La devoción del Santo Rosario la difundió la propia Virgen María. Santo Domingo de Guzmán y el beato Alano de la Rupe recibieron apariciones de la Virgen para que enseñaran a los hombres a rezar esta oración. La fiesta se universalizó gracias al impulso de los Papas san Pío V, Gregorio XIII, León XIII…
Año 1208, la oración del rosario todavía no era una práctica conocida en la Iglesia y la Virgen, para acabar con esta situación, se apareció a santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) para enseñarle su rezo. La Virgen portaba en sus manos un rosario y le pidió a Santo Domingo que difundiera la oración entre los hombres.
El santo, cumpliendo con la petición del Virgen, se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort, que se disponían a luchar en la Batalla de Muret. La victoria en la guerra se le atribuyó a María y, por ello, fue en la localidad de Montfort donde se erigió la primera capilla dedicada a la imagen de la Virgen con el rosario.
A pesar de los esfuerzos, la Virgen tuvo que volver a proponer a los hombres el rezo del rosario en el siglo XV. En esta ocasión el elegido fue el beato Alano de la Rupe, a quien le pidió no sólo que volviera a difundir la devoción, sino también que recogiera en un libro todos los milagros atribuidos al rosario, y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo.