En tiempos recios, amigos fuertes de Dios - Alfa y Omega

En tiempos recios, amigos fuertes de Dios

«Andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante». No es un lamento de los obispos reunidos en el Sínodo de la Familia, ni la queja de un catequista que no ve jóvenes en misa, o la de un voluntario de Cáritas. Es la exhortación que lanzaba santa Teresa de Jesús, hace cinco siglos. Pero sin desesperanza alguna. Porque sus tiempos y los nuestros comparten paralelismos sorprendentes, y «por eso es providencial que, en este momento de crisis cultural y de renovación eclesial, celebremos los 500 años del nacimiento de la Santa, que nos demuestra con su vida que lo único que puede cambiar las cosas es ser amigos fuertes de Dios y estar disponibles para Él». O sea, repetir con ella aquello de «Vuestra soy,/para Vos nací./¿Qué mandáis hacer de mí?»

José Antonio Méndez
¡Oh hermosura que excedéis /a todas las hermosuras!: Jesús da de comer a santa Teresa. Convento de la Casa natal, en Ávila

El cielo limpio se cierne sobre los tejados de la ciudad cuando el viajero la descubre en lontananza. El sol caldea los sillares anaranjados de su muralla, y recorta como siluetas de cartón los merlones puntiagudos de sus torres, con la sierra negra al fondo. La mañana de octubre está tranquila -y fresca-, el Adaja riega su costado y las iglesias apuntan las horas con sus campanas. El tiempo parece detenerse para quien observa Ávila desde lejos. Parece que, de un momento a otro, va a escucharse el crepitar de la gravilla bajo las herraduras de un jumento, a cuyos lomos se bambolea la parda figura de una monja vivaracha, que lleva por equipaje no más que una imagen de la Dolorosa, un pequeño crucifijo y un legajo de papeles. Una monja que responde al nombre de Teresa de Jesús.

Pero qué va. Hoy las carreteras que llevan a la capital abulense están perfectamente asfaltadas, los centros comerciales saludan al peregrino antes que los cruceros de piedra, y algunas grúas rivalizan en altura con los campanarios. Hace 499 años -en 1515- que Teresa de Ahumada vio por primera vez la luz en estas tierras, y aunque hoy es una de las místicas más influyentes de la Historia, fundadora de 17 conventos, reformadora eclesial durante un período de grandes convulsiones, la primera mujer Doctora de la Iglesia, y la primera escritora de peso en lengua castellana, creadora, además, de un género literario -la autobiografía espiritual-, muchos jóvenes, y no tan jóvenes, apenas saben de ella.

«¿Un quinto centenario de qué? No sé, no me suena. Hombre sí, la Santa sí me suena, por los dulces y tal, pero no sé mucho de ella. Es que yo lo de la Iglesia…», nos dice un taxista que ronda los 35 años. «Algo he oído, pero no me he enterado bien. ¿Es lo de la imagen que salió en procesión?», responde otra mujer que pasa de los 60. «Ni idea. O sea, de pequeña sí me han hablado de ella, pero no la rezo, ni cosas así. Sólo en algún examen. Y del centenario, ni idea tampoco. No, espera… Sí, me parece que una chica de mi clase algo dijo de que va a ser voluntaria, o algo así. ¿Va de eso?», comenta una chica con los libros del instituto bajo el brazo.

Un catálogo inabarcable

Pues sí. Va de eso. Y de mucho, de muchísimo más. Porque en Ávila, como en el resto de España, la Iglesia está dispuesta a poner toda la carne en el asador durante el próximo año, para revitalizar el inmenso patrimonio espiritual, literario y social que supone santa Teresa, de cuyo nacimiento se cumplirán los 500 años en 2015. Por eso, a partir del próximo miércoles -festividad litúrgica de la Mística Doctora-, comienzan los actos del V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, y el Año Santo Jubilar Teresiano, que se celebrará en todas las diócesis de España y en una treintena de países de los cinco continentes, con un catálogo cuasi inabarcable de catequesis, retiros, Vigilias, encuentros de oración, Ejercicios espirituales, actos culturales, exposiciones, congresos universitarios, charlas, rutas turísticas, peregrinaciones, talleres literarios, recursos online, presencia en redes sociales y un larguísimo etcétera.

Todo, para «ayudar a descubrir la vigencia del mensaje y del testimonio de santa Teresa de Jesús para nuestro tiempo, para nosotros y para las personas que están a nuestro alrededor, porque mucha gente ya no conoce casi nada de la Santa, o la conocen sólo por cuatro tópicos y clichés», como explica el carmelita descalzo Antonio González, Secretario General de la Comisión para el V centenario.

