«Mi catequista se merece un monumento» - Alfa y Omega

«Mi catequista se merece un monumento»

Jorge Adalberto es cubano, tiene 46 años y pasó mucho tiempo buscando la paz interior, hasta que la encontró en una peregrinación a Tierra Santa. Olga, de 31, será otra de los cinco personas adultas bautizadas durante la Vigilia Pascual en la catedral de la Almudena. Ambos dan las gracias a quienes les han acompañado en este trayecto

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Jorge Adalberto, con tres de sus catequistas. Foto: Archivo personal de Jorge Adalberto Ramírez

Jorge Adalberto vino de Cuba en el año 2002 a realizar una diplomatura en salud, y comenzó a trabajar por las noches en la atención a los padres escolapios de la residencia San José de Calasanz. De su contacto con ellos nació el deseo de conocer más de la fe. «Siempre me han tratado como a un hijo, me han hecho parte de su vida, participaba en sus conversaciones, les acompañaba a Misa… Yo había oído hablar muchas veces de la expresión paz interior, y les preguntaba: “¿Qué es la paz interior?”».

Con esta inquietud llegó a Tierra Santa, en una peregrinación a la que se apuntó con un grupo de amigos, «y allí sentí algo muy grande, nunca había experimentado algo así. Durante aquellos días viví una paz, una tranquilidad enormes, como si estuviese en contacto directo con Jesús. Al regresar fui a hablar con el párroco de San Sebastián, a decirle que me quería bautizar». El párroco le puso en contacto entonces con tres matrimonios que poco a poco le han ido transmitiendo la fe durante los dos últimos años. «Son maravillosos –dice Jorge–, porque han sido ellos los que se han adaptado a mí, a mis horarios, no al revés. Me han dado muchas facilidades, empezando desde cero conmigo. Estoy muy contento con ellos», hasta el punto de que si a Jorge le surge cualquier duda fuera de la catequesis se la intentan responder por Whatsapp.

Hoy, Jorge dice que «Jesús me ha enseñado a comprender muchas cosas, a ayudar a los demás, a sentirme muy feliz. Estoy deseando que llegue el momento de bautizarme». Y desea dar a conocer a todo el que no esté bautizado «lo que a mí me ha pasado, la paz que tengo ahora mismo, que me siento más alegre y más feliz, que esto que me ha pasado ha sido una llamada del Señor, no es mentira».

Olga y Beatriz, el Domingo de Ramos. Foto: Archivo personal de Beatriz del Castillo

«Se puede ser joven del siglo XXI y católica»

A Olga le cuesta contar lo que le ha pasado en el último año: «Esto es especial y decirlo con palabras es muy complicado». Con 31 años, tiene previsto casarse por la Iglesia dentro de tres meses. De ahí surgió su interés en recibir el Bautismo. Habla muy bien de los jesuitas de la Universidad de Comillas, donde estudió, y confiesa que se ha acercado a la Iglesia «sin rechazo, porque mi familia siempre ha sido muy respetuosa y nos han educado en la tradición cristiana: íbamos a procesiones, en mi familia hay varios sacerdotes, no comíamos carne los viernes de Cuaresma, ayudábamos económicamente a obras de Iglesia, y no nos perdíamos la Misa del Gallo…, aunque no tuviéramos los papeles».

En este tiempo ha descubierto que «la fe cristiana es muy bonita, y no es incompatible con ser un joven del siglo XXI». Sobre todo le llegan mucho el salmo del Buen Pastor y el Sermón de la Montaña: «Me parece que es un pasaje que es un buen resumen del Evangelio y de la fe cristiana y un buen programa de vida. Se puede aplicar a todo el mundo, y es muy integrador, no excluye».

De su catequista durante este tiempo, Beatriz, dice que «se merece un monumento, por la paciencia que ha tenido». Y la misma Beatriz afirma: «Doy gracias a Dios por esto, porque ha sido un regalo, una cosa preciosa. Lo que más me ha admirado es su sorpresa ante la belleza de la fe. De hecho, lo que Olga más solía repetir es: “¡Qué bonito!”».