Fernando Álvarez de Miranda y Torres - Alfa y Omega

A sus 92 años este sábado falleció en Madrid Fernando Álvarez de Miranda y Torres. Nació en Santander (España) en 1924. Cursó estudios de Derecho en las Universidades de Madrid y Zaragoza, y Derecho Comunitario en la Universidad de Luxemburgo. Siendo profesor ayudante de la Cátedra de Derecho Procesal, se incorporó en 1952 al Colegio de Abogados de Madrid. Ingresó por oposición en el Cuerpo Técnico Administrativo de la Diputación Provincial de Madrid en 1951. En estos años colaboró con los grupos democristianos de la oposición al Régimen, llegando a ser Secretario General de la Democracia Social Cristiana, presidida por José María Gil Robles. Participa en la Fundación de la Asociación Española de Cooperación Europea en 1954, de la que poco después fue nombrado Secretario General. En 1962 asistió al Congreso del Movimiento Europeo, más conocido en España como «Contubernio de Munich», y fue deportado durante nueve meses a la isla de Fuerteventura. En 1969, al declararse el Estado de Excepción, es nuevamente deportado a la Provincia de Teruel, donde permaneció escasos días, y en 1974 ingresó en los calabozos de la Dirección General de Seguridad al participar en una reunión de la oposición celebrada en la calle del Segre de Madrid.

Defensor de la restauración de la monarquía constitucional y parlamentaria, firmó el manifiesto fundacional de Unión Española, siendo asignado en 1964 por S. A. R. el Conde de Barcelona miembro de su Consejo Privado. Funda la revista Discusión y Convivencia, de tendencia social-cristiana, y más tarde ingresa en Izquierda Demócrata Cristiana, presidida por Joaquín Ruíz-Giménez, en la que fue elegido vicepresidente hasta el Congreso de El Escorial, en abril de 1976, en la que se consuma la escisión de este partido. En ese mismo año fundó el Partido Popular Demócrata Cristiano, del que fue nombrado presidente, que junto a la Unión Democrática Española forman en Partido Demócrata Cristiano, del que es elegido presidente, y que participará en la formación de coalición centrista, Unión del Centro Democrático, siendo elegido diputado por Palencia en las primeras elecciones generales de la nueva democracia, en 1977. Es elegido Presidente del Congreso de los Diputados, legislatura constituyente, siendo junto al Rey de España y a los Presidentes de las Cortes y del Senado, los únicos españoles que firman la Constitución Española vigente.

Presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo desde 1978 hasta 1986, y vicepresidente del Comité Ejecutivo Internacional desde 1978 a 1986, será desde entonces Presidente Honorífico del mismo. Vuelve a ser elegido diputado por Palencia en 1979, y permanece en UCD hasta su desmembración. En 1979 es elegido Presidente de la Fundación Humanismo y Democracia. Y en 1987 es nombrado Embajador de España en el Salvador, hasta que en 1994 es nombrado Defensor del Pueblo, cargo que ejerció hasta 1999, siendo el tercer español en desarrollar la institución del Defensor, uno de los pilares del Estado de Derecho de la España democrática. El 7 de abril de 2000 es condecorado por Su Majestad el Rey de España con la Gran Cruz de Isabel la Católica, y el 5 de diciembre de 2003, con el Collar de la Orden del Mérito Civil.

En estos últimos 16 años de su vida, ha vivido en gran paz, rodeado del cariño de Luisa, su esposa, y de toda su familia. Su casa, su parroquia, y sus amigos, han sido testigos de unos años de gran serenidad, sin dejar ni un momento de seguir promoviendo el entendimiento entre las diversas sensibilidades políticas de la sociedad española. Justo hace un año, con ocasión de la beatificación de monseñor Oscar Romero, mártir de El Salvador, escribió un magnífico artículo de agradecimiento al Papa Francisco por este paso. La renovación iniciada por Francisco y su mensaje al mundo de hoy han sido un motivo de permanente alegría para Fernando Álvarez de Miranda en estos últimos años. Parecería que el recién discurso del Papa con ocasión del Premio Carlo Magno fuese como un homenaje a hombres que como Álvarez de Miranda han encarnado en su vida uno a uno cada uno de los sueños manifestados por el Santo Padre.

España le debe un eterno agradecimiento. Pocos hombres como él han hecho tanto en este tiempo de su historia por su prosperidad, por sus libertades democráticas, y por la reconciliación entre todos los españoles. Descanse en Paz.