Cuando Wojtyla, convaleciente, dijo: «¡Hoy es miércoles y yo me levanto!» - Alfa y Omega

Cuando Wojtyla, convaleciente, dijo: «¡Hoy es miércoles y yo me levanto!»

«Era el 30 de marzo de 2005, el último miércoles de su vida. El Papa había empeorado. A medio día se abrió la ventana del apartamento y ¡el Papa se asomó! No logró decir ni una palabra; solo levantó la mano derecha y trazó un gran signo de la Cruz»

Vatican Insider

El 2 de abril se cumplieron once años de la muerte de san Juan Pablo II. Este año cayó justo en la vigilia de la fiesta de la Divina Misericordia, instituida por el mismo Pontífice polaco. Exactamente como sucedió en 2005. Y por este motivo el cardenal Angelo Comastri, vicario general del Papa para la Ciudad del Vaticano, concedió una entrevista a la Radio Vaticana (al periodista Alessandro Gisotti), en la que habló sobre el vínculo entre el Pontífice polaco y la Misericordia, eje del Jubileo extraordinario de Papa Francisco, y reveló una anécdota de los últimos días de Karol Wojtyla.

«Era el 30 de marzo de 2005, miércoles, el último de su vida. Todos sabíamos que el Papa había empeorado y por eso estábamos un poco preocupados, todos estábamos rezando por este motivo.

Hacia medio día me avisaron: «¡Se abrió la ventana del apartamento!». Yo, evidentemente, salí de mi oficina, corrí a la Plaza San Pedro y, a medio día, vi que el Papa se asomó. No logró decir ni una palabra; solo levantó la mano derecha y trazó un gran signo de la Cruz que fue su testamento, su despedida para la Iglesia, su despedida para el mundo. Supe poco después lo que sucedió esa mañana.

Al despertarse, Juan Pablo II susurró (porque hablaba con poca voz, apenas perceptible) a sor Tobiana y a don Stanislao Dziwisz: «Hoy es miércoles». Pero no le dieron peso a sus palabras. Pasó un poco de tiempo y dijo de nuevo: «Hoy es miércoles». Una vez más fueron ignoradas las palabras del Papa.

A las 10 dijo con un tono un poco más autoritario: «¡Hoy es miércoles y yo me levanto!». Evidentemente se espantaron frente a esta decisión del Papa y trataron de convencerlo. Pero el Papa, inamovible, dijo: “Hoy es miércoles y yo me levanto porque la gente viene y no quiero decepcionarla”. Se estaba muriendo y pensaba en los demás».

«Me gusta resumir el testimonio de la Misericordia de Juan Pablo II –afirmó Comastri– con dos luces: la del perdón, hasta el heroísmo, y la del anuncio de la verdad, porque el perdón y la verdad son dos luces que provienen de la Misericordia».

El perdón: «Imagínense que inmediatamente después del atentado, cuando el Papa estaba en un lago de sangre, al recuperar un poco la conciencia, las primeras palabras que dijo fueron: «Perdono al hermano que me ha disparado». Llamar en ese momento «hermano» a Alí Agca implica un gran valor, una gran fe, un gran testimonio». Y más: «Cuando el Papa se recuperó no organizó protestas, huelgas, venganzas… solamente oración; oración y perdón. Aquí se ve el rostro bello del catolicismo».

Y luego está la «luz de la verdad»: Papa Wojtyla «hizo que brillara esta luz con tres encíclicas maravillosas, pero también con muchísimos discursos. La encíclica Veritatis Splendor, la encíclica Evangelium Vitae y la Fides et Ratio. ¡Juan Pablo II –subrayó el purpurado– gritó la verdad porque la verdad es un servicio de Misericordia! ¡Porque el pecado es el mal y hace daño! Y no hay que olvidar que Jesús, el misericordioso, Aquel que dijo «Yo he venido por los pecadores…», también añadió: «para que se conviertan»».