«Darles lejía es como darles oro» - Alfa y Omega

«Darles lejía es como darles oro»

María Martínez López
Almacén de Acompartir. Foto: Acompartir

El banco de productos Acompartir nació de dos datos y de una cita de la beata Teresa de Calcuta. Por un lado, en España 12,8 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza y tienen problemas para acceder a productos básicos, como los de higiene. Por otro, cada año se desechan en nuestro país 4.000 millones de productos no vendidos, que en la mayoría de los casos se destruyen. «La pobreza la hacemos tú y yo cuando no compartimos lo que tenemos», denunció en su día la fundadora de las Misioneras de la Caridad.

Hace dos años, esas palabras empujaron a los creadores de Acompartir a hacer algo para acabar con este desperdicio. Habían visto «cómo en los comedores sociales la gente se lanza a los lavabos para asearse, o se guardan las servilletas» para usarlas como papel higiénico, explica su presidenta, Miriam Tallada.

La entidad hace llegar los productos no vendidos que reciben de empresas a quienes más los necesitan, a través de un centenar de entidades solidarias como varias Cáritas diocesanas, las Cáritas parroquiales de Madrid, y fundaciones como Madrina o Soñar Despierto.

Entrega de productos de higiene en la Fundación San Martín de Porres. Foto: Fundación San Martín de Porres

Problemas de salud por la falta de higiene

Las personas en riesgo de exclusión –añade Tallada– no solo necesitan techo y comida. «Muchos tienen problemas de salud por falta de higiene. Darles lejía es como darles oro». ¿Qué recorrido hace esa botella de lejía que ya no se va a vender porque ha cambiado la fórmula o el diseño de la etiqueta? Después de que la empresa ofrezca un lote de mercancía a Acompartir, la Fundación Seur se hace cargo a un coste reducido de la manipulación y el almacenaje, explica Leticia López-Cotelo, directora de la institución. La página web de la asociación ofrece a tiempo real el catálogo de productos, y las entidades solidarias piden lo que necesitan según su número de beneficiarios. Para cubrir la manipulación, hacen una pequeña aportación de no más del 5 % del valor del producto.

Esta red, formada por un equipo de seis personas y otros tantos voluntarios, ha hecho que 557.000 personas en riesgo de exclusión hayan recibido jabón, desodorante, ropa, calzado, menaje del hogar o electrodomésticos nuevos; y las 55 empresas donantes se han ahorrado los costes de almacenaje y destrucción de sus excedentes, y han reducido su impacto ambiental.

Como hacer la compra por internet

Cáritas Toledo es una de las entidades que se beneficia de Acompartir. Antes, «las Cáritas parroquiales no podían dar a cada familia un tambor de detergente porque era muy caro», explica Marisa Martínez, responsable de la distribución de los productos de la institución toledana. Ella aprovecha toda la heterogénea oferta de Acompartir: pañales para el programa Mater de ayuda a embarazadas; lapiceros para los talleres infantiles… incluso fertilizante para el taller de huerto. «Tenemos a 60 familias en pisos alquilados que pagamos nosotros». Gracias a Acompartir, «cada familia tiene un lote con platos, cubiertos, sartenes… todo nuevo. Me gustaría que les hubieran visto la cara».

Otros beneficiarios de esta labor son las más de 500 personas sin hogar o en riesgo de exclusión que el año pasado recibieron estos productos a través de la Fundación San Martín de Porres, o se alojaron en la residencia y los pisos equipados, en parte, con enseres de Acompartir. Para Israel Terrones, de la fundación dominica, «es como hacer la compra por Internet, pero más rápido. Si vamos a por ello, podemos recogerlo ese mismo día». Entre los productos de primera necesidad que reparten hay gel, pasta de dientes o desodorante, pero también «cosas que la gente no piensa», como el pegamento para dentaduras: «Quienes han pasado por una situación de calle suelen tener problemas importantes en la boca», explica. Poder usar correctamente la dentadura postiza es fundamental para alimentarse bien. «Antes, teníamos que comprarlo nosotros en la farmacia, y era caro».