Un clic para salir de la zona de confort - Alfa y Omega

Un clic para salir de la zona de confort

Con El Vídeo del Papa, el jesuita de origen español Frederic Fornos ha revolucionado —y va a seguir revolucionando— la Red Mundial de Oración del Papa

Andrés Beltramo Álvarez
Fotograma de El Vídeo del Papa de enero, sobre diálogo interreligioso. Foto: Apostolado de la Oración

La clave fue El Vídeo del Papa. Una iniciativa que impactó a más de 500 millones de personas en el mundo. Un fenómeno viral. Pero detrás de ese proyecto se esconde una obra de la Iglesia con más de 160 años, que lucha por sobrevivir. Y, para hacerlo, ha echado mano de las nuevas tecnologías. Una renovación a la cual se ha sumado Francisco, quien acaba de aprobar el cambio a una costumbre con más de ocho décadas de antigüedad.

Cuando se anunció que el Obispo de Roma aparecería en vídeos virales explicando sus intenciones de oración del mes, la noticia dio la vuelta al mundo. Corría enero pasado y, gracias a la atención global, el lanzamiento logró posicionarse en medios de comunicación que, juntos, tienen una audiencia de más de 3.000 millones de personas.

¿Quién estaba detrás de tal incisivo proyecto? La Red Mundial de Oración del Papa. Hasta entonces, pocos habían escuchado hablar de ella. Pero ya existía desde hace mucho. En realidad se trata del histórico movimiento conocido como Apostolado de la Oración. Y El Vídeo del Papa no es más que el resultado de una campaña de renovación de esa obra que, tras 167 años de vida, está empeñada en resurgir. En el último, publicado este martes, Francisco pide «que los pequeños agricultores reciban una remuneración justa por su precioso trabajo».

Intenciones de actualidad

Nacida como una obra de la Compañía de Jesús en 1849, el Apostolado era conocido porque se encargaba (y encarga aún) de distribuir a toda la cristiandad las intenciones de oración del Papa para cada mes. Desde 1890. Y desde 1928 las intenciones papales son dos: una «universal» y la otra «misionera» (o «de evangelización»). En 2017 las cosas van a cambiar. Mientras en el pasado las intenciones se preparaban, junto al Papa, con casi un año de anticipación, a partir del próximo el Papa elegirá, al inicio de cada mes, una intención de actualidad.

«Actualmente estamos en un mundo de inmediatez, todo el mundo quiere estar en relación directa con el Papa. Nuestra estructura de comunicación había quedado desfasada. Teníamos intenciones muy generales, que no correspondían a la actualidad y además siempre estábamos fuera de las preocupaciones inmediatas del Papa», explica a Alfa y Omega Frederic Fornos, director de la Red Mundial.

De ahí el cambio, que será parcial. Una intención seguirá siendo pensada con mucha anticipación y la otra será actual. «¿Por qué no dejamos solo la actualidad y la inmediatez? No sería suficiente. No podemos estar solo a nivel de la reacción, necesitamos pensar la misión, cómo nos movilizamos como Iglesia, para eso necesitamos tiempo», agrega Fornos.

Así, a partir de este cambio los fieles de todo el mundo rezarán por una intención ideal y mucho más genérica, mientras la otra será más específica. Pero este no es el único cambio producto de la recreación de ese apostolado. Porque para quienes prestan ese servicio no basta solo con una reforma: hablan de recrear una labor que había quedado anticuada.

Frederic Fornos en su oficina de Roma. Foto: Andrés Beltramo

«La gente rezaba, pero muy pocos. Había todavía millones de católicos inscritos, pero muchos grupos eran personas mayores que rezaban por las intenciones del Papa. Era como si las formas que se utilizaban para este servicio ya no sirviesen a las nuevas generaciones», añade el jesuita, en su oficina romana ubicada a unos pasos de la plaza de San Pedro.

Nuevos lenguajes

La refundación comenzó en 2010, a instancias del padre general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás. Como él, muchos otros estaban convencidos que el Apostolado de la Oración se había estancado y no cumplía plenamente su razón de ser. Era necesario encontrar nuevos caminos, nuevos lenguajes, imágenes y formas.

El mismo Fornos aceptó que, como jesuita, él estaba dispuesto a involucrarse en cualquier obra menos en este apostolado. «No lo conocía y me parecía anticuado», reconoció. Y no se equivocaba. Sus métodos eran rudimentarios. Hasta hace apenas unos años las intenciones mensuales del Papa se transmitían en hojitas diseñadas rústicamente o a través de cadenas de mail. El movimiento tenía un logotipo distinto en cada uno de los 98 países donde operaba.

La tarea de refundación parecía titánica. Digna de un sacerdote inquieto y con visión de presente como la que parece tener Fornos, un «catalán-español», como él mismo se considera, que habla perfectamente esa lengua, aunque pasó buena parte de su juventud en Francia.

En los últimos cinco años y gracias a encuentros continentales, se marcó el nuevo rumbo. Con un objetivo específico: nuevos lenguajes y nuevos métodos. Así nació el nuevo nombre. Una red. Muy propia del mundo de hoy. Y un nuevo logo, que varía levemente según cada país.

«Cuando buscábamos cómo ayudar a la gente a conocer las intenciones de oración del Papa, tocando incluso aquellas no católicas, decidimos que lo mejor era un vídeo de alta calidad, que pudiera viralizarse fácilmente. Él estuvo muy contento desde el principio. Cuando ves un vídeo del Papa no es lo mismo que leer un texto, ni ver imágenes de archivo. Te moviliza más. Queremos tocar o movilizar a la gente que no necesariamente está cercana a la Iglesia», añade.

Los responsables del proyecto no se quedaron solo con el vídeo. También decidieron ofrecer una herramienta nueva para quienes, siendo ya fieles comprometidos, puedan interactuar en su oración diaria. Así nació la comunidad Clicktopray, que incluye una innovadora aplicación para teléfonos móviles que ayuda a unirse en los rezos por las intenciones papales. Pero no solo, bajo ese paraguas se han sumado otras herramientas como blog y lista de correos electrónicos.

«La Red Mundial de Oración del Papa quiere sacarnos de un mundo de indiferencia para entrar en la cultura del encuentro, porque cada mes nos abre una ventana sobre una preocupación del Santo Padre sobre el mundo. Nos saca de nuestro pequeño universo, que a veces nos asfixia sin darnos cuenta», prosigue Fornos. «Es una manera de ayudar a la Iglesia a despertarse, involucrarse con el problema planteado aquel mes. Salir de un confort de la fe, porque a veces estamos en una fe cómoda, una fe tranquila y que no nos moleste el mundo. Pero si el Evangelio no nos molesta, no es el espíritu de Dios el que nos conduce».