaña la doctora Mercedes Moya, el padre Javier Mairata formador del seminario de Getafe y el padre Isaac Parra. Don Carlos usted nació hace 71 años en Castañeda, Cantabria. ¿Qué nos puede contar de su vivencia de la fe en familia, qué recuerdos tiene que marcaron su vida?

Osoro: Pues Dios ha marcado mi vida. El lugar fueron mis padres, y mis hermanos donde yo aprendí a pronunciar por primera vez el nombre de Jesús, donde fui conociéndolo por las cosas que ellos me decían, me enseñaron a ponerme en sus manos, me indujeron con su vida a descubrir que lo más grande que le puede acontecer en la vida del ser humano es estar abiertos al exterior si se nos ha revelado en Cristo, yo creo que siempre lo afirmo así, que las mejores cosas de mi vida yo las he aprendido de la infancia, con mis padres y con mis hermanos. Es mas, yo diría que es la gran escuela en la que yo aprendí las mejores cosas, como son aprender a perdonar, a vivir la alegría y a sentirme querido por Dios, a saber si se servir a los demás, a conocer al otro mejor que a mi mismo, a descubrir que mi vida era para el servicio a los demás, y que yo me realizaba y alcanzaba más la libertad en la medida en que me entregaba más. Todo esto no lo aprendí en los lugares donde he estudiado, si no que lo aprendí junto con mis padres que me enseñaron esto.

Isaac: Don Carlos usted siempre ha tenido mucha cercanía con los jóvenes, de hecho hace un ratito terminaba la oración que tiene con los jóvenes de Madrid. ¿Es verdad que muchos jóvenes, sobre todo al llegar a la adolescencia, se separan de la fe, esa fe que han ido aprendiendo en casa, a usted le sucedió eso? ¿Como fueron sus años de fe, sus años de juventud?

Osoro: Yo no tengo conciencia de haberme separado de esa versión, otra cosa distinta es que hay unos años en que te surgen dudas, te surgen preguntas, pero creo que cuando tienes un clima de cariño, cuando creces viendo como otros están a tu lado, saben dar respuestas a situaciones incluso más difíciles de las que tú estás viviendo, pues resulta que eso te alienta y te ayuda, y es mas yo creo que esas crisis cuando las pasas, y te ayuda a verlas desde la luz que te da el Señor pues vas viendo que creces, creces como persona, en la entrega, creces en descubrir. En fin, yo creo que todo esto desaparece en la medida en que te enseñan a olvidarte de ti mismo y considerar que los otros son los más importantes. A mí me parece que eso es lo esencial y en la medida en que los que están a tu alrededor te siguen mostrando el mismo aprecio, el mismo cariño, la misma consideración, no porque tu dudes o hagas preguntas…

Isaac: Usted estudio en la universidad y luego trabajó como profesor, y ahí es cuando decide entrar en el seminario, ¿cómo fue la llamada de Dios en su vida?

Osoro: Yo ya lo he contado y de hecho está escrito en un libro. Yo de pequeño recuerdo que cuando vivía todavía en el pueblo, antes de que nos fuéramos a vivir a Santander, por razones precisamente de estudios, porque antes en los pueblos no había colegios para estudiar bachillerato, entonces estando en el pueblo vinieron unos misioneros, recuerdo que eran redentoristas, y siempre en los pueblos cuando venían de las misiones, venía uno dedicado a los niños y otros a los mayores. A los niños, una mañana cuando estábamos reunidos en la iglesia comenzó a hacernos preguntas, y una de las preguntas fue, ¿quién de vosotros quiere ser sacerdote?, yo tendría 5 ó 6 años y levanté la mano y eso en mi vida nunca se me ha olvidado. Tal es así que ese levantar la mano, que es en definitiva lo que yo quiero, pues ha estado permanente en mi vida. Tardé, es verdad, en dar una respuesta, pero a la pregunta si prestaba y fue comenzar a enseñar cuando los mismos jóvenes que yo tenía delante de mí y tú solamente nos vas a poder dar esto , nos vas a poder dar esto? No es que ellos me lo dijesen, me hacían esa pregunta. Y ahí es donde yo rápidamente decidí, consultada con la persona que yo creía, que en ese momento fue el padre jesuita de Santander, y bueno tomé la decisión.

Isaac: Usted entró en el seminario de vocaciones tardías de Salamanca porque entonces vocaciones tardías, hoy vocación tardía, era mucho más tarde que entonces.

