«Musulmanes, hindúes, católicos… somos hermanos y queremos vivir en paz» - Alfa y Omega

«Musulmanes, hindúes, católicos… somos hermanos y queremos vivir en paz»

«Somos diversos, somos diferentes, tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz», dijo el Papa antes de lavar los pies de cuatro nigerianos, tres mujeres eritreas coptas, tres musulmanes de diferentes nacionalidades, un hindú, junto a una trabajadora social italiana

Vatican Insider

«Todos somos diferentes, pero somos hermanos y queremos vivir en paz». Y por el contrario, detrás de las acciones de los asesinos de Bruselas hay «traficantes de armas que quieren sangre, no la paz». El Papa Francisco celebró la Misa in Coena Domini del Jueves Santo, con la que comienza el Triduo Pascual (el recuerdo de la pasión, muerte y resurrección de Jesús) frente a casi 900 refugiados, principalmente musulmanes, del CARA (Centro de acogida para los que piden asilo) de Castelnuovo di Porto, en la periferia norte de Roma.

Preparándose para el ritual del lavatorio de pies, el Pontífice se dirigió a los migrantes con una breve homilía improvisada. Muchos grabaron el momento con sus teléfonos móviles. Bergoglio, refiriéndose a las Escrituras leídas durante la celebración, habló de dos gestos: el que Jesús hizo al lavar los pieles a los apóstoles y el de Judas, que traicionó a Cristo por treinta monedas.

«Los gestos –indicó– hablan más que las imágenes y que las palabras, los gestos; en esta Palabra de Dios que hemos leído hay gestos. Jesús que sirve, que lava los pies, él, que era el ‘jefe’, lava los pies a los demás, a los suyos. Segundo gesto: Judas que va con los enemigos de Jesús, esos que no quieren la paz con Jesús, para cobrar el dinero con el que lo traicionó, las 30 monedas».

«Los gestos –prosiguió–; también hoy y aquí hay dos gestos: este, todos nosotros, juntos, musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, hermanos, hijos del mismo Dios, que queremos vivir en paz, integrados; un gesto. Hace tres días, un gesto de guerra, de destrucción, en una ciudad de Europa, hecho por gente que no quiere vivir en paz, pero detrás de ese gesto, como detrás de Judas, había otros; detrás de Judas estaban los que le dieron el dinero para que Jesús fuera entregado; detrás del otro gesto están los fabricantes, los traficantes de armas, que quieren sangre y no la paz, la guerra y no la fraternidad; dos gestos: el mismo Jesús lava los pies y Judas vende a Jesús por dinero; todos nosotros juntos, diferentes religiones, diferentes culturas, pero hijos del mismo Padre, hermanos, y los que compran las armas para destruir».

«Hoy, en este momento, cuando yo haga el mismo gesto de Jesús de lavarles los pies a ustedes –continuó–, todos nosotros estamos haciendo el gesto de la fraternidad, y todos nosotros nos decimos: “Somos diversos, somos diferentes, tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz”, y este es el gesto que yo hago con ustedes; cada uno de nosotros tiene una historia, cada uno de ustedes tiene una historia, tantas cruces, tantos dolores, pero también tiene un corazón abierto que quiere fraternidad, cada uno en su lengua religiosa le reza al Señor para que esta fraternidad se contagie en el mundo, para que no existan las treinta monedas para matar al hermano, para que siempre existan la fraternidad y la bondad. Que así sea».

Después, el Papa se inclinó para lavar los pies de cuatro nigerianos, tres mujeres eritreas coptas, tres musulmanes de diferentes nacionalidades, un hindú y una agente italiana que ofrece asistencia a migrantes. Les lavó a todos y a todas los pies.

Historias de los 11 refugiados

Francisco llegó hacia las 17 a Castelnuovo di Porto y fue recibido por los voluntarios y sacerdotes que ofrecen sus servicios en la cooperativa Auxilium, que se ocupa del Centro. El primer gesto del Papa fue firmar un cartel que le daba la bienvenida en nombre de los 900 huéspedes.

Después le presentaron al Pontífice tres refugiados que fueron sus intérpretes durante su estancia: el afgano Ibrahim, el maliense Boro y el eritreo Segen. Bergoglio iba en compañía del Sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Becciu, del delegado para el Jubileo, el arzobispo Fisichella, y del regente de la Casa Pontificia, Sapienza.

Al final de la Misa, y antes de saludar uno a uno a los presentes y a sus familias, el Papa tomó la palabra para decir: «Y solo recordemos, hagamos ver qué bello es vivir como hermanos, con culturas, religiones diferentes. Y esto tiene un nombre: paz y amor. ¡Gracias!».

Mauro Pianta / Vatican Insider