Cardenal Dominique Mamberti: «En las nulidades, lo pastoral es inseparable de lo judicial» - Alfa y Omega

Cardenal Dominique Mamberti: «En las nulidades, lo pastoral es inseparable de lo judicial»

María Martínez López
El cardenal Mamberti, durante la entrevista. Foto: María Pazos Carretero

Hace tres meses, coincidiendo con el comienzo del Año de la Misericordia, entró en vigor la reforma de los procesos de nulidad. ¿Cómo han sido estos primeros meses?
Algunos aspectos de la reforma ya se aplican, como que no sea necesaria una segunda sentencia conforme a la nulidad. De cómo se implantan otros, como el proceso breve, todavía no tenemos mucha información. Siendo un procedimiento nuevo, tendrá que implementarse según las posibilidades reales de cada lugar, pues el motu proprio del Papa dice que se tienen que reunir una serie de condiciones. Donde ya existen tribunales no hay problema, pero los obispos que quieren constituir uno deben tener el personal necesario. La implantación es un desafío en particular para los obispos, porque el Santo Padre ha querido subrayar su responsabilidad en la administración de la justicia eclesiástica para hacer esta más cercana a los fieles.

Se trata de una reforma jurídica. Pero, ¿qué intención pastoral tiene?
El aspecto pastoral es inseparable del aspecto judicial. Toda actividad de la Iglesia es por sí misma pastoral. Pero en este caso el Santo Padre ha hecho especial hincapié en ello. Se busca sobre todo que la gente no quede a la espera de un pronunciamiento de la Iglesia sobre su situación, y alentarla a recurrir a las estructuras de la Iglesia; que estas no parezcan lejanas ni geográfica ni humanamente.

Muchos esperan que la mayor implicación del obispo sirva para integrar la experiencia de los tribunales eclesiásticos en la pastoral ordinaria y en la preparación al matrimonio, que tanto preocupa al Papa.
En el Sínodo de Obispos sobre la familia se habló muchísimo de la preparación al matrimonio. La experiencia de los jueces es muy útil porque ellos, lamentablemente, ven a menudo los defectos en la formación de los cónyuges cuyo matrimonio después ha fracasado. Pienso que dando más responsabilidad a los obispos en las causas de nulidad se beneficiará todo lo relacionado con el matrimonio: desde la preparación, pasando por la atención a los matrimonios jóvenes y a lo largo de la vida en las distintas estructuras de la Iglesia, y en particular en las parroquias; hasta los mismos tribunales eclesiásticos, en caso de necesidad. Todo se complementará para hacer realidad la intención del Santo Padre y del Sínodo: que la Iglesia sea verdaderamente cercana a los fieles.

Desde tiempos de Juan Pablo II se debate sobre la falta de fe como posible causa de nulidad. ¿Qué significa realmente esta afirmación y qué implicaciones tiene?
El Santo Padre ha hablado de esto en su último discurso a la Rota Romana. La cuestión de la falta de fe no se centra en esta carencia por sí misma, sino como posible causa de otro motivo de nulidad: uno que no tiene fe puede no creer en las cualidades esenciales del matrimonio. La Comisión Teológica Internacional ha afirmado en dos ocasiones que «la fe es un presupuesto del efecto fructuoso del matrimonio», pero que la validez del mismo «no está ligada al hecho de que sea fructuoso».

El 19 de marzo el Papa firma la exhortación postsinodal. Después de unos meses para asentar las conclusiones del Sínodo, ¿qué espera que aporte el documento del Papa?
El Santo Padre quiere alentar a las familias de todo el mundo y darles la certeza de que la Iglesia está cerca de ellas, de que forman parte de la Iglesia y pueden contar con el apoyo del Papa y de todos los pastores. En el Sínodo se ha tomado una vez más conciencia de que la familia es imprescindible; es una realidad absolutamente necesaria y determinante para el futuro de la Iglesia y de la humanidad.

¿Cómo se debe entender la gradualidad en el acompañamiento a personas en segundas uniones, sin rebajar la exigencia del Evangelio ni dejar de proponer la verdad y la belleza del matrimonio?
Se trata de que nadie en la Iglesia pueda sentirse rechazado o despreciado. La belleza de la familia y del sacramento del matrimonio como Dios los ha instituido permanece como una realidad esencial de la vida de la Iglesia.

Como diplomático de la Santa Sede y secretario para las Relaciones con los Estados, el cardenal Dominique Mamberti (Marrakech, 1952) ha conocido la realidad de la Iglesia en todo el mundo. El ahora prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica pronunció la semana pasada la conferencia Celeridad y justicia en el proceso de nulidad matrimonial renovado en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad San Dámaso.