Monseñor Luis Ángel de las Heras: «En la Iglesia sumamos, no restamos» - Alfa y Omega

Monseñor Luis Ángel de las Heras: «En la Iglesia sumamos, no restamos»

Misionero claretiano de 52 años, el hasta ahora presidente de la Confederación de Religiosos Españoles (CONFER) toma posesión este sábado de la diócesis ferrolana

José Antonio Méndez
Luis Ángel de las Heras, en un momento de la entrevista. Foto: María Pazos Carretero

Es el primer presidente de CONFER nombrado obispo en el ejercicio de su cargo, y se ha visto su elección como un signo de comunión entre obispos y religiosos, cuyas relaciones no siempre han sido buenas. ¿Por qué se había dado esa distancia?
Cuando llegué a CONFER ya estaba todo calmado y no he vivido tensiones con los obispos ni con nadie, pero la comunión siempre se rompe por desconocimiento entre las partes y el enjuiciamiento de unos a otros. Se hicieron juicios a la generalidad y eso llevó a enfrentamientos y a recelos. Fue una situación dolorosa de las que, a veces, se dan desgraciadamente en la Iglesia. Diferencias tiene que haber, el problema es si los choques se mantienen en el tiempo. Algunas acusaciones que se vertieron sobre la vida consagrada fueron muy injustas, aunque tenían intención de ayudar. Se nos dijo: «No tenéis que ser mundanos», pero en realidad se nos puso la marca «sois mundanos». La mundanidad, la falta de vocaciones, o la secularización son problemas de los religiosos porque son problemas de toda la Iglesia, también de los obispos, los sacerdotes diocesanos y los laicos. Igualmente se generalizó contra los obispos. No debemos volver a caer en eso.

¿Y cómo se han ido superando esas diferencias?
Ahora hay una mayor colaboración, integración y entendimiento, fruto de un mayor conocimiento. Muchos obispos se han interesado por la vida consagrada, y los religiosos han conocido mejor a sus obispos. El Año de la Vida Consagrada ha sido muy importante. Ahora tenemos que profundizar en el buen diálogo, con una apertura basada en la humildad y dispuestos a reconocer nuestros fallos y a pedir perdón. Aunque uno sea obispo o superior de una congregación no tiene siempre la razón. Yo ahora voy a ser obispo, y tendré que aprender mucha humildad, porque si no creo que me equivocaré mucho más. Y además, hay que traducir la cercanía en iniciativas concretas.

¿Por ejemplo?
Sería bueno que en los seminarios diocesanos se estudiase teología de la vida consagrada y que los religiosos se integrasen más en la vida diocesana. En la Iglesia sumamos, no restamos, y los distintos carismas, también de movimientos o cofradías, no están reñidos con la vida diocesana.

Dice que va a Mondoñedo-Ferrol como misionero claretiano. ¿Qué líneas pastorales implica esto?
Todo misionero llega de fuera y se tiene que encarnar donde va, así que lo primero es integrarme en la diócesis. Quiero observar mucho, aprender bien el gallego y conocer bien a ese pueblo, porque lo que no se conoce no se puede amar. Luego, el misionero tiene que convocar a todos en la tarea de la evangelización. Voy para trabajar con todos, escuchando a los que están allí y haciendo propuestas para servir a la tarea evangelizadora de la Iglesia. Quiero anunciar a Jesucristo porque no es lo mismo afrontar la vida con fe, que sin fe.

Aboga por el diálogo con políticos e instituciones, desde una clara identidad de cada uno. Pero en la identidad de una determinada corriente política y social está el deseo de expulsar el hecho religioso de la esfera pública. ¿Cómo ha de actuar la Iglesia ante el radicalismo anticatólico?
Es fundamental que exijamos una clara identidad en el diálogo social porque, a veces, como Iglesia estamos dialogando con agentes sociales y políticos que no dicen lo que pretenden. No tiene razón de ser que se quiera impedir la manifestación pública del hecho religioso, y menos en una sociedad en la que continuamente se reivindica la libertad de expresión. Manifestar la identidad de cada uno permite comprender por qué existe ese anticlericalismo. Ya está bien de explicar esas fobias viscerales con el pasado. Yo vivo el presente y no tengo por qué dar explicaciones de lo que hizo la Iglesia hace 40 años. De los errores cometidos se ha pedido perdón, y si tengo que pedir perdón lo pido, pero hay gente que quiere retrotraerse al pasado para aplicarlo hoy según le interesa. Eso es manipular la historia. Además, ¿a nuestra gente qué le interesa?

Dígamelo usted.
Pues interesa que la sociedad avance y que se atienda a los desfavorecidos. En eso estamos todos de acuerdo, pero yo quiero ver cómo colaboramos con hechos concretos. Al final, después de todos esos discursos, ¿quién se compromete con los más necesitados? La Iglesia, está claro. ¿Qué compromiso han tenido los políticos españoles desde el 20 de diciembre con los refugiados o con los más afectados por la crisis? Salvo estar enzarzados, no he visto que hayan hecho nada. Dicho esto, si hay políticos que no quieren estar en manifestaciones públicas de fe, a mí no me molesta. La gente tiene que sentirse con entera libertad para asistir o no a esos actos. Y si no tienen la claridad de ideas para estar, que no estén.

Mathew Vattamattan, superior general de los Claretianos

Estoy contento y triste por el nombramiento episcopal de Luis Ángel. Contento, porque sé que es un hombre con una profunda experiencia de Dios y que va a ser un obispo misionero. Y triste, egoístamente, por la pérdida que supone para los claretianos. Pero me alegro mucho por su nueva diócesis.