El miedo de las personas sin papeles a ir al médico - Alfa y Omega

Desde que se aprobó el Real Decreto16/2012, más conocido por el decreto de exclusión sanitaria, el centro de salud ha sido uno de los lugares de mi barrio que más me ha tocado visitar. Como yo, muchas personas hemos formado parte de los grupos de acompañamiento de la plataforma Yo Sí Sanidad Universal, cuyo objetivo es intentar garantizar la asistencia a todo el mundo, animar a la desobediencia al decreto e informar a los profesionales sobre cómo hacerlo.

Hemos visto de todo: el miedo de las personas sin papeles a ir al médico por temor a ser facturados y por sus consecuencias a la hora de solicitar la residencia. Le pasó a un amigo pakistaní, vendedor de agua, que una noche fue atropellado y no conseguimos de ninguna manera llevarle a urgencias. O a un amigo senegalés que se le había roto una mano y en el centro de salud de su barrio le negaron las curas, aun a riesgo de perderla, por no tener papeles, hasta que un administrativo desobediente consiguió meterle en el sistema informático. Ha habido incluso muertes. Como la de Janet, una empleada de hogar nicaragüense que murió al no ser atendida en el hospital de Toledo. Pero también hemos visto la creatividad y la complicidad de muchas personas: sanitarios, administrativos, vecinos, etc., que nos reconocíamos en los hospitales o en los centros de salud por la chapa blanca y rosa con los lemas: Yo sí atiendo, Yo sí acompaño o la pegatina Si la salud es un derecho, atender es una obligación.

En una visita reciente al médico, por un catarro, me di cuenta gratamente de que las cosas han cambiado desde hace un año en los centros de salud. A su entrada, me sorprendieron, para empezar, dos grandes carteles: Sí, tienes derechos, seguidos del lema de la campaña puesta en marcha por Javier Barbero: Madrid sí cuida. Madrid libre de exclusión sanitaria. La presencia de inmigrantes sin papeles que acudían su médico con toda naturalidad previa solicitud del DAR, que les garantiza también derecho a la receta y al derivación a los centros de especialidades me pareció un pequeño milagro no caído del cielo, sino de la solidaridad y las luchas ciudadanas.