Un alma en Dios escondida/ ¿qué tiene que desear/ sino amar y más amar?… El Santísimo expuesto, los fieles en oración, y un cuadro de la Santa en el retablo central de la capilla de la Transververación, en el monasterio de la Encarnación, de Ávila

Contra la superficialidad, sin prisas

El padre González asegura que, «en cuanto nos acercamos a santa Teresa a través de sus escritos, nos damos cuenta de que tiene una palabra que trasciende su tiempo y que sigue hablándonos con un mensaje muy claro: su llamada a la interioridad. Esto es de total actualidad, porque vivimos en un tiempo muy acelerado y con muchas prisas. Casi todo el mundo se queja de eso, sea o no creyente. Lo contrario de la interioridad no es la exterioridad, sino la superficialidad, y nuestro mundo nos empuja a vivir de una forma muy superficial. Esto también pasaba, de forma similar, en tiempos de Teresa, y por eso, ella habla de una interioridad habitada y dice que no estamos huecos por dentro, sino habitados por Dios». Como hace 500 años, hoy también hace falta que la Doctora Mística «nos invite a redescubrir nuestra interioridad en cualquier circunstancia», recordándonos que «Dios también está entre los pucheros», y por tanto también entre ordenadores, móviles, o tablets

Cuando Dios es tu amigo

Pero, ¿de qué Dios habla santa Teresa? ¿Es un Dios duro, ascético y riguroso? ¿Vale su discurso del siglo XVI para el siglo XXI? El padre Tomás Álvarez, uno de los expertos teresianos de mayor prestigio internacional, explica que «la Santa no habla de Dios como en un manual, o con el lenguaje flojo de una literatura falsamente devota y anticuada. La suya es la palabra de un testigo. Mientras narra su vida, va contando el paso de Dios por ella y va revelando al lector, poco a poco, el rostro de Dios, la hermosura de Cristo y su forma de actuar: cercana y misericordiosa, como un amigo («¡Qué buen amigo hacéis, Señor!»), que es como más le gusta referirse a su Amado. Y va llevando al lector ante ese Dios amigo, personal y humano, que le ha cambiado a ella la vida, para que se la cambie también a quien la lee. Un Jesús que es hombre de verdad, y que lo mismo le da de comer, que la acompaña en sus viajes para fundar otros conventos, porque la mística de santa Teresa, por ser verdadera, va pareja a su acción evangelizadora».

Un Dios desconocido para hoy

Además, el padre Álvarez explica que «santa Teresa no se cansa de hablar del amor que tiene Cristo por ella y por cada uno; de que no juzga como un Dios severo y lejano, tan del gusto de su época» y que, «en el fondo, creo que se parece bastante a lo que hoy mucha gente piensa que es Dios, y por eso le dan la espalda».

Un ejemplo de cómo habla la Santa de Dios, sacado del Libro de la vida: «Muchas veces he pensado, espantada de la gran bondad de Dios, y regalándose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia. Sea bendito por todo, que he visto claro no deja sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno. Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras, este Señor mío las iba mejorando y perfeccionando y dando valor, y los males y pecados luego los escondía. Aun en los ojos de quien los ha visto, permite Su Majestad se cieguen, y los quita de su memoria. Dora las culpas. Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone en mí, casi haciéndome fuerza para que la tenga». ¿Quién no querría contar hoy con un amigo así para su día a día?

Son menester amigos fuertes de Dios… Procesión teresiana en las murallas de Ávila

A tiempos recios, nuevos santos

Otro de los grandes atractivos de Teresa de Jesús para hoy está en que «no se acobarda ante las dificultades, sino que, al vivirlas con una profunda confianza en Dios, se siente verdaderamente libre de ataduras», dice el padre Antonio González. «Sus tiempos, como los nuestros, eran tiempos recios, tiempos difíciles, y tiempos de cambio entre épocas, pero que, precisamente por eso, ofrecían y ofrecen grandes oportunidades para vivir una fe que impregne toda la vida, que muestre un testimonio coherente y radical de Cristo, una posibilidad real de vivir la santidad diaria», añade. De hecho, para uno de los grandes actos de este V centenario, el Encuentro Europeo de Jóvenes que se celebrará en Ávila entre el 5 y el 9 de agosto, la Organización ha unido dos ideas típicamente teresianas como lema: En tiempos recios, amigos fuertes de Dios.

Una pastoral de la oración

«Lo que queremos -remarca el padre González- es aprovechar el V centenario de tal modo que la gente conozca la labor fundacional de la Santa, y sobre todo, que lea sus obras directamente. Y, además, desplegar una intensa pastoral de la oración, desde la escuela de santa Teresa, pues para ella la oración no es un ejercicio de piedad, una práctica devocional, o un método, sino un trato de amistad con una Persona real, porque eso es lo que te lleva a una dinámica de conversión personal; de desasimiento para liberarnos de las dependencias; de amor, para dejar de vivir para mí y empezar a vivir para los demás; de andar en verdad, de conocernos en profundidad y de vivir con humildad».

Quizás el lector piense que lo de ser santo, y más aún lo de ser místico, no va con él, por mucho V centenario que se celebre. Pero la Santa también a eso responde: «[Conviene] tener gran confianza, porque conviene mucho no apocar los deseos, sino creer de Dios que, si nos esforzamos, poco a poco, aunque no sea luego, podremos llegar a lo que muchos santos con su favor; que si ellos nunca se determinaran a desearlo y poco a poco a ponerlo por obra, no subieran a tan alto estado». Desde el cielo, la Santa tenderá la mano a quien se anime.