«A los cristianos los persiguen en Oriente Próximo» - Alfa y Omega

«A los cristianos los persiguen en Oriente Próximo»

Un objetivo de la visita del Papa era dar visibilidad a la persecución contra los cristianos en Oriente Próximo. No se lo puso fácil el Presidente Erdogan. Su encuentro con el muftí de Estambul, por el contrario, fue todo un alegato por la amistad entre cristianos y musulmanes

Ricardo Benjumea
El Papa con el gran muftí de Estambul, en la Mezquita Azul

Las primeras intervenciones del Papa en Turquía estuvieron centradas en la violencia en Oriente Próximo, especialmente en Siria e Irak, donde «sigue habiendo graves persecuciones contra grupos minoritarios». Ante el Presidente Erdogan, Francisco reiteró que «es lícito detener al agresor injusto», y abogó por impulsar el «diálogo interreligioso e intercultural, con el fin de apartar toda forma de fundamentalismo y de terrorismo» en nombre de la religión.

Las palabras del Papa tienen su miga. Ankara, miembro de la OTAN, era el aspirante eterno a la Unión Europea hasta que, harta de portazos en las narices, parece haber abandonado el sueño europeo para intentar recuperar, en cambio, cierta posición hegemónica regional. Es lo que se conoce como neo-otomanismo. El islamista moderado Erdogan, el líder turco más fuerte desde Atatürk, se ha propuesto borrar las señas de identidad laicistas de la República. De cara al exterior, frente al tradicional posicionamiento con Occidente, el Presidente (entonces Primer Ministro) aspiró a liderar la primavera árabe, incluida la sublevación contra el Presidente sirio, Bashar Al Asad, pero se vio desbordado por la irrupción en escena del llamado Estado Islámico. Lejos de rectificar, el Gobierno turco se ha instalado en una actitud ambigua, no tanto por convicción, como por asegurarse cierta tranquilidad en sus fronteras y evitar favorecer al separatismo kurdo.

Protagonizando la última de esas ambigüedades, Erdogan no sólo evitó pronunciar una palabra sobre los cristianos perseguidos en Oriente Medio, sino que recibió al Papa con una proclama contra la islamofobia en Occidente. En la rueda de prensa a bordo del avión, el Papa reveló que, durante la audiencia, le planteó a Erdogan la necesidad de que «todos los líderes islámicos (sean líderes políticos, religiosos o académicos) digan claramente y condenen» la violencia en nombre del Islam.

Preguntado por una periodista turca por la islamofobia en Occidente y la cristianofobia en Oriente Medio, el Papa, de forma cuidadosa pero tajante, evitó cualquier equiparación. Con respecto a la primera cuestión, Francisco enfatizó que «el Corán es un libro profético de paz», y rechazó que se identifiquen Islam y terrorismo, igual que «no se puede decir que todos los cristianos son fundamentalistas», aunque «nosotros también los tenemos». Ahora bien, la cristianofobia «es una realidad. No quiero utilizar palabras un poco edulcoradas», añadió. «A los cristianos los persiguen en Oriente Medio». Están los terroristas, pero también los Gobiernos, que, «con guante blanco», no protegen o discriminan a las minorías.

El Papa con el Presidente Erdogan, en Ankara

Rezo en la Mezquita Azul

Si pudo haber cierta tirantez con Erdogan, el Papa resaltó, en cambio, la magnífica sintonía tanto con el Presidente de Asuntos Religiosos turco, como con el nuevo embajador de este país ante la Santa Sede, que presentó sus credenciales sólo unos días antes del viaje, y a quien Francisco definió como «un hombre excepcional, un hombre de profunda religiosidad». Ambas autoridades le pidieron impulsar el diálogo interreligioso sobre nuevas premisas, no tanto planteando qué piensan unos y otros sobre determinadas cuestiones, sino como un encuentro personal en el que «se habla de una experiencia religiosa». El Papa, que cultivó una amistad personal con líderes musulmanes en Buenos Aires, se mostró plenamente de acuerdo.

Este viaje dejó un elocuente gesto de ese tipo de diálogo interreligioso con la oración silenciosa con el gran muftí de Estambul en la Mezquita Azul. Él «me explicaba muy bien las cosas, con mucha humildad, me citaba el Corán cuando habla de María y de Juan el Bautista», relató el obispo de Roma a los periodistas. El Papa le sugirió entonces que rezaran juntos. Ambos permanecieron en silencio algo más de dos minutos, gesto idéntico al que protagonizó, en este mismo lugar, Benedicto XVI en 2006. El Papa se despidió después del muftí en su forma habitual: «Rece por mí».