Francisco, tres años sacudiendo a la Iglesia - Alfa y Omega

Francisco, tres años sacudiendo a la Iglesia

«Francisco es un hombre sensato. Sabe que los cambios por él empujados para la Iglesia no los verá concretados, pero al próximo Papa le será muy difícil cambiar rumbo». Palabra de José María di Paola, el más famoso cura villero. Amigo desde hace mucho tiempo de Jorge Mario Bergoglio, el entonces arzobispo de Buenos Aires lo mandó a vivir en los barrios pobres de la capital argentina. Y, cuando lo amenazaron los narcotraficantes, lo apoyó recomendándole un exilio en el norte del país

Andrés Beltramo Álvarez
El arzobispo Bergoglio, durante un Lavatorio de los pies, junto al padre Pepe. Foto: EFE/Cortesía de Ediciones B

En esta entrevista con Alfa y Omega, el padre Pepe —como lo llaman sus conocidos— traza un balance del tercer aniversario de pontificado y habla de cómo el Papa venido del fin del mundo está sacudiendo a la Iglesia.

¿Qué significan estos tres años de papado?
Marcan un momento espiritual muy importante en la Iglesia, es un momento de cimbronazo porque desde que asumió el pontificado Francisco, la sensación en la gente es que la Iglesia está volviendo a sus principios. La repercusión es muy grande y la gente se siente interpelada. El Papa hace gestos o dice cosas que los fieles estaban esperando, desde el modo de vivir, las palabras y las recomendaciones. No sé si dará un cambio automático, el cambio se producirá con el tiempo.

¿Entiende de verdad la Iglesia el mensaje de Francisco?
En general sí, considerando a la Iglesia como pueblo de Dios. Hay personas que no están en las parroquias, que están en sindicatos, políticos, profesionales, los cuales se sienten realmente interpelados, al menos acá en la Argentina. El mensaje de él llega y motiva una pregunta, una inquietud, un deseo de cambiar.

Pero también genera resistencias, incluso a nivel internacional, ¿no?
Sí, pero no es la mayoría. Pero si no existieran ese tipo de reacciones significaría que no hay un cambio. Si todos estuvieran de acuerdo, incluso aquellos que piensan diferente o no quieren a los inmigrantes, no quieren el cuidado del planeta y otras cosas; si ellos estuvieran contentos entonces es que el mensaje sería demagógico, dirigido a estar bien con unos y con otros. Pero estos detractores forman parte de un grupo muy claro que busca sus propios intereses y no coincide con la mayoría de la gente que se siente contenta de que su pastor tenga estas palabras para guiar a la Iglesia. Está claro que el mensaje de Francisco tiene una adhesión muy grande y un rechazo de una minoría.

¿Esa minoría representa un statu quo económico o político al que el Papa está afectando?
También eclesiástico. Seguro. Hay cosas que propone Francisco que hablan de la radicalidad del Evangelio. Si está diciendo que lo importante es la austeridad y algunos viven como si fuesen magnates cuando tendrían que dar ejemplo de una vida sencilla, evidentemente se sienten tocados. Pueden reaccionar de dos maneras: decir que el Papa tiene razón y cambiar, o criticarlo y buscar justificaciones.

¿Qué pasa con la clase media católica? Mucha gente que va a Misa todos los domingos y no responde a un poder específico también se siente incómoda con el mensaje del Papa.
El Papa está mandando mensajes a todos los seres humanos. Quien interpreta ideológicamente los mensajes del Papa los quiere parcializar. Por ejemplo, la clase alta dice que tiene un mensaje para el proletariado y es comunista; la clase media lo acusa de dividir… Está en muchos la tentación de excusarse y pensar que la palabra de Francisco no es para ellos. Su predicación tiene que ver con un cambio, sus palabras nos invitan a la conversión.

¿Influye más que tenga una forma de comunicación muy directa?
Eso es lo mejor. Su lenguaje no es difícil y la gente accede a él sin ningún filtro, no necesita un análisis de teólogos. Están el Papa y la gente. Por eso tiene esta adhesión, porque las personas lo ven en la televisión, lo entienden y se produce un diálogo en el cual se sienten cercanos a él.

Foto: CNS

¿Qué es lo que más te sorprende en estos tres años?
Nosotros, quienes lo conocimos, podemos dar testimonio de que él es así. Ese modo de vida austera, sencilla. La opción por los pobres, el migrante, por la vida, rechazando la trata, por los márgenes, por la integración. Todo esto que vivimos con él antes, ahora lo vemos en su papado. Por eso podemos decir que el Papa no está tomando medidas para quedar bien; son opciones que tienen que ver con su historia. Al mismo tiempo ha cobrado mucha notoriedad su simpatía y su llegada a la gente, lo cual demuestra su capacidad de hacer un cambio a su edad.

Entonces sí tuvo un cambio…
Sí, en el campo gestual y comunicacional. Es notorio. Cualquiera que lo conoce desde antes lo puede afirmar. En cuanto a los principios, no, en eso sigue siendo el mismo. Esto demuestra el gran liderazgo que tiene. Ahora, siendo Papa, se tiene que comunicar con todo el mundo. Por eso habla a través de los gestos. Los gestos son elocuentes y hablan por sí mismos. Esos actos son interpretados por todos, no hace falta que alguien los traduzca.

¿Era una transformación necesaria?
En definitiva es lo que la gente quiere, un Papa sencillo. Además nos marca a todos los consagrados. Después de verlo a él ahora a ningún consagrado se le ocurre intentar vivir de arriba, tener comodidades o lujos. Por eso los fieles dicen: «Eso es lo que queremos de ustedes».

¿Eso puede ser origen de cierta molestia en el clero, que se siente presionado por los fieles y comparado con el Papa?
Ojalá aprovecháramos lo que dicen los fieles para cambiar. Yo conozco a un cura que cambió justamente porque los fieles se lo dijeron y hoy tiene una muy buena relación con la gente, ha mejorado totalmente. Hay que saber siempre recibir la palabra de los feligreses. La Iglesia vive ahora un momento espiritual que debemos saber aprovechar.

¿A dónde va el Papa?
Creo que quiere asentar los cambios que está empujando. Es un hombre sensato y sabe que si quiere que esto trascienda a él le toca dar unos pasos y luego vendrá otro a dar los siguientes. De todas maneras en muchas cosas se ha sentado un precedente. El hecho que el Papa no viva una vida lujosa es un precedente, por más que hubo otros que también lo hicieron. Pero ahora es abierto y declarado. Muchas cosas que él ha empezado seguramente no las va a terminar, pero al que vendrá le será muy difícil no seguirlo, porque la gente esperará ese estilo.