Osoro: Normalmente en esa época todos los seminaristas venían del Seminario Menor y surgió un seminario en Salamanca que era un Colegio Mayor vinculado a la universidad y bueno allí íbamos gente de toda España, incluso había gente de América, que había terminado la carrera, habían terminado los estudios y entraban al seminario. También había una sección que antes de comenzar los estudios de Filosofía y Teología, si era gente mayor, hacían ya el Bachillerato, hacían los estudios necesarios para hacer los estudios de Filosofía y Teología. En esa sección salía yo de la universidad corriendo para dar clase cuando yo terminaba en la Pontificia, para dar clase a alguno de los cinco sacerdotes y otros que no han llegado a sacerdotes pero son grandes amigos.

Presentadora: Don Carlos, se ordenó sacerdote el 29 de julio de 1973, día de Santa Marta. ¿Nos podría contar algún momento que ese día le tocara especialmente el corazón?

Osoro: Verme rodeado de tanta gente, de mis amigos, de familiares, muchos de ellos ya no viven como mis padres, tíos míos, ahora mismo ya no queda ninguno tanto del lado de mi madre como de mi padre. De amigos, vino gente que había estudiado conmigo, recuerdo que también vino un autobús desde Salamanca, los mismos que han venido a la toma de posesión de la Archidiócesis de Madrid. Entonces eran jóvenes y ahora pues tienen casi mi edad. Era un centro de adultos que funcionaba en la parroquia de santo Tomás de Villanueva, donde yo hacía la etapa pastoral, y allí empezó a funcionar un centro de adultos reconocido por el Ministerio. Por las noches daban clase y yo también di clases ahí. Todos me acompañaron y por lo tanto tengo recuerdos inolvidables de sacerdotes, de mi tierra de Santander, que han fallecido, el párroco de mi parroquia José María, a quien yo le tengo cariño y aprecio, gente del seminario, bueno son mucha gente cuando me haces esta pregunta se me pone una pantalla gigante y recuerdo el cariño de la gente y sobre todo de un Dios que se fiaba de mí, para hacer Él en medio de los hombres, y lo ha querido ser así, con mis torpezas, mis fallos y mis pecados, que existen pero sin embargo, con unas ganas inmensas de dar la noticia de Jesucristo.

Presentadora: Usted comienza su ministerio en Santander, y entre muchos cargos que gestiona esta diócesis fue rector de Monte Corbán y vivió la preciosa tarea de formar a sacerdotes de la diócesis, ¿cómo fue esa experiencia?

Osoro: Para mí una maravilla, yo estuve muy poco tiempo en una parroquia en Torrelavega, una parroquia en la que también me dediqué a trabajar con jóvenes y fue una maravilla de ver tantos y tantos jóvenes que se movían con esas ganas en grupos, en tareas apostólicas, en compromisos sociales diversos, en los campos de trabajo, en los campamentos que hacíamos con los niños. Es algo en lo que estuve muy poco tiempo, porque luego el obispo de Santander, Juan Antonio del Val, me nombra vicario general y en Santander no había seminario y me pidió que lo abriese y estuve 20 años allí, 19 como rector del seminario porque el último año, el primero fui vicario general, por lo tanto estuve 20 años como vicario general y 19 como rector compatibilizando las dos cosas con un equipo maravilloso de sacerdotes que me ayudaron y que han estado después de marcharme yo en la formación en el Seminario y yo lo recuerdo como una maravilla, que un obispo, un sucesor de los apóstoles, se fie de ti, te diga y te encargue que formes a futuros sacerdotes, es una gran responsabilidad pero es una maravilla, el hacer posible que un muchacho joven vaya dejándose hacer por nuestro Señor y dejar que su vida sea para hacer presente a Él no solamente con palabras sino con obras, y después otros muchos que se alejaron pero que para mí siguen siendo una maravilla de cristianos, algunos de ellos padres de familia extraordinarios.

Javier: Don Carlos, el Seminario de Monte Corbán es precioso, yo soy formador del Seminario de Getafe y hemos estado yendo varios veranos, le pido un consejo para todos los formadores que nos están escuchando, ¿qué nos diría a nosotros? ¿qué palabras nos diría para alentar nuestra labor?

