El buque-escuela de la Armada ya surca los mares con sus tripulantes protegidos por la Virgen - Alfa y Omega

El buque-escuela de la Armada ya surca los mares con sus tripulantes protegidos por la Virgen

El buque-escuela Juan Sebastián de Elcano partió el sábado de Cádiz para realizar su LXXXVII Crucero de Instrucción. Antes de zarpar, en la Escuela Naval Militar, se impuso el escapulario a los guardiamarinas que iban a embarcar

Redacción
Foto: EFE/Víctor López

Durante 120 días, 23 oficiales y suboficiales, 140 militares de la escala de Marinería y Tropa y 80 guardamarinas surcarán el océano atlántico en el LXXXVII Crucero de Instrucción del buque-escuela de la Armada Española Juan Sebastián de Elcano.

Cuatro meses en alta mar y alejados de sus seres queridos, en una travesía de instrucción que llevará a los tripulantes del navío a lugares como Fortaleza (Brasil), San Juan de Puerto Rico, La Habana (Cuba), Miami y Baltimore (EE. UU.).

El buque, del que se cumplen 89 años de su botadura, arrió las velas este sábado 5 de marzo desde el puerto de Cádiz entre los aplausos y despedidas de los que se quedaban en tierra.

Poco tiempo antes, la Escuela Naval Militar de Marín (Pontevedra) acogió la bendición y entrega de escapularios que los 80 guardamarinas llevarán consigo durante el viaje para implorar la protección de la Virgen y su asistencia a lo largo de la singladura.

En la ceremonia, el páter [así llaman los soldados a los sacerdotes castrenses] de la Escuela los animaba, entre otras cosas, «a afrontar con ilusión esta navegación, encontrándoos con Dios en medio de la creación; a estrechar los lazos de unión entre unos y otros como compañeros y amigos; a mirar siempre el escapulario recordando que no están solos, que tienen una Madre que los protege y que está con sus familias»; y a «vivir intensamente la fe, estemos donde estemos».

Antes de terminar el acto con el canto de la Salve Marinera, se encendió una vela votiva blanca que no se apagará hasta su regreso, previsto para el 1 de julio. La luz del cirio es una oración, hecha por todos los que se quedan en la Escuela, para los que ya surcan los mares tengan vientos favorables y regresen con el orgullo de haber cumplido con su misión.

Arzobispado Castrense / Redacción