Jóvenes voluntarios en bata - Alfa y Omega

Jóvenes voluntarios en bata

Solo en la Comunidad de Madrid hay más de 1.350 personas que hacen voluntariado en hospitales. En el Clínico, un grupo de jóvenes voluntarios de la capellanía ha puesto en marcha un blog,www.jovenesenbata.es, para contar a los internautas sus experiencias

Cristina Sánchez Aguilar
Dos voluntarias del Clínico, durante la oración anterior a las visitas. Foto: María Pazos Carretero

1.350 personas hacen voluntariado en más de 30 hospitales de Madrid. Son datos recientes, publicados esta semana por FEVOCAM (Plataforma de Entidades de Voluntariado de la Comunidad de Madrid). Este voluntariado, señalan desde la organización, es especialmente beneficioso, porque está comprobado que «tener una actitud positiva reduce el estrés, lo que hace que el sistema inmunitario sufra menos y, por tanto, que pueda haber una recuperación más rápida».

Miriam, preparada para hacer el recorrido. Foto: Archivo personal de Miriam Torquemada
Miriam, preparada para hacer el recorrido. Foto: Archivo personal de Miriam Torquemada

Miriam Torquemada tiene 25 años y estudia Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid. Es una de las voluntarias que los sábados se enfunda la bata blanca y recorre los pasillos del Hospital Clínico para acompañar a los pacientes. «Hemos visitado a ancianos, algunos muy necesitados de una persona con la que compartir historias del pasado o contar los sueños que no pudieron realizar en su juventud. El consuelo que se les puede ofrecer me parece insuficiente», escribe Miriam en su primera entrada, su bautizo como bloguera en www.jovenesenbata.es. Esta iniciativa nace del impulso de uno de los capellanes del hospital, el sacerdote y periodista Javier Alonso, que animó a los voluntarios jóvenes a compartir sus experiencias por escrito. «Me lancé a escribir porque quiero que la gente sepa que los universitarios hacemos algo más que salir de fiesta y estudiar», afirma la joven.

Miriam lleva un año como voluntaria en el hospital y reconoce «que es una experiencia muy dura. Sobre todo cuando vamos a la planta de oncología». Pero «cuando el capellán nos da la bendición, recuerda que Dios está con nosotros» y todo ese miedo se disipa. «La gente lo nota, porque muchas veces, hasta los familiares vienen a abrazarnos y a buscar palabras de apoyo», añade.

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«Pienso en darme la vuelta»

La FEVOCAM, orgullosa de los madrileños, recalca que para realizar un voluntariado con personas enfermas «se necesita formación, y un alto grado de compromiso, empatía y capacidad de escucha activa». Dani Saez, otro joven en bata de 18 años, sabe bien que mantener esa actitud optimista no es cosa fácil. «Por muchos martes que acuda, sé que siempre voy a tener esa indecisión que se me plantea una vez que estoy delante de la puerta de la habitación, donde me cuestiono si no será mejor darse media vuelta. No obstante, hay una fuerza que me incita a persuadir a mis compañeras para que den un golpecito en la puerta, y que nos permitan pasar». Una vez dentro «es como si nada de lo mencionado con anterioridad hubiera sucedido. Las emociones son variadas: alegría, empatía, carisma, esperanza y, sobre todo, algo que es muy importante: calor humano». Dani describe en el blog sus visitas, y reconoce que «una de las peores enfermedades es la soledad, y es por ello que nunca viene de más que alguien sepa ponerse en el lugar del otro».