Osoro: Yo me leí muchas veces la parábola del Buen Pastor. En esa parábola uno descubre muchas cosas, pero descubres sobre todo la necesidad de encontrarnos con nuestro Señor. Uno no puede ser formador para algo y para alguien que tiene que ser las veces de Jesucristo sin encontrarse realmente con nuestro Señor. Pasar tiempos largos de encuentros con Él es la mejor manera de aprender la pedagogía que el Señor quiere que hagamos respetando la personalidad de cada uno y los acentos peculiares que Dios ha puesto en cada ser humano. Uno tiene que vivir desapropiándose de uno mismo, vive para nosotros, cuanto cuesta, yo ahora lo veo, cuanto cuesta que la agenda te la marquen, que tu vida sea para los demás, que casi no tengas tiempo para ti, solo para el Señor, para prepararte, para regalarle en la medida que puedes, con los fallos que uno tiene en la vida. Por otra parte, enseñarles también a salir, a salir a buscar la cabeza perdida que aparece en la parábola, que no estamos congregados con los establos para salir y que salgan conmigo. Lo que no vale es hacer iglesia estufa. Esa es la esencia de Jesucristo, calentitos todos nosotros, esa no es la iglesia del Señor. Y en ese sentido, yo les diría eso, que cojáis a todos los formadores la palabra del Buen Pastor, hay un símbolo precioso de lo que tenemos que hacer pero nadie puede hacerlo si no tiene una relación intensa y permanente con el Buen Pastor,

Otro: En 1997 el Papa Juan Pablo II lo nombra obispo de Orense, en 2002 es nombrado obispo de Viñedo, en 2009 arzobispo de Valencia. ¿Cómo se aprende a ser obispo? ¿Qué es lo más hermoso y lo más difícil de ser obispo?

Osoro: Como ves, he sido un itinerante porque he pasado por muchos sitios. Siempre muy feliz y yo creo que a mí me han hecho en las iglesias particulares en las que yo he estado, donde comencé, y donde me enseñaron a ser obispo, y es probable que participasen también de mis torpezas que fue en la diócesis de Orense que nunca lo olvido, es como… fue la primera parroquia y fue algo entrañable, y siguen siendo entrañables los orensanos, aprendes en todos lados. En el Evangelio de este domingo se nos dice, cuando Jesús nos dice, poneos en camino y es algo que hay que hacer, ponerse en camino y poner en camino sabiendo que uno va a preparar para que el Señor llegue, Él va a volver y le tenemos que preparar ese camino y además tenemos que ir sin alforjas, sin talega, y eso es difícil a veces porque nos pasa un poco como, hoy nos decía el Evangelio, que estaba en el mostrador de San Mateo, yo no sé si os habéis dado cuenta que todos tenemos unos mostradores y vaciarse de eso y dejar que entre el Señor, y decirle al Señor, sígueme pues eso es lo más difícil, yo creo, de ser obispo. Porque todo lo demás, las personas que te encuentras a mí es lo que más me gusta en la vida, cuando tengo que marcharme a Oviedo, a Asturias, pues yo he aprendido mucho en Asturias, y alguna vez lo he dicho, para ser obispo tienes que pasar por los pueblos de Asturias, allí se aprende a convivir de verdad, y a vivir la fraternidad en las diferencias también, pero lo que nos une y nos tiene que unir es Jesucristo, y eso es muy bonito, allí hay un humanismo, unas entrañas tan fuertes, es grandón y es que tienen el corazón grandón.

Presentadora: Pues mire don Carlos tenemos aquí a dos asturianines y entre ellos a Luis Díez que lo confirmó usted en santo Tomás de Cantorbery y le quería saludar.

Luis: Buenas noches. Muchas gracias

Osoro: A ustedes, que me han dado muchas cosas, el Mediterráneo en sí me ha dado muchas cosas, una manera de querer, de abrirse a los demás, de hacer puentes, yo no sé si es la tierra que es más llana pero haces puentes, no necesitas hacer muros, al contrario allí los muros se rompen rápidamente precisamente para unir.

Luis: Yo sé que los asturianos somos un poco duros de cabeza y que hay que rezar mucho por nuestros obispos por eso, porque nos conocemos.

Osoro: Tenéis un corazón inmenso y cuando lo contagiáis viene bien, también a un obispo le viene bien tener ese corazón.

Luis: Don Carlos, quisiera hacerle una pregunta. De todos los momentos que vive en el ejercicio de su ministerio, la visita a los sacerdotes, la visita pastoral a las parroquias, las consagraciones, la consagración de una nueva parroquia, las ordenaciones de presbíteros y diáconos, ¿qué aspecto o aspectos tocan más su corazón?

Osoro: Lo que más toca, mira si a mí me dijesen qué página del Evangelio elegirías que ha tocado más tu vida, pues te diría esa que dice, nuestro Señor cuando va paseando y caminando por las aldeas, por las ciudades y ve que la gente está como las ovejas, que no tienen pastor, si tienen la necesidad de que alguien se acerque a ellos, de alguien que les quiera, que les dé la vida, en ese sentido pues como es esta página la que me ha tocado vivir, todos los momentos cuando visita a la gente, cuando visita a los enfermos, cuando está con los ancianos, cuando está con los seminaristas, cuando está con los jóvenes, cuando hace la ordenación, y prolonga y hace que el ministerio esté presente en tantos y tantos lugares, el ministerio del Señor, son momentos bellísimos, de hacer viable que de verdad no tengan los hombres experiencias de no tener pastor. De que tengan a alguien que les quiere como el mismo amor del Señor, que da la vida por ellos, que no está aquí de prestado, que le recoge además no como Él quisiera que estuviera si no como son y abre su vida y su corazón a los que están y como son, y yo creo que esto es lo más interesante.

