El comedor de la Iglesia que ha triplicado sus comidas en solo tres años - Alfa y Omega

El comedor de la Iglesia que ha triplicado sus comidas en solo tres años

500 particulares e instituciones sostienen este centro, que reparte más de 90 comidas y cenas incluso a niños. Cuenta con ducha, ropero y un huerto para rehabilitar a drogodependientes

Juan José Montes
Varios voluntarios del comedor, durante un servicio de comidas. Foto: Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno

El 19 de diciembre de 2013 la diócesis de Mérida-Badajoz inauguraba en Mérida el comedor social Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina. El centro fue bautizado en memoria de este beato extremeño que, en 1673, fundó la congregación de las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, las mismas que hoy dirigen el comedor y se encargan también del centro Padre Cristóbal de acogida a personas sin hogar, también en la capital autonómica de Extremadura. Y su crecimiento ha sido tan notable que la archidiócesis extremeña lo ha elegido como uno de sus templos vivos de la misericordia para el Año Jubilar.

Voluntaria del comedor, durante un servicio de comidas. Foto: Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno

Aumento de la actividad

Según explica el sacerdote Guillermo Díaz Manzano, consejero del comedor, el centro es sostenido actualmente por más de 500 socios que aportan voluntariamente una cuota mensual, además de varias ayudas extraordinarias de instituciones y particulares.

El crecimiento del comedor en su corta andadura ha sido muy llamativo. Cuando abrió las puertas repartía unas 35 comidas diarias y no había cenas. Al ver el incremento de las necesidades se fue aumentando el número de comidas hasta casi triplicarlas, y llegan ya a 90 de lunes a viernes. Además, a finales de 2014 se empezaron a repartir cenas, consistentes en un bocadillo y una pieza de fruta que los usuarios recogen cuando terminan de comer.

Tanto las comidas como las cenas son preparadas por un cáterin, y aunque el comedor no ofrece comidas a niños menores de 12 años, pues cuentan con este servicio en los centros escolares, sí les facilitan la cena. No obstante, hasta los 18 años los menores no pueden acudir al comedor y se les envía la comida a casa.

Foto: Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno

Ducha y ropero

Los martes y jueves hay, además, servicio de ducha y ropero, en el que se entrega ropa y productos de limpieza e higiene a las personas que lo requieren.

María González, trabajadora social del comedor, destaca que desde el comienzo de su actividad siempre ha habido lista de espera: «Vienen muchos parados de larga duración y familias numerosas sin recursos. También acuden personas con algún problema de drogadicción, con enfermedades crónicas, varones mayores de 45 años que cobran un subsidio y se les termina, otros que reciben una prestación por discapacidad tan escasa que no les llega, o bien divorciados que tienen que alquilarse una casa y pagar la manutención de sus hijos». E incluso hay un par de plazas reservadas para personas que van de paso.

Para atender a tantos perfiles, el comedor Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina no solo reparte comidas y cenas, sino que cuenta también con un huerto cultivado por los propios usuarios, una tarea especialmente indicada para aquellos que tienen problemas de adicciones o de drogodependencia.

Voluntaria del comedor, durante un servicio de comidas. Foto: Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno

Lista de espera… ¡de voluntarios!

Una de las claves más esperanzadoras para los responsables del comedor es que, aunque la demanda se ha triplicado, también lo ha hecho el número de personas implicadas en su sostenimiento. De hecho, hay lista de espera de personas que quieren implicarse como voluntarios, junto a los 35 que ya se encargan de mantener las instalaciones limpias, servir las comidas y atender a los usuarios.

Las reliquias del beato en el monasterio de Guadalupe

Reliquias en Guadalupe

Los voluntarios cultivan también su propia comunidad, y llevan a cabo excursiones y convivencias. La última fue la peregrinación que realizaron el 22 de mayo al monasterio de Guadalupe. Más de 200 personas llegadas de distintos puntos de España (Madrid, Getafe, San Sebastián de los Reyes, Córdoba, Castro del Río, Pozoblanco e Hinojosa del Duque) y más de un centenar procedentes de Mérida, peregrinaron junto a las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno para depositar en el templo de la patrona de Extremadura una reliquia del beato Cristóbal de Santa Catalina.

La secretaria general de la congregación, la hermana María del Carmen Pérez, explica que «el padre franciscano Antonio Arévalo, guardián del monasterio, había mostrado gran interés en que se pudiera venerar una reliquia del beato, pues, como buen extremeño, había peregrinado al santuario muchas veces». Así, quienes acudan ahora a Guadalupe podrán pedir también la intercesión del padre Cristóbal de Santa Catalina por todos aquellos que acuden por necesidad al comedor que lleva su nombre.