La Iglesia quiere coordinar su respuesta ante los refugiados - Alfa y Omega

La Iglesia quiere coordinar su respuesta ante los refugiados

El Papa pide distribuir equitativamente a los refugiados, mientras cada vez más países imponen controles en sus fronteras y la UE prepara una nueva cumbre con Turquía

María Martínez López
Frontera entre Grecia y Macedonia, donde la Policía macedonia lanzó el lunes gases lacrimógenos contra los refugiados. Foto: AFP/Louisa Gouliamaki

Bruselas acogerá el lunes una cumbre entre la UE y Turquía sobre refugiados. En esta misma ciudad se celebra, desde ayer, la Asamblea General de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE). Se espera que de ella salgan propuestas para que «en el futuro próximo la Iglesia pueda coordinar mejor su respuesta» al desafío de la inmigración, explica a Alfa y Omega el secretario general de la COMECE, el sacerdote irlandés Patrick Daly. El obispo austriaco Ägidius Zsifkovics, coordinador del grupo de trabajo sobre Migración, Asilo e Integración, ha presentado a los obispos los frutos del encuentro del 15 y 16 de febrero en Heiligenkreuz (Austria), donde expertos y obispos de los países de origen, tránsito y destino de los refugiados intercambiaron experiencias e ideas. Ahora, la COMECE «considerará cuáles son los próximos pasos que dar».

Su plenaria quiere actuar con cautela en un momento de preocupación por la incapacidad de la UE para hacer frente, unida, a la crisis de los refugiados. En los últimos meses, varios países –el último, Bélgica– han puesto controles en sus fronteras. Además, Austria y los países de los Balcanes acordaron la semana pasada, sin Alemania y Grecia y contraviniendo un acuerdo anterior, una cuota diaria de refugiados. «Están en juego la unidad de la UE y vidas humanas», reaccionó el comisario de Migración, el griego Dimitris Avramopoulos. El domingo, el Papa alabó la «ayuda generosa» a los refugiados de «Grecia y otros países de primera línea», y pidió «una respuesta coral» y «distribuir equitativamente las cargas».

Manifestación en Bilbao el 27 de febrero, en el marco de la Marcha Europea por los Derechos de los Refugiados. Foto: EFE/Miguel Toña

Coordinación y solidaridad

Patrick Daly reconoce que «la afluencia de inmigrantes y refugiados está suponiendo una enorme exigencia para los países». Para ello, es necesaria «una respuesta coordinada y con solidaridad entre los Estados miembros», que «sirva lo mejor posible a los inmigrantes» y «proteja los intereses de toda la comunidad». Con todo, reconoce que «no hay una única solución para todos». Además, se precisa «llegar a un acuerdo entre la UE y Turquía», en el que la Unión muestre «comprensión hacia el desafío a su seguridad y la enorme presión migratoria a la que se enfrenta Turquía», y este país reconozca que «también la UE está bajo una gran presión» para atender «de forma satisfactoria a todos los inmigrantes que ya están dentro de sus fronteras».

No es fácil encontrar las soluciones adecuadas. Por eso, la Iglesia quiere «compartir su gran experiencia en la acogida y la integración de inmigrantes». Con este objetivo trabaja desde otoño el grupo que coordina monseñor Zsifkovics. En diciembre, el obispo envió a las instituciones europeas un documento en el que entre otras cosas se pedía la confianza mutua que puede generar «una cultura de bienvenida» –expresión acuñada por la canciller Angela Merkel–; garantizar «la seguridad, la estabilidad y la cohesión social» de los países de acogida, evitar las muertes en el mar, compartir de forma más justa las responsabilidades, «un control mejor de las fronteras exteriores» y el «compromiso de ajustarse a los acuerdos alcanzados».

«No valen los atajos»

«Nos preocupa que se trate la migración como un problema de fronteras. Tenemos a gente huyendo de la guerra. Según el derecho internacional, todos los países los deben acoger. Eso no está sucediendo», denuncia Jorge Nuño, secretario general de Cáritas Europa. «¿Cómo pueden algunos países decir que solo entren X refugiados? ¿Qué pasa con el X+1? Se están acumulando en Grecia, que además tiene problemas económicos importantes».

Desde que los refugiados de Oriente Medio comenzaron a llegar a los Balcanes, Cáritas ha ayudado sobre el terreno, y además está «proponiendo ante las instituciones un conjunto de medidas para una acogida digna. La solución no es fácil, hace falta hablar mucho y buscar una solución aceptable para todos. No valen, y es el gran problema de la UE, los atajos y las soluciones nacionales». Las propuestas de la entidad católica empiezan por «trabajar por la paz en el país de origen y apoyar a los países vecinos», además de «adaptar la legislación europea. Hay que dejar de lado el sistema de Dublín», que contempla que la solicitud de asilo se gestione en el país por el que los refugiados entran en Europa, «y rehacer otro sistema; no digo con cuotas, porque no sé si es el sistema óptimo; pero un sistema de solidaridad».