«Que la Navidad no sea una fiesta de consumismo, regalos inútiles y derroches» - Alfa y Omega

«Que la Navidad no sea una fiesta de consumismo, regalos inútiles y derroches»

El Papa ha pedido a los trabajadores de la Santa Sede que la Navidad no sea una fiesta de consumismo, apariencias, regalos inútiles y derroches, sino una oportunidad para cuidar su vida espiritual, la relación con Dios, la vida familiar y la relación con los demás, sin olvidar a los pobres. También les advirtió frente a tentaciones, como los sentimientos negativos que devoran la paz interior y nos transforman en personas destruidas y destructivas

Redacción

Tras su felicitación navideña con los responsables de los dicterios vaticanos, el Papa se encontró el lunes, en el Aula Pablo VI, con los trabajadores de la Santa Sede, muchos de ellos acompañados de sus familiares. Era el primer año que se celebraba un encuentro de estas características, y Francisco agradeció a los presentes «su ánimo generoso y fiel, poniendo al servicio de la Santa Sede y del Sucesor de Pedro su singular laboriosidad y su devoción filial». El Papa dedicó unas palabras explícitas a los trabajadores de otros países, «que trabajan generosamente lejos de su Patria y de sus familias, y que representan para la Curia el rostro de la Catolicidad de la Iglesia».

A continuación, animó a todos a meditar sobre el texto que un par de horas antes leyó a la Curia, para que también hicieran «un examen de conciencia en preparación de la Santa Navidad y del Año Nuevo». Y les exhortó a acercarse al sacramento de la confesión «con ánimo dócil para recibir la misericordia del Señor que llama a la puerta de nuestro corazón, en la alegría de la familia. También agradeció su «compromiso diario y esfuerzo» por el cual, «la Curia se expresa como un cuerpo vivo, y en camino. Aquellos miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios; y las partes del cuerpo que nos parecen menos honrosas son a las que otorgamos un mayor respeto. Dios ha compuesto el cuerpo, dando más honor a lo que le faltaba, para que no hubiera división en el cuerpo, sino que los miembros tuvieran cuidado los unos de los otros».

Francisco destacó la palabra cuidado, explicando que «cuidar implica manifestar interés diligente y preciso, que compromete tanto a nuestra alma como a nuestra actividad hacia alguien o algo; significa mirar con atención a cualquiera que necesite cuidado sin pensar en nada más; significa aceptar el dar o el recibir cuidados». Y para transformar esta Navidad en una ocasión para cuidar, alentó a todos a cuidar la vida espiritual, la relación con Dios, la vida familiar y la relación con los demás. También habló de cuidar la forma de hablar, purificando la lengua de las palabras ofensivas. De cuidar las heridas del corazón con el aceite del perdón. De cuidar el trabajo, realizándolo con entusiasmo, humildad y pasión. De tener cuidado con la envidia, la lujuria, el odio y los sentimientos negativos que devoran la paz interior y nos transforman en personas destruidas y destructivas; tener cuidado también con el rencor, que nos lleva a la venganza, y con la pereza que nos lleva a la eutanasia existencial. Cuidar de los más pobres, los ancianos, los enfermos, los hambrientos y los vagabundos, y cuidar la Santa Navidad, para que no sea una fiesta de consumismo, apariencias, regalos inútiles y derroches.

«Imaginemos como cambiaría nuestro mundo -señaló- si cada uno de nosotros comenzase enseguida. Ésta es la verdadera Navidad: la fiesta de la pobreza del Dios que se despojó a sí mismo, tomando forma de esclavo; del Dios que se pone a servir en la mesa y que se esconde de los inteligentes y sabios para revelarse a los pequeños, los simples y los pobres… pero es, sobre todo, la fiesta de la paz que el Niño Jesús trae a la tierra y que los ángeles cantan. Una paz, que necesita nuestro entusiasmo, nuestro cuidado, para calentar los corazones helados, para animar las almas descorazonadas y para iluminar los ojos apagados con la luz del rostro de Jesús».

Antes de despedirse, el Papa pidió perdón por sus faltas, y por las de sus colaboradores, así como por algunos escándalos, «que hacen mucho daño. Perdonadme y, por favor, rezad por mí».

VIS / Redacción