«La ONU ha adoptado el valor de que somos una familia humana» - Alfa y Omega

«La ONU ha adoptado el valor de que somos una familia humana»

El arzobispo Tomasi alerta de que «sería un desastre moral si después de la cumbre no se cumplen las promesas hechas»

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Foto de familia en la Cumbre de Estambul, con la presencia del cardenal Parolin (arriba, el segundo por la derecha). Foto: World Humanitarian Summit

El mundo atraviesa la peor crisis humanitaria desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Según datos de la ONU, hasta 130 millones de personas necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir, y alrededor de 60 millones han sido forzadas a abandonar su hogar debido a las catástrofes, al mismo tiempo que muchos países quieren mantener las fronteras cerradas.

Para dar respuesta a estos dramas, la ONU ha organizado la primera Cumbre Mundial Humanitaria de la historia. Una cita que la Santa Sede no se ha querido perder.

El Papa envió una delegación del más alto nivel, encabezada por su número dos, el secretario de Estado, Pietro Parolin. A la cita también acudieron el arzobispo filipino Bernardito Auza, observador permanente en la ONU, y Silvano Tomasi, que hasta hace unos meses era el representante del Vaticano en las Naciones Unidas.

En declaraciones a Alfa y Omega, el arzobispo Tomasi resume el mensaje defendido por su delegación en Estambul: «Estamos inmersos en una situación de emergencia en la que muchas personas necesitan ayuda. Tenemos que asistir a las víctimas, que se están multiplicando».

La Santa Sede ha acogido con entusiasmo la celebración de esta cumbre. «La ONU ha adoptado el valor de que somos una familia humana», señala Tomasi, quien sin embargo alerta de los peligros de que una política «con intereses nacionales y regionales» se imponga. «Sería un desastre moral si después de la cumbre no cumplimos con las promesas hechas».

En términos similares se expresó el cardenal Parolin ante el resto de líderes. «Las estrategias militares y geopolíticas dispersan a la gente e imponen el dios del dinero y del poder».

El objetivo de la cumbre era reformular la ayuda humanitaria para que la respuesta global a las catástrofes sea más efectiva. Algunos países han prometido más dinero, pero las reformas estructurales no se han materializado. Uno de los mayores logros ha sido acordar cambios en la gestión de los recursos para ahorrar en cinco años unos 1.000 millones de euros que en la actualidad se van en trámites burocráticos. Este dinero se podrá invertir en ayuda directa a las personas.

La religión tuvo una presencia destacada en la cumbre. Diversos sesiones de trabajo se centraron en el papel clave de las organizaciones religiosas. «Nosotros estamos motivados por los valores de la religión para asistir a todas aquellos personas que necesitan ayuda urgente», explica Fadi el Tani, portavoz de la ONG Islamic Relief. El Tani subraya la buena relación con las asociaciones cristianas. «Te daré un ejemplo concreto. Para responder a la crisis del ébola trabajamos conjuntamente con las organizaciones Christian Aid, Cafod y Tearfund, todas ellas cristianas».

El arzobispo Tomasi añade: «El trabajo que realizan las asociaciones religiosas es un servicio precioso porque están en el lugar donde los problemas suceden».

Javier Pérez de la Cruz. Estambul

El Papa pide «aprender de las víctimas»

«Aprender de las víctimas y de quienes sufren nos hará capaces de construir un mundo más humano», afirmaba el Papa en un mensaje enviado al secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, y a los participantes en la Cumbre de Estambul. «Escuchemos el llanto de las víctimas y de aquellos que sufren. Consintámosles darnos una lección de humanidad. Cambiemos nuestros estilos de vida, políticas, elecciones económicas, comportamientos y actitudes de superioridad cultural», decía el texto, leído el lunes por el cardenal Parolin. «Ninguna familia debe ser privada de una casa, a ningún refugiado debe ser negada la acogida, que a ningún herido le sea negado el curarse, que ningún niño sea privado de su infancia, que ningún hombre y ninguna mujer sean privados del futuro».

Uno de los participantes en la Cumbre ha sido el presidente de Caritas Internationalis, el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, quien advirtió de que «la creciente desigualdad, el cambio climático» o «la expansión del extremismo» van a generar catástrofes humanitarias a las que el actual sistema humanitario será incapaz de responder. Tampoco se percibe disponibilidad por parte de los países donantes a aumentos significativos en su contribución. Hay que hacer más con los mismos recursos y la única vía es aprovechar la capacidad de «las organizaciones locales, incluyendo organizaciones de inspiración religiosa», de llegar a las situaciones concretas. El actual enfoque de arriba-abajo en la ayuda humanitaria debe ser reemplazado por una mayor inversión en la acción local, según Cáritas.

En lo que respecta a la propia organización, cada Cáritas nacional será el punto de referencia en cada país, lo cual «nos permitirá a su vez empoderar a las comunidades locales para que participen en la toma de decisiones, así como promover una mayor capacidad de resistencia de las comunidades afectadas».

R. B.