María, Madre de la Iglesia - Alfa y Omega

María, Madre de la Iglesia

Solemnidad de Nuestra Señora de la Almudena

Carlos Escribano Subías
Mosaico del ábside de la basílica romana de San Clemente (siglo XII)

Madrid celebra hoy a su Patrona, la Virgen de la Almudena. Su imagen estuvo escondida en la antigua muralla de la ciudad, como nos recuerda su himno que será entonado hoy en muchas celebraciones madrileñas, cerca de la Puerta de la Vega, desde donde descendía un camino a la vega del río Manzanares. Fue encontrada el 9 de noviembre de 1085. Desde entonces, la historia de la villa y de los cristianos de Madrid van muy unidas a esta advocación de la Madre de Dios. Su misma catedral, dedicada por san Juan Pablo II en 1993, la tiene como titular y en ella se venera su imagen a la que acuden muchos creyentes a implorar de ella su protección.

El sentir de los cristianos nos acerca a María acogiendo el ofrecimiento hecho por Jesús en la cruz: «Ahí tienes a tu madre», como nos muestra el Evangelio de esta fiesta. En las pocas líneas de este relato evangélico, aparece cinco veces la palabra madre; el Señor nos la entrega: «La Santísima Virgen avanzó también en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual, no sin designio divino, se mantuvo erguida (Juan 19, 25), sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de Madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la Víctima que ella misma había engendrado; y, finalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús, agonizante en la cruz, como Madre al discípulo» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium 58).

Sí, María vuelve a ser madre. Como en el momento de la Anunciación, vuelve a acoger la Palabra de su Señor y deja que sea de nuevo eficaz en ella. A partir de esos momentos, sus hijos serán todos los que son como el discípulo amado, es decir, todos los que se acogen bajo el manto de la gracia divina salvadora y que siguen a Cristo con fe y amor. Desde aquel instante María ya no estará sola; se convertirá en la Madre de la Iglesia, un pueblo inmenso de toda lengua, pueblo y estirpe, que a lo largo de los siglos se unirá a ella en torno a la cruz de Cristo, su primogénito. Desde aquel momento, también nosotros caminamos con ella por las sendas de la fe, nos encontramos con ella en la casa donde sopla el Espíritu de Pentecostés, nos sentamos a la mesa donde se parte el pan de la Eucaristía y esperamos el día en que su Hijo vuelva para llevarnos como a ella a la eternidad de su gloria.

La maternal protección de Santa María, la Virgen de la Almudena, a la que muchos madrileños dirigen su oración, quedo expresada de un modo singular por san Juan Pablo II el día de la inauguración de la catedral. En la bella oración que compuso para la ocasión, pedía a la Madre de tez morena que diese constancia firme a los madrileños «para vivir seguros en la fe de la Iglesia», manteniendo vivo y fuerte el amor de sus hijos, «para que ningún obstáculo pueda desviarnos del camino de la salvación».

En este día de la Patrona de Madrid, ponemos bajo su amparo a todos los madrileños, pero de un modo especial a todos los que sufren por distintas circunstancias, y le imploramos con palabras del Papa Juan Pablo II que, «como excelsa Patrona de Madrid, bendiga y proteja a quienes pronuncian cada día, con devoto amor, su nombre santo y el de su Hijo».

Evangelio / Jn 19, 25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena.

Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego dijo al discípulo:

«Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.