Madrid 2011, la hora de la Gracia - Alfa y Omega

Madrid 2011, la hora de la Gracia

«Centenares de miles de jóvenes creyentes vibrarán en nuestra ciudad de fe en Cristo y de Síes a su Evangelio. Para otros muchos miles, que buscan y anhelan la luz de la verdad para enderezar el camino de sus vidas, los días madrileños del encuentro con el Papa serán la hora de la Gracia»: así lo decía el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid, en la Tercera del diario ABC, el mismo día de la llegada de Benedicto XVI a la capital de España para presidir la JMJ 2011, en la que ha sonado, y con fuerza grande, la hora de la Gracia

Redacción

Es una inmensa alegría encontrarme aquí con vosotros, en el centro de esta bella ciudad de Madrid, cuyas llaves ha tenido la amabilidad de entregarme el Señor alcalde. Hoy es también capital de los jóvenes del mundo y donde toda la Iglesia tiene puestos sus ojos.

Queridos jóvenes, tenéis interrogantes y buscáis respuestas. Es bueno buscar siempre. Buscar sobre todo la Verdad que no es una idea, una ideología o un eslogan, sino una Persona, Cristo, Dios mismo que ha venido entre los hombres.

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Seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios.

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La Pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo. Queridos jóvenes, vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer.

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¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy? La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad. Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios.

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Hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios. Nosotros, en cambio, sabemos bien que hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación.

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No os conforméis con menos que la Verdad y el Amor. Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer, con coraje y humildad, el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida.