Corpus social - Alfa y Omega

Nos acercamos al Corpus, día de la Adoración eucaristía, día del compromiso eucarístico con los más necesitados.

La Misa no termina nunca con el «podéis ir en paz». La Misa se prolonga en la vida cotidiana, en los muchos compromisos de la vida del cristiano quien, unido a Jesús-Eucaristía, reincorporado a la comunión de la Iglesia a través de la comunión eucarística, es llamado a la misión de «generar a Jesús» en el mundo. Porque si el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo es para que la vida de Cristo transforme la realidad de este mundo. Para ello Él cuenta con la libertad del cristiano realizada en el amor al prójimo, llamado a convertirse en amor mutuo, correspondido, porque, como dice el beato Balduino, «el amor de la comunión se convierte en la comunión de amor».

El testimonio de la Iglesia comprometida con los pobres no consiste solo en mostrarnos el drama de la pobreza en el mundo, desenmascarar a los poderosos que con sus políticas económicas impiden el desarrollo del Tercer Mundo, descubrirnos los submundos de la marginación del primer mundo, o darnos la oportunidad de hacer algo concreto por los demás. Con este testimonio lo que la Iglesia también hace es despertarnos del sueño de nuestra complacencia, abrir las ventanas de nuestras cómodas casas, para que veamos la realidad del mundo en el que vivimos, pero sobre todo para que nos veamos también a nosotros mismos.

Porque los pobres no son solo los pobres. Los pobres son la humanidad entera en su clamor de dignidad, amor, verdad, y comunión. No están en juego solo sus vidas. Están en juego las nuestras, nuestro ser personas, nuestro presente y nuestro futuro, hasta nuestra eternidad. Decía Bernanos que «los pobres salvarán al mundo. Y lo salvarán sin querer. Lo salvarán a pesar de ellos mismos. No pedirán nada a cambio, sencillamente porque no saben el precio del servicio que nos prestan».

Decía Don Giussani que «Cristo es mendigo del corazón del hombre, y el corazón del hombre, mendigo de Cristo». En el Corpus tantos nos arrodillaremos ante Jesús-Eucaristía, porque Él dijo: «Esto es mi cuerpo», no «esto es como si fuera mi cuerpo».

Ojalá nos postrásemos con la misma fe y fervor ante el mismo Cristo que también nos dijo, refiriéndose a los hambrientos, sedientos, enfermos, desnudos, y encarcelados, «lo que hagáis a uno de estos a mí me lo hacéis». Y no: «es como si lo hicierais conmigo».