«El cristiano, si es triste, no es cristiano» - Alfa y Omega

«El cristiano, si es triste, no es cristiano»

Cristina Sánchez Aguilar
Monseñor Osoro, durante la celebración de la Misa Crismal el Miércoles Santo. Foto: Carlos González García/Infomadrid

Decenas de sacerdotes, diáconos y seminaristas acompañaron el Miércoles Santo al arzobispo de Madrid en la celebración de la Misa Crismal en la catedral de la Almudena. «Se nos pide que seamos expertos en ser rostros vivos de la misericordia», recordó a los presbíteros presentes el día que renovaron sus promesas sacerdotales.

El Jueves Santo, durante el lavatorio de pies. Foto: Archimadrid / Miguel Hernández Santos

Monseñor Osoro, al estilo del Papa Francisco, fue claro en los mensajes dirigidos a sus sacerdotes: «La esperanza no la da ni tal o cual parroquia, ni tal o cual destino o responsabilidad, ni el dinero, ni el éxito, ni el poder ni el placer», les dijo. Y pidió a los presentes estar alegres, pues «sin alegría daremos rumores, nos entretendremos en nosotros mismos, pero no daremos la noticia fuerte y grande que lo cambia todo: Jesucristo». El cristiano, y mucho más si es sacerdote, «es alegre, y si es triste no es cristiano y no es buen sacerdote; algo esencial le falta».

Eucaristía, don de Dios al mundo

Durante la Misa de la Cena del Señor, monseñor Osoro recordó a los fieles que abarrotaban la catedral que la Eucaristía es «don de Dios para la vida del mundo». Es el «sacramento por excelencia. Contiene todo el misterio de nuestra salvación, y es la fuente, la cumbre de la acción y de la vida de la Iglesia». El arzobispo de Madrid afirmó que, en el misterio de la Eucaristía, «el Señor nos enseña que Él no es una idea, es una persona que entra en la vida del hombre y la cambia».

Minutos antes de arrodillarse a lavar los pies de varios sacerdotes diocesanos que concelebraban con él, monseñor Osoro recordó que Jesucristo «se hace esclavo de los hombres», porque «lava sus pies», algo que en su cultura «era trabajo de esclavos». Esto resultaba «incomprensible».

Foto: Archimadrid / Óscar González

La esperanza madurada en la cruz

El Viernes Santo contemplamos a Jesús «en su rostro lleno de dolor, despreciado, ultrajado, desfigurado por el pecado del hombre». Pero, sin embargo, «es el día de la esperanza más grande, la esperanza madurada en la cruz». Monseñor Osoro invitó a los fieles diocesanos a ponerse ante la cruz para ver las necesidades más urgentes de la humanidad. Una de ellas es «la búsqueda de la verdad», porque «la verdad molesta, interpela, nos juzga, nos saca de la mentira». Y recalcó: «Yo entrego al Señor» a la muerte «cuando vivo en la mentira, desde lo que no soy». Otra necesidad es la de vivir «mostrando el rostro del amor misericordioso. Seamos valientes y atrevidos, llenemos nuestra vida de la gracia y del amor mismo de Jesús».

Monseñor Osoro visitó el Martes Santo el hogar Jesús Caminante, en Colmenar Viejo. Desde 1988 esta casa (que ha pasado por diversas ubicaciones) acoge a personas sin hogar en situaciones de deterioro muy avanzado y sin lazos familiares. Actualmente viven en el hogar 60 personas y dos laicos que han dedicado su vida por completo a cuidar de esta gran familia. La fundación Jesús Caminante tiene otra casa en el barrio madrileño de San Blas y en la ciudad peruana de Arequipa.