«Me dijeron que en España trabajaría de interna y al llegar me encerraron en un puticlub» - Alfa y Omega

«Me dijeron que en España trabajaría de interna y al llegar me encerraron en un puticlub»

Redacción
Foto: Francis Silva

Isela tiene 26 años y es rumana. En 2012, una presunta agencia de trabajo le prometió traerla a España para trabajar como interna en una familia. La realidad era muy distinta: «Al llegar me llevaron a un puticlub. Al verlo pregunté qué era y me dijeron: “Tu trabajo”. Cuando dije que me negaba, me encerraron. El que me trajo me golpeó en el cuello y en la cara durante dos horas. Me dijo: “Sabes que sé dónde está tu hijo y dónde trabaja tu familia. Tengo tus documentos y no te vas a ningún lado. O si no, te mato”». El calvario de Isela solo acababa de empezar…

Cuatro años después, su testimonio ha resonado en el Congreso Internacional de Pastoral Mercedaria celebrado en Madrid la semana pasada, con el lema Migración, tráfico y trata. Tres realidades rodeadas de dramas personales y que, cada vez con más frecuencia, van de la mano. Como explicó el director general de Servicios Sociales e Integración de la Comunidad de Madrid, Pablo Gómez Tabira, «hoy en España la trata se intenta esconder. Pero el 90 % de las mujeres que ejercen hoy la prostitución son víctimas de trata, y hay una nueva trata de hombres y de niñas». No es algo que ocurra en otros países: «en España se trafica con niñas», denuncia.

Sin embargo, «la trata no es solo explotación sexual», como recordó Santiago Yerga, del secretariado de Migraciones de la diócesis de Cádiz y Ceuta. También se da cada vez más para «la explotación laboral, matrimonios forzados, adopciones ilícitas, tráfico de órganos y de niños…», añadió. Por ello, quienes desde la Iglesia trabajan en el acompañamiento y rescate de víctimas de la trata, como los mercedarios o las adoratrices, reclaman una ley integral contra la trata, que ayude a las víctimas y «que meta a estos traficantes en la cárcel», en palabras de Isela. Porque, como señaló el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, «tenemos que defender los derechos de los seres humanos, y también salir a enseñar el amor de Dios que nadie tiene derecho a quitarnos».

Laura Ucelay / J. A. Méndez