Julieta. Cirugía de la maternidad - Alfa y Omega

Julieta. Cirugía de la maternidad

Juan Orellana
Un momento de 'Julieta'
Un momento de Julieta. Foto: Nico Bustos y Manolo Pavón.

Vuelve Pedro Almodóvar al único terreno en el que últimamente puede tomárselo en serio, el melodrama. Y lo hace sin abandonar la que es su especialidad, la cirugía del alma femenina. Julieta (Emma Suárez/Adriana Ugarte) es una mujer viuda que desde hace más de diez años no sabe nada de su hija Antía (Priscilla Delgado/Blanca Parés), por voluntad de esta última. Ha aprendido a vivir sin ella hasta que un encuentro fortuito con Beatriz (Michelle Jenner/Sara Jiménez), la amiga de la infancia de Antía, abre de nuevo la herida de la ausencia en el castigado corazón de Julieta.

Julieta es una película sobre los vínculos y su otra cara, las pérdidas. Para Almodóvar siempre hay un vínculo telúrico y estructural que aparece en sus películas como el centro de gravedad de la mujer: la relación materno-filial. Recordemos por ejemplo cintas como Volver, Todo sobre mi madre e incluso Hable con ella, en la que la maternidad resucita al personaje de Alicia. Y ese vínculo a menudo aparece en sus largometrajes declinado desde la ausencia o la pérdida.

En Julieta tenemos dos mujeres que, frente a su dolor y sentimiento de culpa, optan por huir. Julieta huye tratando de empezar su vida de cero: nueva vida, nuevo país, nuevo hombre… Antía se refugia en la vida espiritual para romper radical e injustamente con todo su pasado. Pero tarde o temprano emerge la fuerza imbatible, casi salvaje, de la maternidad, como algo de lo que es imposible escapar, una maternidad entendida también en sentido posesivo.

Un fotograma de 'Julieta'
Un fotograma de Julieta. Foto: Nico Bustos y Manolo Pavón.

En esta película, los varones —Lorenzo (Darío Grandinetti) y Xoan (Daniel Grao)—, casi siempre en segundo término en el cine almodovariano, son menos planos que en otras de sus películas. Pero son hombres, que a pesar de su fuerza dramática, siempre están supeditados a los personajes femeninos.

No estamos ante la película más redonda del director manchego desde el punto de vista de su guion, que en ciertos momentos sabe a poco y se diluye. La puesta en escena es más fría que en otras ocasiones, menos emocional y melodramática. Pero la huella de Almodóvar es inconfundible. Su estética, su fascinante paleta de colores, el uso –siempre al límite del exceso– de la banda sonora de Alberto Iglesias, y, sobre todo, su prodigiosa habilidad para dirigir mujeres, para sacar de ellas todos los registros posibles.

Lo que es inevitable preguntarse es si Almodóvar ha dado algún paso en los últimos años en la visión del ser humano que plasma en sus películas. Es como si estuviera encallado en un punto definido por un dolor y una soledad que buscan a la desesperada un remedo eficaz. De hecho, el final de Julieta, aunque alberga sin duda una esperanza, no parece colmar del todo esa necesidad herida e insatisfecha de sus personajes. Al salir del cine, el espectador tiene el agridulce sabor de haber visto una gran película sobre las mujeres, pero mujeres siempre rotas y destinadas a sufrir. ¿Será Almodóvar nuestro García Lorca posmoderno?

Julieta
Director:

Pedro Almodóvar

País:

España

Año:

2016

Género:

Drama

Público:

+12 años

Cartel de 'Julieta'