Presentadora: Don Carlos no queremos cansarle, que sabemos que ha tenido una jornada muy intensa y quiero hablarle de la Virgen, quiero saber ¿qué ha sido para usted nuestra madre, la que nos lleva siempre consigo, quién ha sido o es ella para usted?

Osoro: Pues realmente ha sido mi madre y lo que signifique eso, y lo sigue siendo, además. Te voy a contar una cosa que casi nunca cuento. Yo me acuerdo que cuando iba a mi casa mi madre siempre me decía: ¿por qué no sigues siendo niño?, para sus padres hasta que mueren uno siempre es niño. Mi madre siempre me decía: ¿a ver niño, has rezado el rosario? ¿Es decir, quién me ha enseñado a mí a querer a la Virgen? Mi madre, mi madre que me remitía permanentemente a nuestra madre, y también el ver cuando ya mi padre era muy mayor, se iba a acostar y a veces yo iba a despedirle, él tenía en su mesilla la Virgen, y lo encontraba rezando y le daba un beso. Yo siempre he tenido la tentación de escribir la teología del beso de mi padre. Por eso yo creo que ahí hay algo que ha hecho que para mí la Virgen sea algo tan especial y tan esencial en mi vida, y han hecho que me haya acompañado en las vocaciones de mi vida, yo siempre digo que los títulos de la Virgen son como fotografías diversas que tenemos de nuestra madre, desde Santa María, madre de Dios, que es la titular de la Virgen de los Milagros de Orense hasta la santidad de Covadonga, donde yo la noche de llegar a Oviedo, la noche antes de tomar posesión en la cueva de Covadonga tapado con una manta y rezando a la Virgen, hasta llegar después a Valencia donde tantas veces he ido a celebrar, donde tantas veces la he invocado, la he pedido, la he solicitado que me amparase y lo ha hecho además, he comprobado que lo ha hecho. Ahora mismo también en la vocación de la Madre de Dios de la Real de la Almudena, porque antes he hablado de todas la diócesis en las que he estado o casi todas y ahora llevo ya casi dos años en la diócesis de Madrid y la Virgen de la Almudena yo he descubierto en esta fotografía de la Virgen algo precioso, ella aparece, como dice el himno que cantamos, aparece en un muro, el muro se abre y aparece ella, esa mujer que rompe muros, que crea puentes que nos une, es la mujer que nos recuerda siempre a su hijo, que sabe decir lo que dice la magnífica, que proclama la grandeza del Señor, permite que nuestra vida también sea una grandeza del Señor, es la mujer que nos enseña a vivir, lo que ella vive en el nacimiento del Señor está en silencio contemplando a nuestro Señor y esa mujer que sobre todo es capaz de decir a Dios cuando le propone ser Madre de Dios aquí estoy, aquí me tienes yo voy a hacer lo que tu quieres yo creo que todo eso ¿cómo no lo vamos a tener en cuenta? Aquella mujer que el Señor en el momento más humilde de su vida, que ya esta despidiéndose de este mundo y va a morir en la cruz, es la que le dice a Juan, ahí tienes a tu madre, y a la madre, ahí tienes a tu hijo, y desde aquí y ahora nos dice Juan la metió en su casa, la metió en su vida, yo para mí todo es una parte fundamental de mi espiritualidad y mi relación con Jesucristo pasa siempre por su Santísima madre que es mi madre.

Presentadora: Muchísimas gracias don Carlos Osoro, arzobispo de Madrid por las cosas tan bonitas que nos ha contado con esa teología del beso que nunca olvidaremos.

Rodrigo: Esperemos que algún día pueda escribirla.

Osoro: Pues si Dios quiere, pero no tengo tiempo para escribirla, pero sí que me gustaría, porque yo siempre pienso en las cosas que le pasaría por la cabeza a mi padre.

Presentadora: Muchísimas gracias don Carlos.

Osoro: Muchas gracias a vosotros y a todos los que han tenido la paciencia de escucharme y especialmente a la gente de Madrid, de Valencia, de Asturias, y de Orense que han sido las fraguas que de este pobre hombre que ha sido bendecido por el Señor a través de Dios.