Pedro José Caballero: «Estamos desaprovechando la ocasión de mejorar la educación» - Alfa y Omega

Pedro José Caballero: «Estamos desaprovechando la ocasión de mejorar la educación»

El nuevo presidente de la segunda mayor asociación de padres de alumnos, CONCAPA, reclama «un pacto escolar que cuente con todos» y denuncia que «los políticos quieren a las familias fuera de la enseñanza»

José Antonio Méndez
Caballero, durante la entrevista en su despacho de la sede nacional de CONCAPA, en Madrid. Foto: María Pazos Carretero

Profesores, centros, familias y editoriales de libros de texto encaran el final del curso sin saber qué ley educativa estará vigente en septiembre. A la incertidumbre general se suma que los gobiernos autonómicos, formados hace menos de un año, no pierden de vista el escenario electoral y aprueban medidas como la resurrección de Educación para la Ciudadanía en Aragón, las trabas a centros concertados en Castilla-La Mancha, o los ataques a la clase de Religión criticados por casi todas las diócesis de España. En este escenario, el toledano Pedro José Caballero se estrena como presidente de CONCAPA, la segunda mayor entidad de padres de alumnos del país, lamentando que en este tiempo de Legislativo «en funciones», los problemas reales de la enseñanza «se están quedando fuera de la negociación política». Y eso que la OCDE ha pedido que se busquen acuerdos para, por ejemplo, reducir el 20 % de fracaso escolar y el 23 % de abandono temprano, implantar las inteligencias múltiples, prevenir el acoso o mejorar la lectoescritura.

¿Interesan poco en España los problemas reales la educación?
No debería ser así, entre otras cosas porque muchos políticos, además de políticos, son también padres.

No debería, pero, ¿es así?
Sí, así es. La enseñanza interesa poco en el debate político, a pesar de que los padres, los centros y los alumnos estamos hartos de tantos cambios y de tan malos resultados, y a pesar de que los padres estamos más implicados que nunca en la educación de los hijos. Es un momento muy convulso y deberíamos estar revisando muchas cosas para ver qué propuestas nos pueden llevar a un futuro alentador, en el que se luche por la calidad educativa, por que los profesores estén bien formados y reconocidos, por que las familias no seamos las últimas y para que no utilicemos los colegios como guarderías. Pero estamos desaprovechando la oportunidad de mejorar la educación. Debería ser momento de diálogo con todos, sin sectarismos.

¿En el sector educativo se da ese sectarismo, o hay diálogo?
No se está dando ese diálogo. Hace poco, Pedro Sánchez se reunió con parte del sector educativo, pero tendría que hacerlo con todos o dejará a mucha gente fuera. Y como él, el resto de partidos. Los colegios, profesores, sindicatos y asociaciones familiares del sector concertado y privado representan a muchos miles de familias. La concertada es el 32 % del sistema escolar. La educación es algo muy serio porque marca el punto de inflexión generacional: nuestros hijos dirigirán el futuro. Si no reciben una educación académica de calidad y valores que les enseñen a respetar las normas de convivencia y la libertad de los que no piensan como ellos, ¿qué harán?

«Hace falta un gran pacto»

El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Blázquez, y el secretario general, José María Gil Tamayo, han reclamado un pacto escolar para que España «deje de tener la educación como arma arrojadiza según las coyunturas políticas». Lo mismo que pide Caballero, porque «la gente está cansada de que cada vez que llega un Gobierno nuevo, lo cambie todo para empezar de cero».

¿Qué debería haber en un pacto escolar inamovible?
Lo primero, que cuente con todos. Todos tendremos que ceder, pero si una parte excluye a la otra, mal empezamos. Si se quiere sesgar al 32 % de las familias, me tendrán enfrente. Tenemos que sentarnos todos los sectores y llegar a un acuerdo de mínimos, que respete el papel de cada uno: sindicatos, centros, profesores y también asociaciones de familias.

Usted se queja de la exclusión de las familias en el debate político…
Yo me he planteado si las familias éramos molestas. Y creo que los políticos nos quieren fuera de la educación.

¿Por qué?
No lo sé. Parece que podemos aportar poco, pero aportamos lo mejor de nuestra vida: nuestros hijos; y si somos normales, queremos lo mejor para ellos. Hasta hace no mucho, el maestro estaba en un sitio y los padres en otro. Ahora la educación reclama que trabajemos juntos. En los colegios se ha avanzado mucho y hay una relación muy colaborativa, pero ante la Administración, las asociaciones de padres pintamos poco porque parece que estamos todo el tiempo reclamando mejoras. No entienden que es lo que nos toca para velar por nuestros hijos. Y los padres también tenemos que retomar la educación en principios, no solo en habilidades. Tenemos que educar en el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio; enseñar que todo cuesta. Que hay que ganar el pan con el sudor de tu frente, no con el sudor del de enfrente.

«Hay demanda de la concertada»

Desde que se anunció la LOMCE, las entidades educativas de izquierda, agrupadas en torno a la marea verde, contraponen la escuela estatal a la de iniciativa social. Tras las elecciones autonómicas de 2015, en comunidades como Castilla-La Mancha, donde Caballero ha tenido que lidiar con el Gobierno de PSOE y Podemos, los concertados han denunciado la supresión de conciertos o la imposibilidad de concertar nuevos centros.

¿Corren peligro los conciertos?
El sistema público no está preparado para acoger a toda la red concertada. Y además no debe desaparecer la opción de la concertada porque se privaría a las familias de poder elegir. Si solo hay un modelo, no hay libertad. Desde que se estableció el sistema de conciertos —con una ley socialista— se ha mantenido porque hay demanda. No es verdad que sean una anomalía del pasado, como dice Podemos. Ni el régimen de conciertos, ni la Constitución en su artículo 27 son una anomalía. Desde hace 30 años coexisten las dos redes, y hasta que no llega época electoral, coexisten perfectamente.

