La Virgen que baila por las calles de Guatemala - Alfa y Omega

La Virgen que baila por las calles de Guatemala

Desde hace 400 años, cada 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, la imagen de la Virgen sale en procesión por el centro histórico de la ciudad de Guatemala. La talla, de origen sevillano, sirvió para extender el culto a esta advocación, que en el siglo XVII contaba con gran arraigo en la ciudad del Guadalquivir. Ésta es la historia de una Virgen española, convertida, para siempre, en Chapina, símbolo de identidad para el pueblo guatemalteco

Eva Fernández
En las fotos diversas imágenes de la Inmaculada en procesión por las calles de Guatemala

En los albores del siglo XVI, la ciudad de Sevilla se había tomado como una cuestión de honor la defensa del misterio de la Inmaculada Concepción de María. En más de una ocasión, las autoridades tuvieron que mediar, para que no llegara la sangre al río, entre los valedores de la idea de que la Virgen fue concebida sin pecado original y los escépticos, que defendían que María fue limpia tras su concepción. De esa época perviven unas coplas del poeta Miguel Cid, que hoy pueden leerse sobre un azulejo situado en una de las calles más conocidas de la ciudad: «Todo el mundo en general, a voces, Reina escogida, diga que sois concebida, sin pecado original».

En 1615, la propia Hermandad del Silencio, de Sevilla, hizo un voto de sangre, para defender hasta la muerte el misterio de la Concepción Inmaculada de María. Lógicamente, los grandes maestros sevillanos se esmeraban con afán para que, de sus talleres, surgieran tallas que representaran fielmente una devoción, que rápidamente cruzó el Atlántico de la mano de los misioneros.

Por aquel entonces, el padre franciscano Fray Antonio Tineo, que había realizado una gran labor evangelizadora en Guatemala, tras una corta estancia en España para informar al propio rey de las fundaciones de conventos hechas en el Nuevo Mundo, regresa hacia 1600 a Guatemala, junto a cuarenta nuevos religiosos, órganos, ornamentos, libros de coro, y sobre todo con la bellísima imagen de la Virgen, que protagoniza las páginas del libro Un dulce rezo (Editorial Villanueva), elaborado con magníficas imágenes de la fotógrafa Rita Villanueva y textos del historiador Miguel Álvarez, director del Museo Nacional de Historia de Guatemala. El libro desvela la historia de esta imagen, y explica el origen de la tradición del rezado, que se lleva a cabo cada 8 de diciembre, en la ciudad de Guatemala.

Doce horas seguidas honrando a la Inmaculada

Cuando el próximo lunes, festividad de la Inmaculada Concepción, la hermosa imagen de madera asome su rostro tras las puertas de la iglesia de San Francisco, donde reside, miles de guatemaltecos se dejarán atrapar, un año más, por unos ojos que han enamorado y protegido a sus habitantes desde hace 400 años. La serenidad de sus facciones muestra la alegría del fruto divino que lleva en su vientre y que ha sido concebido por la gracia de Dios. Doce estrellas rodean su cabeza. Luce una corona elaborada con cientos de pequeñas piedras preciosas, todas muy distintas entre sí, porque provienen de los desprendimientos de muchas familias, que quisieron regalar a la Virgen sus objetos más valiosos. Todo era poco para la Reina.

El 5 de diciembre de 1954, primer centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el Papa Pío XII concedió a esta imagen la Coronación Pontificia, máximo honor que la Iglesia otorga a las esculturas más veneradas y queridas del mundo católico.

La ceremonia del rezado se realizó por primera vez el 8 de diciembre de 1617, cuando la ciudad de Guatemala declara a la Inmaculada Concepción su Patrona. Desde aquel día, año tras año, miles de fieles esperan el paso de la imagen de la Virgen Inmaculada a lo largo de las 12 horas que dura el recorrido, en un ambiente que mezcla fiesta y fe. Al paso de la Virgen se cantan y rezan las tradicionales loas y alabanzas, mientras ella camina sobre alfombras de flores, incienso, danzas y música, bajo el estruendo de los cohetes. Las miradas se intercambian y el corazón grita en silencio. Todos comparten con la Virgen sus oraciones, cantos, lágrimas y aplausos, y ella les sonríe, bailando y dejándose mecer por las calles, sobre los hombros de quienes la portan.

Esta fiesta inicia la época de la Navidad en Guatemala, y ya ha sido declarada por sus autoridades Patrimonio Cultural Intangible de ese país. Dentro de dos años, en 2016, Guatemala celebrará un Año Jubilar, que culminará, en el 2017, con la celebración oficial del cuarto centenario.

La iglesia de San Francisco

El libro Un dulce rezo se puede adquirir a través de Amazon. Todo lo percibido por sus ventas se empleará en la restauración del templo de San Francisco, que acoge a la Virgen, cuidada desde hace siglos por la Cofradía de la Inmaculada Concepción. Cuando el próximo lunes, en rincones de todo el mundo, se honre a la Inmaculada, podremos acercarnos con el corazón a esta imagen de la Virgen, que hace 400 años cruzó el mar para quedarse.