Primera vigilia de oración con monseñor Osoro: son «un milagro» con mucho fruto - Alfa y Omega

Primera vigilia de oración con monseñor Osoro: son «un milagro» con mucho fruto

Dos vigilias de oración al mes -una en la ciudad y otra en un pueblo-, nueve meses al año, durante cinco años. Mantener estos encuentros con jóvenes en Valencia «ha sido un milagro», que se debe en gran medida a la constancia y compromiso de monseñor Carlos Osoro, explica el responsable de Juventud de la diócesis. Los frutos, cinco años después, son patentes. Esto encontrarán los jóvenes madrileños que se acerquen, este sábado, a la catedral de la Almudena

María Martínez López

Este sábado, monseñor Osoro tendrá su primer encuentro con los jóvenes de Madrid. Será a las 20:30 horas, en la catedral. Providencialmente, su llegada a la archidiócesis ha sido poco antes de las fiestas de la Almudena, en cuyo marco se celebra siempre la tradicional vigilia de jóvenes. Los jóvenes podrán ver y escuchar a su obispo dirigirse a ellos por primera vez, y probar cómo serán las vigilias mensuales que monseñor Osoro ya ha anunciado que se celebrarán todos los primeros viernes de mes.

Estos encuentros han sido una de las prioridades de monseñor Osoro como obispo, en Orense, Oviedo y Valencia. En esta última diócesis, ya había un encuentro anual de jóvenes, como en Madrid. Sólo que era en la Vigilia de la Inmaculada. «Don Carlos llegó a Valencia en abril, a mí me nombró Presidente de la Comisión de Infancia y Juventud en septiembre, y nuestra primera reunión fue para preparar la vigilia. Empezamos el primer viernes de octubre», recuerda el padre Óscar Benavent.

La acogida fue estupenda: «Los jóvenes acudieron en masa, la basílica de la Virgen de los Desamparados estaba abarrotada». El esquema de los encuentros es muy sencillo: tras la monición y el canto de entrada, se expone el Santísimo y el obispo dirige una oración espontánea. Se reza un salmo, y la gente responde con ecos, subrayando los versículos que más les han llegado. Luego, el obispo dirige unas palabras y se deja un rato largo de adoración en silencio. Para cerrarlo, se canta un canto sencillo, compuesto cada mes por el mismo monseñor Osoro. El encuentro termina con las peticiones, una oración a la Virgen, y la bendición con el Santísimo.

También en los pueblos

Tras el éxito inicial, el desafío era mantener la asistencia durante nueve meses al año -de octubre a junio-, cinco años. Más aún si se tiene en cuenta que, además de los encuentros en la basílica de Valencia, el segundo viernes de mes se organizaba otra vigilia similar en algún pueblo. «Y hay jóvenes que van tanto a una como a la otra», subraya el padre Óscar.

Era un reto, pero la asistencia masiva se mantuvo. «Ha sido un milagro. Se debe también a la constancia de don Carlos, que invitaba a los jóvenes allá donde iba, ya fuera en sus visitas a las parroquias o si se los encontraba por la calle». Insistía, además, en que se mantuviera el encuentro, pasara lo que pasara. «Si caía en Viernes Santo, se celebraba, aunque fuera de otra manera. Incluso ha dejado de ir a actos importantes porque tenía la vigilia con los jóvenes, y a eso no podía faltar. La gente ha respondido a eso, y ha habido un gran compromiso con estos encuentros».

El fruto: comunión, vocaciones, evangelización…

Lo que era un encuentro con el Señor y el obispo, no tardó en convertirse en un encuentro también entre los mismos jóvenes. «De forma espontánea -cuenta el padre Óscar-, la gente empezó a traerse unos bocatas y cenar en la plaza antes de entrar a la vigilia. Cuando la vigilia era en los pueblos, la gente de allí nos ofrecía luego un chocolate caliente, o una horchata en verano. Es muy bueno que los jóvenes sepan que, una o dos veces al mes, se pueden reunir en torno a Jesús. En los arciprestazgos esto ha supuesto que, de forma silenciosa, se han ido creando grupos para preparar las vigilias, y luego empezaban a hacer más cosas».

El trato cercano con el obispo también es importante. De hecho, «bastantes jóvenes hablaban con él en las vigilias, y él terminó acompañándolos espiritualmente. Ha habido también un aumento de vocaciones». De estos encuentros de oración surgió, también, un proyecto jóvenes en misión. En el Año de la fe, en un momento de la vigilia el obispo entregaba una cruz a los jóvenes que querían. Con este gesto, se comprometían a hablar de su experiencia de Cristo con otro joven que no tuviera fe una vez al mes. Esto se hizo durante dos cursos y, el verano pasado, culminó en el proyecto Construyendo la nueva ciudad», en el cual los jóvenes dedicaban una semana de sus vacaciones a ayudar o hacer misiones en alguna parroquia valenciana.

Todo esto, porque un obispo decidió que reunirse dos veces al mes para rezar con los jóvenes era una de sus principales prioridades. «Ya le iréis conociendo en Madrid», concluye el padre Óscar. La primera cita ya está cerrada: este sábado, a las 20.30, en la catedral de la Almudena.