Del Noé de Aronofski, al Moisés de Ridley Scott. El nuevo rostro del Péplum - Alfa y Omega

Del Noé de Aronofski, al Moisés de Ridley Scott. El nuevo rostro del Péplum

Se ha estrenado Exodus: Dioses y reyes, la última superproducción de Ridley Scott. Con un presupuesto de 100 millones de euros, quiere repetir el éxito de Gladiator. Christian Bale encarna a Moisés y Joel Edgerton a Ramsés, en un singular reparto en el que está presente nuestra María Valverde, en el papel de Séfora. No en vano, la película se ha rodado en España. Pero el indiscutible espectáculo se ve ensombrecido, una vez más, por el tratamiento inapropiado de la conciencia religiosa del hombre

Juan Orellana
Una escena de las plagas, en la inventada historia agnóstico-atea de Exodus: Dioses y reyes

El argumento de Exodus: Dioses y reyes es la historia de siempre: Moisés es el predilecto del Faraón, en detrimento de su hijo Ramsés. Cuando éste llega al trono, sale a la luz el origen judío de Moisés, que se marcha a liderar a su pueblo contra la esclavitud. Luego vienen las plagas, el paso del Mar Rojo, y acaba la película con las tablas de la Ley. En este sentido es algo más fiel al texto que la película Noé. Pero… no del todo.

Cada vez se hace más evidente la incapacidad que tiene el intelectual contemporáneo de entender realmente la experiencia religiosa universal. La desligan con tanta fuerza de la razón humana, también pobremente concebida, que acaba siendo un aborto entre sentimental y estrafalario, imposible de digerir. De esta manera, la religiosidad es limitada a unos personajes de perfil excéntrico, que ven lo que nadie ve, y que actúan sin visos de racionalidad. Finalmente, es más fácil entenderlos como unos fanáticos que tratan de ser coherentes con sus visiones iluminadas, que como modelos ideales de humanidad.

El Moisés de Ridley Scott, un cineasta agnóstico que declara abiertamente no tener ningún interés por las historias religiosas, está atravesado de esta mentalidad. El guionista, Steven Zaillian, que se define como ateo, fue elegido pos Scott precisamente por esa condición, para buscar soluciones inteligentes en el guión. El resultado es una historia en la que Dios tiene un papel muy difuso -casi como en el Noé de Aronofski- y Moisés se convierte en un líder a medio camino entre fanático terrorista y militar visionario.

Los personajes de Ramsés y Moisés, en la película Exodus: Diosses y reyes

En un principio, Moisés es un posmoderno, que no cree en Dios, sino en sí mismo. No hay en él rastro de religiosidad natural. Después del episodio de la zarza ardiente, se convierte sin más en un creyente. Sin matices, sin desarrollos, sin proceso de conversión. Pero no un creyente como el que retrata el Éxodo, timorato y sin facilidad de palabra, sino un militar duro, mucho más cercano a los héroes del cine fantástico. «¡Seguidme y seréis libres!», llega a exclamar, como si se tratara de un líder revolucionario, en vez de un hombre al servicio de Dios. Por otra parte, Ridley Scott ha preferido sustituir la voz de Dios por un inquietante niño que se le aparece a Moisés de vez en cuando, y del que el cineasta ha dicho, sin doblez, que puede ser un mensajero de Dios, o directamente la conciencia de Moisés. De hecho, nadie ve al niño más que él, y otros elementos claros en la Biblia de la presencia de Dios, como la columna de nube, aquí son directamente eliminados. Incluso el símbolo del cayado y la serpiente, de connotaciones tan religiosas, es sustituido en el film por una espada que le regaló el Faraón a Moisés. Otro cambio sustancial tiene que ver con la relación Dios-Moisés-Faraón. Dios, en el relato bíblico, manda varias veces a Moisés a ver al Faraón, con el Mensaje: «Yaveh me envía para decirte…» Una vez por plaga. Aquí las plagas se suceden de forma muy naturalista, no como consecuencia directa de una intervención de Dios en respuesta a un signo de Moisés. Si en la Biblia Moisés tocaba el agua con su cayado y la convertía en sangre, aquí son unos cocodrilos los que llenan de sangre las aguas a base de comerse a la gente. Moisés no interviene para nada. Y podríamos poner más ejemplos que van en la misma dirección: conseguir que gran parte del relato -no todo- se pueda entender en una clave no necesariamente religiosa. De esta forma, la historicidad de la relación dramática entre Dios y el pueblo de Israel, pasa aquí a un plano casi inexistente, y la misión de Moisés queda muy empobrecida. También su relación con el pueblo elegido es muy escueta, muy artificial, y personajes decisivos como Aarón, son prácticamente prescindibles.

En definitiva, y al igual que Noé, como película de entretenimiento no está nada mal, aunque creo que el casting es muy discutible, y que hay momentos en que decae la fuerza dramática -todo el romance con Séfora-. También hay elipsis demasiado bruscas que perjudican el arco evolutivo de los personajes. Pero el conjunto no está mal. Ahora, como versión cinematográfica de un relato bíblico, es enormemente decepcionante. Si en realidad no se comprende a fondo al personaje central, es imposible que la cosa funcione. Y Moisés no era Espartaco, era un hombre de Dios.

Exodus: Dioses y reyes
Director:

Ridley Scott

País:

Estados Unidos

Año:

2014

Género:

Aventura

Público:

+12 años