Sin la X, ¿quién pagaría la luz de mi parroquia? - Alfa y Omega

Sin la X, ¿quién pagaría la luz de mi parroquia?

En plena campaña de la Renta, las diócesis y la Conferencia Episcopal piden a los católicos que tomen conciencia de que «son ellos los primeros responsables del sostenimiento económico de la Iglesia»

José Antonio Méndez
Foto: CNS

Este mes, a su parroquia, a la sede de su movimiento eclesial o a la congregación en la que vive su fe, llegarán las facturas del agua, la luz, la calefacción, el teléfono, la retribución de los sacerdotes, los seguros, y las amortizaciones de los préstamos que se pidieron para las obras de mantenimiento de hace unos años. A esas facturas, el ecónomo añadirá la factura de los productos de limpieza, el equipo de megafonía, el vino de Misa, el mobiliario, las fotocopias, y el mantenimiento de las piezas de más valor artístico, entre otros gastos. Y nada de esto «se financia del aire, ni dando en el cepillo las monedas de cobre que no damos ni a un pobre porque nos las tira a la cara», en palabras de Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de Asuntos Económicos de la CEE.

No cuesta más, ni devuelven menos

En plena campaña de la Renta, la CEE lanza su campaña X tantos para recordar la importancia de marcar la casilla de la Iglesia en su Declaración. Una casilla compatible con la de Fines sociales, y que sirve para que el contribuyente destine el 0,7 % de sus impuestos a la Iglesia, «sin que le cueste más, ni le devuelvan menos», según reza un eslogan de X tantos.

Esta forma de financiación ha ido creciendo año tras año gracias al respaldo de los ciudadanos, incluso en los peores momentos de la crisis: desde 2006, el número de declarantes a favor de la Iglesia se ha incrementado en 775.000; y en el último ejercicio de 2015, el 35 % de los contribuyentes marcaron la casilla de la Iglesia. En euros, esto supuso más de 250 millones para las arcas de las diócesis.

Solamente el 25 % de los ingresos

Eso sí, solo con la X no podrían pagarse las facturas: en conjunto, la recaudación de la Renta supone para la Iglesia (es decir, para cada diócesis, es decir, para cada parroquia o entidad eclesial), el 25 % de sus ingresos. Y en el «incierto» horizonte político al que se refería el cardenal Blázquez, presidente de la CEE, en su discurso de apertura de la última Asamblea Plenaria, suenan voces afines a eliminar esta casilla. El propio Giménez Barriocanal, en una reciente charla en la diócesis de Asidonia-Jerez, reconoció que el presidente de la CEE le encargó evaluar cómo afrontar una hipotética revisión de los Acuerdos Iglesia-Estado en materia económica. Más allá de prever todos los escenarios posibles, la cuestión es que esa vía de financiación es claramente insuficiente.

Foto: Ernesto Agudo

Financiación alternativa

Para evitar lamentos de futuro, tanto las diócesis como la CEE quieren dar un giro a la financiación de la Iglesia, apostando por vías alternativas de ingresos que se apoyen en el compromiso estable de los fieles.

Como explica José María Collantes, viceecónomo de la diócesis de Asidonia-Jerez, «la mayor parte de los ingresos de una diócesis provienen de las aportaciones de los fieles a través de colectas o donativos puntuales. Sin embargo, hace falta que los católicos, sobre todo los seglares, tomemos conciencia de que somos los primeros responsables del sostenimiento de la Iglesia». La jerezana es, de hecho, una de las diócesis que estudia cómo ampliar el número de suscripciones fijas (mensuales, trimestrales, etc.), «que son aún escasas, aunque serían la fórmula lógica para afrontar los gastos de la diócesis, porque nos permitirían saber con seguridad con cuántos ingresos contamos para desarrollar nuestra actividad pastoral, evangelizadora y caritativa».

Que todos rindan cuentas

Una de las diócesis que más aporta al fondo común interdiocesano –la caja común con la que unas diócesis socorren a otras–, es la de Madrid. Su gerente económico, el seglar José Luis Bravo, explica que «las aportaciones periódicas son la mejor opción para colaborar, y para propiciarlas es bueno que haya transparencia en cada parroquia y en toda la diócesis. Cuando la gente conoce a dónde va el dinero, aporta con más confianza». Para ello, en Madrid se está desarrollando un plan de transparencia contable que la CEE quiere hacer extensible a toda España, «para que todos –diócesis, parroquias, movimientos, congregaciones o hermandades– rindan cuentas, y lo hagan de la misma forma», como afirmó Barriocanal en Jerez.

Donativos con tarjeta, empresas…

Bravo señala otras formas de financiación, que más pronto que tarde serán de uso común en toda España: «Queremos instalar dispositivos TPV para que puedan hacerse donativos y limosnas con tarjeta; un portal en internet para facilitar los donativos; y reforzar la posibilidad de que en las herencias se legue a instituciones de la Iglesia. También queremos establecer colaboraciones con empresas y bancos, por ejemplo con tarjetas affinity, con las que por cada compra se destina un porcentaje a la Iglesia sin que cueste más al usuario».

A fin de cuentas, como afirma Barriocanal para Alfa y Omega, «el cambio es de mentalidad: con dar cada domingo en misa lo mismo que me gasto luego en el aperitivo, se acabarían nuestros problemas de financiación».