La concertada, ¿debe ser una red subsidiaria de la pública?
Rotundamente no. Y de hecho no lo es. Son absolutamente complementarias. Y ninguna pierde recursos para la otra. El régimen de conciertos no se ha actualizado desde que se estableció, y muchos centros tienen que pedir una aportación extraordinaria a las familias. Lo cual es una injusticia, porque yo ya pago mis impuestos…

¿Es otra injusticia que no se dé un Bachillerato concertado?
Total. Si la educación es gratuita y para todos, debe ser gratuita y para todos de verdad. Lo hemos reclamado, pero hasta que no se revise el módulo de conciertos, no hay nada que hacer.

Esa cuota que piden los centros deja fuera a muchas familias. ¿Es para mantener cierto elitismo?
Los centros concertados no son elitistas; permiten a la gente humilde optar por un tipo de enseñanza al que de otro modo no podrían optar. La red de conciertos cuesta la mitad al Estado que la red estatal, pero el puesto educativo vale lo mismo en las dos. Lo que cuesta un alumno por aula ronda entre 5.700 y 6.000 euros, pero a la concertada se da la mitad. El resto lo aporta el centro, los padres con esas cuotas, y los profesores con rebajas salariales de hasta el 3 %. Es injusto. Lo que tenemos que hacer es optimizar recursos: no por invertir más se generan mejores resultados.

«Defenderé la clase de Religión»

Desde que se aprobó la LOMCE, el PSOE viene pidiendo que se elimine la clase de Religión, o deje de tener alternativa académica y carácter evaluable. El PP ha recortado al 50 % su horario y, según adelantó Alfa y Omega, estaría dispuesto a proponer que no se imparta en todos los cursos. Gil Tamayo denunció tras la última Plenaria de la CEE que, «en la historia de nuestra democracia, parece que este es un asunto irresuelto, a disposición permanente de diatribas ideológicas».

Caballero muestra su intención de «defender la clase de Religión, a sus profesores y a quienes los eligen», o sea, a los obispos, «porque es nuestro derecho». Y no va a claudicar, dice, «ante lo que digan cuatro iluminados de los que aparecen por tantos sitios».

¿Por qué molesta la clase de Religión, que eligen voluntariamente el 63 % de las familias, y que este curso ha crecido en los centros públicos?
No lo sé, porque no podemos olvidar que un 75 % de los españoles se reconocen católicos. Las familias son libres de elegir qué quieren. La clase de Religión, de la confesión que sea, es una demanda de los padres porque tenemos derecho a ella, no es un regalo que me da el Estado. Si hay libertad y capacidad de elección, ¿a qué viene debatir? Si las familias eligen un colegio por su ideario, o piden clase de Religión, lo hacen con pleno conocimiento y porque es su derecho. Defenderla es defender la libertad de las familias. Sobre todo de las humildes.

¿Por qué de las humildes?
Las trabas muchas veces inmensas para optar por un concertado, junto a la cuota que los centros se ven obligados a pedir, perjudica a las más humildes, que tienen que ir a un público porque no les queda otra. Y ya que no pueden optar por un centro en el que todo su ideario sea afín a sus convicciones, en ese público tienen que poder elegir una enseñanza conforme a los valores morales y religiosos que quieren para sus hijos, como reconoce la Constitución. Por eso, entre otras razones, se debe respetar la clase de Religión, de la confesión que sea.

CONCAPA lleva tiempo volcándose contra el acoso escolar…
Es un problema de primer orden que crece y se prolonga en las redes sociales. Pertenezco al Observatorio de la Convivencia en Castilla La Mancha y hace poco una juez de menores me decía que aunque la Administración conoce en torno al 15 % de los casos de acoso, solo se denuncia el 5 %. ¿Qué pasa con los demás? Los centros, públicos y concertados, los padres y la Administración tenemos que volcarnos para prevenir, detectar y erradicar cualquier acoso escolar, con claves preventivas, protocolos de actuación y medidas correctoras que ayuden al que lo recibe y al que lo comete.

Casado, padre de un chico de 15 y una de 10, informático y lector semanal de Alfa y Omega, durante la hora larga que dura la entrevista, Pedro José Caballero permanece inclinado hacia delante, con las palmas abiertas y mirando a los ojos por encima de sus gafas: su lenguaje no verbal reafirma sus palabras cuando dice que «no sé si lo sabré hacer bien, pero ganas de trabajar, las tengo todas». Hace siete años le pidieron colaborar en el colegio de sus hijos, La Milagrosa, en Toledo, por tener «cara de espabilao», y aceptó porque «en este momento tan difícil hay que comprometerse». Casi sin darse cuenta, preside una confederación de tres millones de familias.

¿Una CONCAPA para la pública?

Un deseo de Luis Carbonel, anterior presidente de CONCAPA, era crear una asociación de padres en la escuela pública, centrada en cuestiones educativas y sin el sesgo ideológico que caracteriza a la mayoritaria CEAPA. Caballero cree que «el camino está abonado», pero prefiere colaborar con CEAPA, «porque nos une más de lo que nos separa». En educación, «si se hace ideología se pierde el norte. Las familias no debemos entrar en eso, sino buscar qué nos une y hacer una apuesta. Hay mucho en lo que trabajar: escuelas de padres, fomentar la lectura, prevenir el acoso… Los padres tenemos que tomar la iniciativa en el diálogo para mejorar la educación», dice.