El Aqua de la vida - Alfa y Omega

El Aqua de la vida

Con el agua, el Espíritu Santo y el bautismo como hilo conductor, la nueva edición de Las Edades del Hombre busca evangelizar a través del arte sacro

Victoria Esteban
El Diluvio Universal, de Juan de Zamora. Hacia 1647. Proviene del palacio arzobispal de Sevilla. Foto: Fundación Edades del Hombre

«Tanto el origen de la Creación como el origen del pueblo elegido se narran en la Escritura como un acontecimiento de advenimiento desde el interior del agua: las aguas se abren y de ella nacen la vida del mundo y del pueblo de Israel. En el Génesis, el mundo aparece al retirarse las aguas, sobre las que el Espíritu de Dios se convierte en Palabra y llama a la existencia. El libro del Éxodo narra cómo Israel adviene a ser un pueblo libre, con identidad, a través del paso de las aguas. En el interior de las aguas existe un suelo firme, en un relato y en el otro, que es ofrecido como espacio de vida para el mundo y para el pueblo elegido. Esta será la referencia que permanezca en el imaginario de Israel, como apunta el Libro de la Sabiduría: “Se vio a la nube dar sombra al campamento con su sombra, y de lo que antes era agua, emerger la tierra seca. El Mar Rojo se convirtió en un camino transitable y el oleaje impetuoso en una llanura verdeante por donde pasó un pueblo entero, protegido por tu mano, contemplando prodigios admirables”». Así explica Francisco García, sacerdote de la diócesis de Zamora y profesor de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, la carga teológica que se encierra en el agua, el elemento que da nombre a la vigésimo primera edición de la exposición de arte sacro Las Edades del Hombre, AQVA, inaugurada recientemente en Toro (Zamora).

AQVA, de Eduardo Palacios. 2014. Técnica mixta. Foto: Fundación Edades del Hombre

El objeto fundamental de estas exposiciones de arte religioso, que año tras año tienen lugar en distintas localidades de Castilla y León y que organizan las diócesis castellanoleonesas, es la evangelización a través del arte, con una clara intención catequética. Como afirma el obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, anfitrión de esta edición, lo primordial es propiciar «el encuentro entre la fe y la cultura a través del arte, de modo que cuantos visiten la exposición se sientan invitados a saciar su sed de belleza, verdad y amor, bebiendo el agua viva que Cristo hace brotar en nuestro interior».

El sacerdote y comisario de la exposición José Ángel Rivera de las Heras asegura que hay tres protagonistas fundamentales en esta edición: «La obra artística, que expresa plásticamente la verdad sobre Dios y sobre el hombre; el visitante, que superando el deleite estético momentáneo, dialoga con ella acerca de los interrogantes más profundos de su vida; y la Iglesia, que expresa a través de cada pieza de arte sacro la belleza del Dios misericordioso, la grandeza de la fe católica y la apasionante aventura de la vocación cristiana».

El relato de AQVA se articula en seis capítulos, inspirados en los textos de la Sagrada Escritura y en contenidos del ritual del Bautismo, el Misal romano y el bendicional. La colegiata de Santa María la Mayor alberga los cuatro primeros capítulos, y la iglesia del Santo Sepulcro los dos restantes.

Predicación del Bautista de Francesco Curradi. 1611. Foto: Fundación Edades del Hombre

Capítulo I

El agua es tratada desde las perspectivas natural y antropológica, como referencias en la mitología clásica y en la filosofía: su servicio en la limpieza corporal, los recursos hídricos, la ingeniería hidráulica, los recipientes domésticos para contenerla y beber, los diversos estados físicos del elemento, el río Duero y sus paisajes, etc. Destaca el cartel de la muestra, elaborado por Eduardo Palacios.

Capítulo II

Un capítulo dedicado al agua en la Creación y en la historia de la salvación, desde los orígenes del mundo hasta la figura de Juan Bautista. Siguiendo cronológicamente los textos bíblicos se van mostrando acontecimientos y personajes del Antiguo Testamento, como en El Diluvio Universal, de Juan de Zamora, del siglo XVII.

Capítulo III

Toma protagonismo la figura de san Juan Bautista, de quien dijo Jesús: «En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que él». Con el precursor de Cristo se cierra el ciclo profético del Antiguo Testamento. Los momentos más destacados de su vida son, aparte del Bautismo de Jesús, su nacimiento, predicación y martirio, que pueden apreciarse en obras como La predicación de san Juan Bautista, de Francesco Curradi, de 1611.

Capítulo IV

Se trata de la parte nuclear en el relato de la muestra, y se dedica íntegramente a Cristo y su relación con el agua durante su vida terrena, como en su Bautismo o en el lavatorio de los pies en la Última Cena. Pasando por su infancia, su ministerio público y su misterio pascual, con piezas como El lavatorio de los pies, de Juan de Anchieta, procedente de Burgos, o el Calvario, de Francisco Gallego.

Cristo resucitado, de Antonio Tomé. 1708. Foto: Fundación Edades del Hombre

Capítulo V

Este apartado se dedica al Bautismo y a objetos usados en su celebración sacramental: la pila bautismal, recipientes para agua bendita, el acetre, el hisopo… También vinculados a la celebración eucarística como vinajeras, navetas, la sacra del lavabo o el aguamanil; y ligados a libros litúrgicos y musicales con obras polifónicas relacionadas con el agua.

«Bautizar –dice Roberto Castaño, párroco de la Colegiata de Toro– significa sumergir, introducir en el agua. La inmersión en el agua simboliza el acto de sepultar al creyente en la muerte de Cristo, de donde se sale por su resurrección. Este momento de gracia muestra nuestro compromiso pascual de comprometernos a morir con Cristo al pecado y a resucitar con Él, en camino a la santidad». Algo que recuerda, por ejemplo, la pila bautismal de la iglesia de la Asunción de Quintanilla del Monte, del siglo XVII. Una cartela sostenida por un querubín recuerda con santo Tomás de Aquino que «el precepto del Bautismo ha sido dado para todos».

Capítulo VI

El recorrido concluye en un último capítulo, que acerca al visitante a una serie dedicada a los santos, nacidos de nuevo por el agua y el Espíritu, y que han sido fiel testimonio de su vinculación existencial a Cristo, con quien se unieron íntimamente desde el Bautismo. Y más concretamente aquellos santos cuya biografía o patronazgo están relacionados con el agua. La muestra finaliza con el Cristo Resucitado, de Antonio Tomé. Él bendice a los visitantes con su mano derecha, mientras deja ver la llaga gloriosa de su costado, de la que brotó sangre y agua: «El que tenga sed que venga a mí y beba el que cree en mí; como dice la Escritura: “de su seno manarán ríos de agua viva”» (Juan 7, 37-38).