Moscú, la gran frontera del ecumenismo - Alfa y Omega

Moscú, la gran frontera del ecumenismo

Si las relaciones entre el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé de Constantinopla pueden calificarse de excelentes, con el Patriarcado de Moscú, el que cuenta con mayor número de fieles dentro…

Redacción

Si las relaciones entre el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé de Constantinopla pueden calificarse de excelentes, con el Patriarcado de Moscú, el que cuenta con mayor número de fieles dentro de la ortodoxia, las cosas no son tan sencillas. Es cierto que las relaciones han mejorado de forma espectacular en los últimos años, gracias en grandísima medida a Benedicto XVI, pero a día de hoy ningún Papa ha podido pisar aún Rusia. El interlocutor directo de la Santa Sede es el Metropolita Hilarión, Responsable de Relaciones Exteriores Eclesiásticas del Patriarcado, a quien el Papa Francisco -según contó en la rueda de prensa en el avión- le ha pedido que transmita al Patriarca Cirilo: «Donde quieras tú nos encontramos; si me llamas, voy». Pero el momento no es fácil, añadió Francisco de forma diplomática. «En este momento, con la guerra en Ucrania», Cirilo «tiene muchos problemas». El Patriarcado de Moscú ha considerado siempre inaceptable la presencia en aquel país (que es parte de su territorio canónico) de los greco-católicos, cristianos de rito oriental fieles al Papa. Los católicos ucranianos, junto a un importante sector de los ortodoxos, han apoyado al Gobierno de Kiev frente a la agresiva política exterior del Presidente Vladimir Putin, que a su vez cuenta con cierto beneplácito del Patriarcado.

El avance en las relaciones de la Iglesia católica con los cristianos ortodoxos depende hoy, en buena medida, de las relaciones en el seno de la propia ortodoxia, dividida en diversas Iglesias nacionales y autocéfalas, con muy diversas sensibilidades en materia ecuménica. Bartolomé aludió ante el Papa al Sínodo Panortodoxo que se celebrará en 2016 en Estambul, y que abordará ésta y otras importantes cuestiones. Será el primer sínodo de estas características desde el cisma de 1054. Todos los intentos de celebrar uno, hasta ahora, habían fracasado, por desavenencias insuperables.