El cirio pascual - Alfa y Omega

La Semana Santa está muy metida en el corazón de los cristianos pero al llegar la Pascua, parece que ya no hay nada que hacer. El tiempo de Pascua es el más importante para los cristianos y, sin embargo, muchas veces no comprendemos su significado ni sabemos cómo vivirlo. A la gente más pobre le pasa lo mismo, pero quizás más acentuado. Hace algunos años, sucedió lo siguiente el Domingo de Resurrección en mi parroquia. Ocurrió durante la Misa de ocho de la tarde. El templo estaba abarrotado. El sacerdote proclamaba el Evangelio junto al cirio pascual, recién estrenado. Uno de los mendigos que piden en la puerta de la parroquia entró en la iglesia. Avanzaba por el pasillo central y pedía algo a la gente. Los fieles lo rechazaban disgustados. El sacerdote empezaba a ponerse nervioso. El seguía avanzando por el pasillo central y se notaba a la gente cada vez más tensa. El sacerdote seguía con el Evangelio, pero su inquietud iba creciendo a medida que el mendigo se acercaba. Llegó incluso al pie del altar. El sacerdote pensaba que le iba a montar un escándalo o algo peor. Pero el pobre, que llevaba un cigarro en la mano, vio de repente el cirio pascual, grande, majestuoso, con un buen fuego en lo alto. Se alzó, y extendiendo su cigarro, lo prendió con la llama. Había estado pidiendo fuego a la gente de Misa. Una vez encendido su cigarrillo salió por donde vino. El sacerdote no daba crédito. Esto nos hizo reflexionar de la necesidad de una catequesis más profunda sobre los signos litúrgicos. A veces la gente viene a la iglesia, pero no entiende lo que sucede y así se pierde la grandeza del misterio cristiano. Deseo que en esta Pascua podamos comunicar y comprender la luz de Cristo.