La puerta abierta a los Papas eméritos - Alfa y Omega

La puerta abierta a los Papas eméritos

En septiembre saldrá a la luz Últimas conversaciones, un nuevo libro-entrevista con Benedicto XVI. Por primera vez, un Pontífice vivo podrá trazar el balance definitivo de su ministerio

Andrés Beltramo Álvarez
Francisco participa el 28 de junio en la celebración de los 65 años de sacerdocio de Joseph Ratzinger. Foto: EFE/L’Osservatore Romano

Benedicto XVI abrió la puerta y en el futuro podrán coexistir dos o hasta tres. Es la normalización de los Papas eméritos. No solo gracias a Joseph Ratzinger, que presentó su renuncia, sino –sobre todo– a Francisco, quien decidió respetarle su lugar. Incluso contra las resistencias surgidas en el seno de la Curia romana. Todavía a algunos en el Vaticano parece molestarles esta inédita convivencia. Aunque no a sus protagonistas. En medio de todo este debate, saldrá a la luz un nuevo libro-entrevista de Benedicto XVI en el cual, por primera vez, un Pontífice vivo podrá trazar el balance definitivo de su ministerio.

Se llama Últimas conversaciones y es un coloquio con su amigo periodista Peter Seewald. El mismo autor de Luz del Mundo, otro libro-entrevista que abrió encendidos debates en 2011, cuando fue editado. Este último saldrá a la venta el 9 de septiembre, también en España, y revelará las tribulaciones de un Papa antes de renunciar. Un testimonio único, del cual se conocen –por ahora– algunos pasajes.

El «lobby gay», desbaratado

Revelaciones sobrarán. El morbo se posará sobre el relato del «lobby gay», un grupo compuesto por «no más de cuatro o cinco personas» que el Papa emérito reconoce haber desbaratado. Además, según anticiparon sus editores, en la entrevista, el protagonista «habla de sí mismo, de su fe, las debilidades, la vida privada, los escándalos y los nudos del papado, explicando las razones de su opción (de renunciar) –al inicio comunicada solo a pocas personas de confianza para evitar filtraciones– y despejando dudas sobre presuntas presiones que lo habrían empujado a dejar el cargo».

El texto encenderá nuevamente la siempre cotidiana polémica sobre «los dos Papas». Una controversia que se ha vuelto a poner de moda en estas semanas en el Vaticano, tras las declaraciones del prefecto de la Casa Pontificia, George Gänswein, durante una conferencia en la Universidad Gregoriana de Roma. El secretario privado de Benedicto XVI sugirió que la renuncia del Pontífice alemán, en febrero de 2013, en realidad no le había apartado del todo del papado. Argumentó que la decisión de retirarse a la soledad del monasterio dentro del Vaticano había solo modificado la forma de ejercer su ministerio. Casi como si existiese un Papa activo y otro contemplativo.

La tentación de la ruptura

Afirmaciones que reabrieron un debate aún no resuelto: el significado más profundo de la era de «los dos Papas», el emérito y el reinante. Porque, en estricto honor a la verdad, todavía no se han analizado a profundidad todas las consecuencias teológicas y jurídicas derivadas de aquel histórico acto de renuncia, tan dramático como revolucionario. Es probable que este debate no se haya dado a fondo entre intelectuales y estudiosos, por la magnitud del impacto que ha significado para la Iglesia el ministerio del sucesor, Francisco. Es, en todo caso, una discusión pendiente.

Por otra parte existe en el Vaticano y más allá, en la Iglesia, una corriente de pensamiento que quisiera ver en Benedicto al único Papa legítimo. Idea que se insinúa en ciertos portales y otros espacios de información especializada, incluso en España. Hasta cardenales y obispos quisieran ver en Ratzinger el reflejo aglutinante de un bloque de disenso al Pontífice argentino. Es la tentación de la ruptura.

Pero ambos, tanto Benedicto como Francisco, se han encargado de acabar con estas especulaciones. Se muestran juntos con naturalidad y en público, cada uno ocupando su espacio. Se respetan mutuamente y lo comunican. Sin tabúes.

Nueva entrevista de Francisco

Para Francisco está claro: hay un Papa emérito, no un «segundo Papa». Y su admiración por Ratzinger quedó nuevamente de manifiesto el pasado fin de semana, durante una entrevista con el diario argentino La Nación, en la cual constató que pese a sus problemas para moverse, Benedicto XVI tiene «su cabeza y su memoria intactas, perfectas». Con su renuncia, «fue un revolucionario. En la reunión que tuvo con los cardenales, poco antes del cónclave de marzo de 2013, nos dijo que uno de nosotros sería el próximo Papa y que él no conocía su nombre. Su desprendimiento fue encomiable. Su renuncia expuso todos los problemas de la Iglesia. Su abdicación no tuvo que ver con nada personal. Fue un acto de gobierno, su último acto de gobierno», aclaró.

Esa admiración es la que llevó a Francisco a establecer una tácita alianza pontificia con su predecesor. Juntos, con sus gestos y sus mensajes, se han encargado de alejar los rumores de contraposición. Emérito no significa arrumbado. No es el Papa incómodo, ni olvidado. Pero tampoco el Pontífice que obstaculiza, que encabeza una guerra de guerrillas curial. Una extraña convivencia pacífica. Un signo de los nuevos tiempos, que no siempre es comprendido completamente. Ni dentro, ni fuera de la Iglesia. Pero es el testimonio más claro de la cultura del encuentro, de la unidad en tiempos de violencia y fragmentación.

En el libro-entrevista, Benedicto XVI también se refiere a su sucesor. Como indican los editores: «Un hombre inesperado en la víspera del cónclave. Dos figuras distintas, dos modos diferentes de entender el papado».