Añorado Martín Descalzo - Alfa y Omega

Añorado Martín Descalzo

Ninfa Watt
Foto: ABC

Ya 25 años sin Martín Descalzo… Un 11 de junio de 1991, después de una larga enfermedad renal que lo mantuvo encadenado a la diálisis, nos dejó el escritor, el periodista, el sacerdote, el hombre.

¿Nos dejó? Queda su obra, sus libros –poesía, novela, ensayo, teatro–, las hemerotecas con las publicaciones que dirigió, Vida Nueva o Blanco y Negro; cientos de artículos; los archivos de TVE con tantos programas de Pueblo de Dios

Queda, para muchos periodistas, la estela de un referente para el periodismo religioso: capaz de estar en la vanguardia, con olfato para cazar al vuelo la actualidad, navegando en aguas procelosas. La Iglesia vibrante, con sus luces y sombras, en la punta de la pluma con toda la verdad. Y lo que marca la diferencia a la hora de conjugar el mordiente periodístico con el tono amable y constructivo: un sentido profundo de comunión, sin rastro de agresividad, abierto siempre a la esperanza.

Testigo privilegiado del Vaticano II –Un periodista en el Concilio–, hizo de puente para que la sociedad española del tardofranquismo conociese lo que en Roma se gestaba y que prepararía a la Iglesia en España para su propia renovación, facilitadora de la Transición que estaba por llegar.

¿Premiado? Muy premiado: el Nadal por su novela La frontera de Dios; el Premio Teatral de Autores por La hoguera feliz, aún antes de poner en escena sus obras más famosas, A dos barajas o Las prostitutas os precederán en el Reino de los Cielos; y el González-Ruano de Periodismo.

Pero si los premios suponen el reconocimiento profesional, más importante es la huella que dejó en la sociedad. Ahí están todavía vivas sus Razones para la esperanza, Razones para la alegría, Razones para el amor, Razones para la vida, Razones desde la otra orilla… Y el origen último de esas razones se encuentra siempre en la Vida y misterio de Jesús de Nazaret.

Sabía hablar a la persona corriente con una mezcla de sencillez y ternura que toca el corazón mientras alimenta la cabeza. Tal vez porque él mismo experimentaba la fragilidad de todo ser humano, los frágiles seres humanos percibimos ante sus palabras un aire fresco de esperanza, de sentido, de ternura que habla de Dios a los hombres y habla a los hombres de Dios.

Dije antes que José Luis Martín Descalzo era, y sigue siendo, un referente para el periodismo religioso. Así es. Por eso, y por tantas cosas, quiero pensar que su huella sigue viva. Que se puede aspirar a hacer periodismo así, como el del añorado Martín Descalzo.